Freud y Kafka: Criminales por sentimiento de culpabilidad _ Dr. Adolfo Vásquez Rocca
Freud y Kafka: Criminales por sentimiento de culpabilidad
En torno a la crueldad, el sabotaje y la auto-destructividad humana
Dr. Adolfo Vásquez Rocca
MargenCero
VÁSQUEZ
ROCCA, Adolfo, “Freud
y Kafka: Criminales por sentimiento de culpabilidad: En torno a la
crueldad, el sabotaje y la auto-destructividad humana”,
En Revista Almiar –Margen Cero– Nº 71 | noviembre-diciembre
2013, Madrid.
http://www.margencero.com/almiar/vasquez-rocca-freud-y-kafka/
VÁSQUEZ
ROCCA, Adolfo, “Freud
y Kafka: Criminales por sentimiento de culpabilidad: En torno a la
crueldad, el sabotaje y la auto-destructividad humana”, En
EIKASIA, Revista de la Sociedad Asturiana de Filosofía SAF, Nº 55 –
marzo, 2014 – ISSN 1885-5679 – Oviedo, España, pp. 73 – 92.
LA CULPA Y EL AUTOCASTIGO
Dr.
Adolfo Vásquez Rocca.
Inhibición,
Síntoma y Angustia
Sigmund
Freud (1925)
Freud y Kafka: Criminales por sentimiento de culpabilidad Dr. Adolfo Vasquez Rocca
Freud y Kafka: Criminales por sentimiento de culpabilidad Dr. Adolfo Vasquez Rocca
La
llegada de la pubertad constituye un estadio decisivo en el
desarrollo de la neurosis obsesiva. La organización genital,
interrumpida en la infancia, reanuda ahora su marcha con intensa
energía. Pero, como es sabido, el desarrollo sexual de la infancia
marca ya la dirección que seguirá al reanudarse en la pubertad. De
este modo despertarán, por un lado, los impulsos agresivos de la
época temprana, y, por otro, una parte más o menos considerable -y
en los casos peores, la totalidad- de los nuevos impulsos libidinosos
emprenderá los caminos trazados por la regresión y surgirá en
forma de tendencias agresivas y destructoras. Este disfraz de los
impulsos eróticos y las enérgicas formaciones reactivas del yo
hacen que la lucha contra la sexualidad continúe ahora en nombre de
la ética. El yo se resiste, asombrado, contra los impulsos violentos
y crueles, enviados por el ello a la conciencia, sin sospechar que
obrando así lucha contra deseos eróticos, que de otro modo hubieran
escapado a su intervención. El severo superyó insiste tanto más
enérgicamente en la represión de la sexualidad cuanto que ésta
adopta formas más repulsivas.
Resultando
así que en la neurosis obsesiva aparece el conflicto agudizado en
dos direcciones diferentes: las fuerzas defensivas se hacen más
intolerantes, y las fuerzas que deben rechazarse más intolerables;
ambos por la influencia de un solo factor, de la regresión de la
libido. Podría encontrarse una contradicción con respecto a otras
de nuestras hipótesis en el hecho de que las representaciones
obsesivas desagradables son conscientes. Pero es indudable que antes
de llegarlo a ser han pasado por el proceso de la represión. En la
mayoría de los casos, el verdadero sentido del impulso instintivo
agresivo es ignorado por el yo, siendo menester una considerable
labor analítica para hacerlo consciente. Lo que penetra en la
conciencia no es, generalmente, sino un sustitutivo deformado, que
aparece unas veces borrosamente indeterminado, como un fragmento de
un sueño, y otras, irreconocible, bajo un absurdo disfraz. Y aún si
la represión no ha destruido el contenido del impulso instintivo
agresivo, ha suprimido, en cambio, el carácter afectivo
concomitante. Así, la agresión no se muestra al yo como un impulso,
sino, según dicen los mismos enfermos, como una mera «idea», que
debía dejarlos indiferentes. Lo curioso es que esto no sucede jamás.
El afecto ahorrado en la percepción de la representación obsesiva
surge, efectivamente, en un distinto lugar.
El
superyó se conduce como si no hubiera tenido efecto represión
ninguna, como si le fuera conocido el impulso agresivo en su
verdadero sentido y con todo su carácter afectivo, y trata al yo de
acuerdo a dicho sentido. El yo, que por un lado se sabe inocente,
experimenta por otro un sentimiento de culpabilidad, y siente sobre
sí una responsabilidad que no acierta a explicarse. Pero el enigma
que así se plantea no es realmente tan intrincado como al principio
parece. La conducta del superyó es muy comprensible, y la
contradicción que surge en el yo no nos muestra sino que ha
permanecido incomunicado con el ello a consecuencia de la represión
y, en cambio, totalmente abierto a las influencias del superyó. A la
pregunta inmediata de cómo es que el yo no intenta sustraerse
también a la penosa crítica del superyó, contestaremos que, en
efecto, lo intenta, y lo consigue en toda una serie de casos. Existen
también neurosis obsesivas exentas de toda conciencia de la
culpabilidad, en las que, a nuestro juicio, el yo se ha evitado la
percepción de la misma por medio de una nueva serie de síntomas,
penitencias y restricciones, encaminadas al autocastigo. Pero estos
síntomas significan, al mismo tiempo, satisfacciones de impulsos
instintivos masoquistas, que han extraído igualmente de la regresión
su mayor intensidad.
Inhibición,
Síntoma y Angustia (fragmento)
Sigmund
Freud (1925)
1.-
Kafka y Freud: El Proceso y la culpa
Ante
la ley
«Ante la ley hay
un guardián. Un campesino se presenta frente a este guardián, y
solicita que le permita entrar en la Ley. Pero el guardián contesta
que por ahora no puede dejarlo entrar. El hombre reflexiona y
pregunta si más tarde lo dejarán entrar.
—Tal vez —dice
el centinela— pero no por ahora.
La puerta que da a
la Ley está abierta, como de costumbre; cuando el guardián se hace
a un lado, el hombre se inclina para espiar. El guardián lo ve, se
sonríe y le dice:
—Si tu deseo es
tan grande haz la prueba de entrar a pesar de mi prohibición. Pero
recuerda que soy poderoso. Y sólo soy el último de los guardianes.
Entre salón y salón también hay guardianes, cada uno más poderoso
que el otro. Ya el tercer guardián es tan terrible que no puedo
mirarlo siquiera.
El campesino no
había previsto estas dificultades; la Ley debería ser siempre
accesible para todos, piensa, pero al fijarse en el guardián, con su
abrigo de pieles, su nariz grande y aguileña, su barba negra de
tártaro, rala y negra, decide que le conviene más esperar. El
guardián le da un escabel y le permite sentarse a un costado de la
puerta.
Allí espera días
y años. Intenta infinitas veces entrar y fatiga al guardián con sus
súplicas. Con frecuencia el guardián conversa brevemente con él,
le hace preguntas sobre su país y sobre muchas otras cosas; pero son
preguntas indiferentes, como las de los grandes señores, y,
finalmente siempre le repite que no puede dejarlo entrar. El hombre,
que se ha provisto de muchas cosas para el viaje, sacrifica todo, por
valioso que sea, para sobornar al guardián. Este acepta todo, en
efecto, pero le dice:
—Lo acepto para
que no creas que has omitido ningún esfuerzo.
Durante esos
largos años, el hombre observa casi continuamente al guardián: se
olvida de los otros y le parece que éste es el único obstáculo que
lo separa de la Ley. Maldice su mala suerte, durante los primeros
años audazmente y en voz alta; más tarde, a medida que envejece,
sólo murmura para sí. Retorna a la infancia, y como en su cuidadosa
y larga contemplación del guardián ha llegado a conocer hasta las
pulgas de su cuello de piel, también suplica a las pulgas que lo
ayuden y convenzan al guardián. Finalmente, su vista se debilita, y
ya no sabe si realmente hay menos luz, o si sólo lo engañan sus
ojos. Pero en medio de la oscuridad distingue un resplandor, que
surge inextinguible de la puerta de la Ley. Ya le queda poco tiempo
de vida. Antes de morir, todas las experiencias de esos largos años
se confunden en su mente en una sola pregunta, que hasta ahora no ha
formulado. Hace señas al guardián para que se acerque, ya que el
rigor de la muerte comienza a endurecer su cuerpo. El guardián se ve
obligado a agacharse mucho para hablar con él, porque la disparidad
de estaturas entre ambos ha aumentado bastante con el tiempo, para
desmedro del campesino.
—¿Qué quieres
saber ahora? —pregunta el guardián—. Eres insaciable.
—Todos se
esfuerzan por llegar a la Ley —dice el hombre—; ¿cómo es
posible entonces que durante tantos años nadie más que yo
pretendiera entrar?
El guardián
comprende que el hombre está por morir, y para que sus
desfallecientes sentidos perciban sus palabras, le dice junto al oído
con voz atronadora:
—Nadie podía
pretenderlo porque esta entrada era solamente para ti. Ahora voy a
cerrarla».
F. Kakfa, La
Condena
Toda la obra de
Kakfa está atravesada por el tema del juicio, el proceso y la
condena; el universo kafkiano es el de las maquinarias burocráticas,
despersonalizadas e implacables; un mundo de delatores, víctimas y
victimarios. Burocracias; una pesadilla laberíntica donde se admite
una culpa de contornos difusos, que —precisamente— por ello
reviste un carácter angustiante, incoherente y absurdo. Es pues
Kafka quien a la par que Freud, se referirá a los criminales por
sentimiento de culpabilidad, donde la culpa preexiste a la falta y en
cierta manera la genera.
«El tribunal no
te acusa, no hace más que recibir la acusación
que tú te haces a
ti mismo». (G. Agamben)
La obra de Franz
Kafka, mundo de antihéroes, víctimas y victimarios, constituye la
mayor contribución artística y literaria a la conceptualización
del complejo mecanismo psicológico de la culpa. La obra de Kafka se
alimenta de lecturas y motivos freudianos: el miedo, el absurdo y la
culpa. Así el protagonista de El Proceso [1] o en El Castillo [2]
siente constantemente una amenaza, un constante acecho… Personajes
anodinos, viscosos, funcionarios, cada uno enmarañado en sus
justificaciones y rutinas.
En la convivencia
humana normal —no patológica— la autojustificación o la
autodefensa siguen a la acusación; en el universo literario kafkiano
—en cambio— la autojustificación precede a la acusación, cuya
sustancia velada nunca se precisa por parte de los captores,
representantes de la Ley —la que aparece como un Poder sin rostro,
difuso y abstracto…, siempre dilatorio—, ante la cual alegatos y
parlamentos ante innumerables tribunales generan un engañoso
sentimiento de avanzar en la causa, pero de no salir jamás de su
opresiva atmósfera. [3]
Adelantándose a
los trabajos Michel Foucault tanto Freud como Kafka describen un
poder anónimo e impersonal: no se conocen nombre ni rostro.
Todo hace creer
que el pecado de Joseph K. es otro. El suyo es la culpa sin nombre y
sin motivación, la culpa ineluctable, ni lejana ni cercana, que
nadie ha cometido ni en los albores de la tierra, y que puede pesar
sobre muchos hombres, como un ala de tiniebla, como una mancha de la
cual nunca lograrán lavarse ni el corazón ni las manos. Su pecado,
en una palabra, es el atroz sentido de culpa que durante toda su vida
torturó a Franz Kafka. [4]
En el primer
capítulo de El Proceso [5], cuando Joseph K. es acusado sin causa
alguna y formalizado detenido sin ser retenido en prisión, uno de
los guardias le dice algo siniestro y turbador: Nuestras autoridades…
no buscan la culpa entre las gentes sino que, es la culpa la que las
atrae… Esta máxima es una perfecta definición del sentimiento de
culpa que en un momento dado Freud formula en los siguientes
términos: «[...] la conciencia de culpa preexiste a la falta; la
culpa no procede de la falta, sino a la inversa, la falta proviene de
la conciencia de culpa. A estas personas es lícito designarlas como
‘criminales’ por sentimiento de culpabilidad». [6]
Un culpable… es
reconocible en medio de una multitud, y esa culpa, como dice un
personaje de Kafka, «por sí sola atrae sobre ella la justicia». La
culpa les hace «bellos».
Los acusados son
precisamente los más atractivos. No puede ser la culpa lo que los
hace atractivos, porque —así tengo que hablar al menos como
abogado— no todos son culpables; tampoco puede ser el castigo
futuro el que los hace ya atractivos, porque no todos son castigados;
por consiguiente, solo puede ser el proceso iniciado contra ellos lo
que de algún modo trae eso consigo.
2.- Criminales por sentimiento de culpa o «Los que delinquen por conciencia de culpa»
«[...]
la
conciencia de culpa preexiste a la falta;
la culpa no procede de la falta, sino a la inversa,
la falta proviene de la conciencia de culpa. A estas personas es lícito
designarlas como ‘criminales’ por sentimiento de culpabilidad». [7]
Freud, S.
la culpa no procede de la falta, sino a la inversa,
la falta proviene de la conciencia de culpa. A estas personas es lícito
designarlas como ‘criminales’ por sentimiento de culpabilidad». [7]
Freud, S.
El hombre es
culpable; intencionalmente es un criminal, su crimen reside en la
fantasía y en los deseos culpables de la infancia, porque la pulsión
de muerte exigió y obtuvo, de una u otra manera, una satisfacción.
Las satisfacciones disfrazadas, secretas, latentes se manifiestan por
síntomas: la culpabilidad es asimilable a esos síntomas. La
institución ya semi-neurótica de un acusador, de un fiscal del
otro, del superyó es el agente de la pulsión de muerte.
«Cuanto
más inocentes somos, es decir, cuanto mejor nos apartamos de
nuestras pulsiones agresivas, más pasan éstas al servicio del
superyó y mejor armado está para torturarnos. Así los más
‘inocentes’ llevan la carga más pesada de culpabilidad». [8]
Freud estaba
persuadido de que era propio de la naturaleza misma de la doctrina
analítica, en lo que respecta —por ejemplo— a esta concepción
de la culpa, presentarse como chocante y subversiva. Mientras
navegaba hacia los Estados Unidos, no pensaba que llevaba a este país
un nuevo bálsamo. Con su habitual humor cáustico, decía a sus
compañeros de viaje: «Les llevamos la peste».
Cuando Freud y
Jung se dirigían a Estados Unidos para pronunciar unas conferencias
sobre Psicoanálisis, el primero dijo al segundo: «Les traemos la
peste». Efectivamente, el psicoanálisis es como un jarabe duro de
tragar, no se trata de un rechazo intelectual, sino afectivo porque
atenta contra los orígenes demasiado humanos de, por ejemplo, la
religión; pero ante todo porque es la expresión de la relatividad
de los valores, el bien y el mal a menudo no son más que
construcciones culturales y sociales con lo que gran parte de lo
mejor de nosotros mismos es víctima de una represión, que llevamos
a cabo sin caer en la cuenta de que en ello somos unas víctimas de
nuestra sociedad y nuestra cultura.
3.-
El malestar en la cultura: Anatomía de la (auto) destructividad
humana
En
su obra, Más
allá del principio del placer [9],
Freud se pregunta si el impulso hacia la muerte, autodestructivo, no
es acaso el principio fundamental de todos los demás impulsos y al
tender todos hacia la muerte, uno puede formular la siguiente
paradoja: La vida sólo es una demora de la muerte. Según Freud, la
dinámica de la personalidad resulta del antagonismo entre el impulso
hacia la vida y el impulso hacia la muerte.
¿Qué
representa para Freud la pulsión de la muerte?
Representa
la tendencia irreductible de todo ser vivo a retornar al estado
inorgánico. Si admitimos que el ser vivo vino después del no vivo,
y que surgió de él la pulsión de muerte está perfectamente de
acuerdo con la fórmula según la cual una pulsión tiende al retorno
a un estado anterior. Según esta perspectiva «todo ser vivo muere
necesariamente por causas internas». [10]
La
pulsión de agresión
Los
años de la guerra fueron relativamente improductivos y hubo que
esperar hasta 1919-1920 para la redacción de Más allá del
principio del placer, en la cual y por primera vez Freud arriesgó
la hipótesis de una pulsión de muerte.
Más
adelante la pulsión de muerte sería designada asimismo con el
nombre de Tánatos, en oposición al «divino Eros», que
representaba a la pulsión de la vida. Excepto en conversaciones
privadas, Freud utilizaba indistintamente los términos de pulsión
de muerte o de pulsión de destrucción; pero en una discusión con
Einstein a propósito de la guerra, establecería una distinción
entre ambos. La pulsión de muerte estaría dirigida contra sí mismo
[11],
mientras que la segunda, derivada de aquélla, estaría dirigida
contra el mundo exterior. En 1909, Stekel había ya utilizado el
término de Tánatos para designar un anhelo de muerte, pero le había
de corresponder a Paul Federn la difusión del término en su
acepción presente.
Es
interesante observar que Freud, aun cuando estaba bien impuesto ya
desde el comienzo sobre los aspectos salvajes de la naturaleza humana
y sus impulsos mortíferos, no hubiese reflexionado de cerca antes de
1915 sobre su aspecto nosológico. Ciertas resistencias relacionadas
con su ruptura con Adler debieron precisamente desempeñar algún
papel en eso. Es bien sabido que Adler postulaba ya desde 1908 la
existencia de una pulsión agresiva primaria. Y sin embargo, según
observa Ernest Jones, la concepción de Adler es más sociológica
que psicológica, pues la entendía como una lucha por el poder y con
la intención de garantizarle la superioridad. La concepción
freudiana, en cambio, bordea tanto la biología como la química o la
física.
Y,
por otra parte, el propio Freud reconocía sin problemas que desde
siempre había sentido personalmente una cierta repulsión a aceptar
la idea de una pulsión destructora independiente. En El
malestar en la cultura [12]
escribió: «No
puedo comprender cómo pudimos pasar de largo ante la universidad de
la agresión no erótica y la destrucción, y de qué modo pudimos
omitir concederle la significación a la que tiene pleno derecho en
nuestra interpretación de la vida».
Y añade: «Recuerdo
mi propia actitud defensiva, cuando la idea de una pulsión de
destrucción apareció por primera vez en la literatura
psicoanalítica, y el tiempo que me fue necesario para que esa idea
se hiciese accesible para mí».
Durante
el trabajo analítico no hay impresión más fuerte de las
resistencias que la de una fuerza que se defiende por todos los
medios contra la curación y a toda costa quiere aferrarse a la
enfermedad y al padecimiento. A una parte de esa fuerza Freud la
individualiza, con acierto, como consciencia de culpa y necesidad de
castigo, y la localiza en la relación del yo con el superyó. «Se
trata de fenómenos propios del masoquismo inmanente de tantas
personas, la reacción terapéutica negativa y la conciencia de culpa
de los neuróticos. Estos fenómenos apuntan de manera inequívoca a
la presencia en la vida anímica de un poder que, por sus metas,
llamamos pulsión de agresión o destrucción y derivamos de la
pulsión de muerte originaria, propia de la materia animada»
[FREUD, Sigmund, Análisis terminable e interminable (1937),
en Obras completas, Volumen XXIII, Buenos Aires,
Amorrortu editores, p. 244].
5.- Los
que fracasan al triunfar
Fassbinder alguna
vez comentó que si —de niños— algunos artistas malditos
resuelven adoptar una conducta desagradable, seguramente es para
defenderse del peligro de ser rechazado sin razón aparente.
El
mismo Freud señala el caso de ciertos niños «díscolos» que
recién cuando son castigados se quedan «calmos y satisfechos».
[19]
Se produce entonces un circuito en el que cronológicamente se
produce, primero, el mal comportamiento y luego el castigo; mientras
que, lógicamente, se produce primero la conciencia de culpa
(originada en el complejo de Edipo) luego la necesidad de castigo que
impulsa el comportamiento sedicioso y finalmente el castigo que
remite a la necesidad de castigo por el crimen originario de la
muerte del padre.
Se supone que los
niños que están destinados a ser «futuros saboteadores» de su
propio éxito, han sido niños con un gran talento natural. Estos
dones facilitarían sus potenciales logros. El primer éxito
experimentado por estos niños es la situación de haber logrado, muy
tempranamente, ser los preferidos de su madre. Las fantasías de
exclusiva posesión de la madre se acompañaron de grandes
dificultades para separarse de ella. En el desarrollo normal, el niño
puede reconocer que él no satisface los deseos de su madre; que ella
necesita de otro adulto, el padre, y esto lo tienen claro aun en los
casos de viudez o divorcio, dado que siempre hay sustitutos paternos.
«Los que fracasan al triunfar» perciben al padre como muy agresivo
e intensamente envidioso del vínculo madre-hijo, mientras a la madre
la sienten como intrusiva y demandante de atención y gratificación.
De allí que el joven hará desesperados esfuerzos para separarse —a
la brevedad— como un pseudoadulto en un intento de romper el lazo
con la madre. Al acceder al éxito, la excitación
narcisística, la imagen de sí mismo como un triunfador edípico y
paralelamente la de ser como una parte valiosa del cuerpo de la madre
(falo) es excesivo para la barrera de la represión contra los deseos
incestuosos. Ser exitoso de una manera tan apasionante es demasiado
arriesgado. Cuando se sabotean, simbólicamente se castran a sí
mismos, pero mágicamente dejan de ser el codiciado falo de madre,
sintiéndose por fin autónomos. El éxito representaría seguir
siendo una parte de la madre y el fracaso es percibido como
únicamente propio.
«Los
que fracasan al triunfar» [20]
son personas que una vez que han logrado un éxito determinado (como
por ejemplo una conquista amorosa largamente esperada, o una
promoción profesional de mayor responsabilidad, prestigio y
retribución económica) lejos de disfrutar del éxito, experimentan
cierta sensación de fracaso psicológico, profesional, emocional y
aun personal. El profesor que al conseguir la cátedra le entra
depresión y tiene que darse de baja sin acceder a su puesto. Y como
ellos vivencian su fracaso pasivamente, sólo bajo análisis clínico
pueden ser capaces de reconocer su participación activa en ese
proceso. Este dramático rasgo de carácter (patológico), descrito
por Freud en 1916, está basado en una dinámica inconsciente
vinculada con la tendencia a sabotearse. El síntoma del
«saboteador» es la que lleva al criminal a dejar
—inconscientemente— una pista, necesita ser descubierto, de
esto —del auto-boicot— Hitchkcok ha hecho una profesión de fe.
[21]
Es el caso del
criminal que aun cuando conscientemente trata de eludir las
consecuencias y penalidades de sus actos, en él operan fuerzas
inconscientes que le impulsan a buscar castigo. La puesta en juego de
estas tendencias autopunitivas explicaría esos casos en el que un
delincuente es atrapado a causa de que comete errores inexplicables.
No se trata de simples descuidos, sino de algo más absurdo que puede
interpretarse como «una traición a sí mismo»; lo que ha operado
es el poderoso deseo de ser castigado.
Es parte de la
naturaleza humana sentir culpa cuando se transgreden normas. La
carencia de esta capacidad de sentir culpa caracteriza a las
personalidades psicopáticas. El sentimiento de culpa explica porqué
un «crimen perfecto» es en todo caso infrecuente; la necesidad
inconsciente de ser castigado puede ser una fuerza propulsora más
poderosa que el deseo consciente de evadir la ley, de ahí que en los
anales de la criminología se relatan numerosos casos de criminales
que planean sus casos minuciosamente y no obstante cometen errores y
dejan indicios que permiten a la policía aclarar los hechos y
aprehender a sus autores.
Es
—patológicamente— frecuente que ciertos criminales se expongan a
ser detenidos por visitar el escenario de su crimen. Esto puede
relacionarse tanto con la necesidad de ser castigado, como por la
necesidad, también inconsciente, de retar al destino y proclamando
al mundo que se es poderoso, aun cuando la tentación de ser
reconocido puede llevarle a colaborar con la pesquisa.
6.-
Neurosis y culpabilidad
El
neurótico suele sentirse mucho más cómodo, e incluso perder
ciertos síntomas, al ocurrirle algún suceso adverso: reveses de
fortuna o accidentes. La observación de estas reacciones, así como
la circunstancia de que el neurótico a veces parece disponer o
promover los desgraciados acontecimientos que le ocurren, aunque solo
sea inadvertidamente, nos induce a aceptar que el enfermo sufre tan
poderosos sentimientos de culpabilidad, que despiertan en él la
urgencia de castigo a fin de aliviarlos.
[22]
Además, las
autoacusaciones, que tan a menudo se interpretan como signos de
sentimientos inconscientes de culpabilidad en el neurótico, se
caracterizan por elementos a todas luces irracionales. El neurótico
tiende a apelar a la más extrema irracionalidad, desde las groseras
exageraciones hasta la más flagrante fantasía, no solo en sus
autoacusaciones específicas, sino también en sus sentimientos
difusos de no ser acreedor a amabilidad, elogio o éxito algunos.
El temor
desproporcionado a la reprobación es susceptible de extenderse
ciegamente a todos los seres humanos, o abarcar solo a los amigos, si
bien de ordinario el neurótico es incapaz de distinguir con claridad
entre amigos y enemigos. Al principio solo se refiere al mundo
exterior, y en mayor o menor grado siempre se vincula con la
reprobación del prójimo, pero también puede llegar a
«internalizarse». Cuanto más suceda esto, tanto más se reducirá
la importancia que se otorga a la reprobación exterior, comparada
con la que el sujeto se confiere a sí mismo.
El temor a la
reprobación puede manifestarse de diversas maneras. A veces se
traduce en constante aprensión de molestar a la gente; así, el
neurótico suele tener miedo de rehusar una invitación, de estar en
desacuerdo con algún parecer, de expresar cualquier deseo, de
transgredir las normas establecidas o de llamar la atención bajo
cualquier forma. Puede manifestarse también como un persistente
temor de que la gente descubra algo acerca de él, y aun cuando se
sienta querido, tenderá a replegarse en sí mismo a fin de impedir
la posibilidad de ser desenmascarado y repudiado; igualmente es
susceptible de traducirse en una desmesurada reticencia a dar a
conocer algo de su vida privada, o en una desproporcionada ira frente
a la más inocente pregunta que le ataña, pues siente que con ella
se intenta inmiscuirse en sus asuntos.
En cuanto al
contenido peculiar de sus secretos, el neurótico trata de disfrazar,
antes que nada, la suma total de lo que suele abarcar el término
«agresión» (el cual no sólo incluye su hostilidad reactiva
—rabia, deseos de venganza, envidia, impulsos a humillar y otros
análogos— , sino también todas sus secretas exigencias dirigidas
hacia los demás). En segundo lugar, desea mantener oculto cuán
débil, inseguro e indefenso se siente, cuán poco capaz es de
afirmarse a sí mismo, y cuánta es la angustia que sufre. Por tal
razón erige una fachada de aparente energía, pero cuanto más sus
anhelos particulares de seguridad se concentran en el dominio del
prójimo, cuanto más se vincula su orgullo a la noción de poderío
y de fuerza, con tanta mayor profundidad se desprecia. No solo
percibe que la debilidad significa un riesgo, sino que también la
juzga desdeñable, en sí mismo como en el prójimo, y no vacila en
considerar endeblez cualquier insuficiencia, ya consista ésta en no
ser el amo de su propia casa, en la incapacidad de superar los
obstáculos en su misma persona, en la precisión de aceptar ayuda
ajena, o incluso en el hecho de estar poseído por la angustia. Dado
que desprecia radicalmente toda «debilidad» en sí mismo, y como no
puede dejar de creer que los otros también lo detestarán si
llegaran a descubrir su flaqueza, realiza denodados esfuerzos para
ocultarla, pero sigue subyugado por el constante temor de que tarde o
temprano se lo desenmascarará; de ahí su permanente angustia.
Estos sentimientos
de culpabilidad, con las autoacusaciones que los acompañan, no solo
son el resultado —y no la causa— del miedo a la reprobación;
representan, asimismo, una defensa contra éste. Cumplen para ello la
doble finalidad de inducir a los demás a reconfortar al sujeto y de
trastocar el verdadero estado de cosas; esto último lo consiguen
distrayendo la atención de lo que es preciso encubrir, o
manifestándose en forma tan exagerada que dejan de parecer sinceros.
Las
autoacusaciones no solo protegen del miedo a la reprobación; también
incitan a reconfortar al sujeto, pues los demás se sienten obligados
a disuadirlo de su pretendida culpabilidad. Pero asimismo ofrecen
cierto reconfortamiento, aunque no intervenga otra persona, pues
levantan el autoaprecio del neurótico al demostrarle que posee un
juicio moral tan agudo, que se incrimina a sí mismo de faltas que
otros pasan por alto, haciéndole sentirse de esta manera, en última
instancia, como una persona auténticamente admirable. También le
brindan cierto alivio, ya que por lo general no tocan el real motivo
del descontento consigo mismo, dejándole de esta suerte abierta una
puerta secreta para la creencia de que, después de todo, no es tan
malvado como pareceDr. Adolfo Vásquez Rocca
VÁSQUEZ
ROCCA, Adolfo, “Freud
y Kafka: Criminales por sentimiento de culpabilidad: En torno a la
crueldad, el sabotaje y la auto-destructividad humana”, En
EIKASIA, Revista de la Sociedad Asturiana de Filosofía SAF, Nº 55 –
marzo, 2014 – ISSN 1885-5679 – Oviedo, España, pp. 73 – 92.
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- MASSONE,
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Vásquez
Rocca, Adolfo, “Freud
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En Revista Almiar –Margen Cero– Nº 71 | noviembre-diciembre
2013, Madrid.
http://www.margencero.com/almiar/vasquez-rocca-freud-y-kafka/
ILUSTRACIONES
(Encabezamiento)
Obra Kafka,
el Proceso o criminales por sentimiento de culpabilidad,
por Adolfo Vásquez Rocca (©), en ArteLista Galería virtual de Arte
Contemporáneo | (En el cuerpo del artículo) Kafka5jahre,
[public domain], via Wikimedia Commons y Sigmund
Freud,
By César Blanco from Mexico (Sigmund Freud Uploaded by Viejo
sabio) [CC-BY-2.0
(http://creativecommons.org/
licenses/by/2.0)], via Wikimedia Commons
licenses/by/2.0)], via Wikimedia Commons
NOTAS
La presente investigación —publicada en forma inédita en Revista Almiar (Margen Cero)—, es una primera entrega de un proyecto de investigación mayor —en marcha— que desarrollo como Académico Investigador de la Vicerrectoría de Investigación y Doctorados y Docente de la Escuela de Psicología de la Universidad Andrés Bello, UNAB. Una próxima entrega podrá recoger una buena parte de los elementos aquí expuestos para hacerlos objeto de una revisión o profundización. Los estudios culturales avanzan en una pesquisa que de seguro dará lugar a una red de textos en despliegue, confirmando la antigua sospecha de los cabalistas, ante la vertiginosa deriva, ante el desplazamiento permanente, ante la sobre-interpretación. En cuanto un texto se convierte en «sagrado», como es la obra de Freud, para cierta cultura, se vuelve objeto de un proceso de lectura sospechosa y, por lo tanto, de lo que el semiólogo Umberto Eco ha denominado exceso de interpretación. Esto también acontece con las interpretaciones de la Biblia, en lo que constituye el nuevo index del cristianismo, y también —de modo principal— en la exégesis judía, el antiguo canon, donde se ha practicado con predilección el género del comentario. La exégesis judía da cabida a glosas de las Sagradas Escrituras, que generan asimismo otros comentarios, en un interminable proceso de despliegue textual, método al cual Freud nunca fue ajeno.
La presente investigación —publicada en forma inédita en Revista Almiar (Margen Cero)—, es una primera entrega de un proyecto de investigación mayor —en marcha— que desarrollo como Académico Investigador de la Vicerrectoría de Investigación y Doctorados y Docente de la Escuela de Psicología de la Universidad Andrés Bello, UNAB. Una próxima entrega podrá recoger una buena parte de los elementos aquí expuestos para hacerlos objeto de una revisión o profundización. Los estudios culturales avanzan en una pesquisa que de seguro dará lugar a una red de textos en despliegue, confirmando la antigua sospecha de los cabalistas, ante la vertiginosa deriva, ante el desplazamiento permanente, ante la sobre-interpretación. En cuanto un texto se convierte en «sagrado», como es la obra de Freud, para cierta cultura, se vuelve objeto de un proceso de lectura sospechosa y, por lo tanto, de lo que el semiólogo Umberto Eco ha denominado exceso de interpretación. Esto también acontece con las interpretaciones de la Biblia, en lo que constituye el nuevo index del cristianismo, y también —de modo principal— en la exégesis judía, el antiguo canon, donde se ha practicado con predilección el género del comentario. La exégesis judía da cabida a glosas de las Sagradas Escrituras, que generan asimismo otros comentarios, en un interminable proceso de despliegue textual, método al cual Freud nunca fue ajeno.
[1] KAFKA, Franz, El Proceso, (Der Prozess) 1925, Alianza Editorial, Madrid, 1994.
[2] KAFKA, Franz, El Castillo, (Das Schloß) 1922. Novela inacabada, Alianza Editorial, Madrid, 1995.
[3] MASSONE, Antonio, Kafka o la zozobra de lo humano, pp. IX – XXI, en prólogo de Obras Escogidas de Franz Kafka, Editorial Andrés Bello, Santiago, Santiago 1992.
[4] CITATI, Pietro, Kafka, Cátedra Ediciones, Colección Travesías, Versal, Madrid, 1993, p. 144.
[5] El relato Frente a la ley
lo publicó Kafka en varios contextos diferentes: como relato autónomo
en el diario Selbstwehr (1915), algo más tarde en el libro Der jüngste Tag, y más tarde tejido dentro de otros relatos como en Ein Landarzt y Der Prozeß.
Este último libro, publicado postreramente, terminó siendo «armado» por
Max Brod ya que Kafka iba escribiendo diversos capítulos pero era
incierto el orden que tomarían en el diseño final de la obra, que quedó
inconclusa.
[6] FREUD, Sigmund.: Obras Completas, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1995, Vol.14: Algunos tipos de carácter dilucidados por el trabajo psicoanalítico (1916): Los que delinquen por sentimiento de culpabilidad. Extraído de: Sigmund Freud. Obras completas. Volumen 14 (1914-1916).Amorrortu Editores. Bs. As., 1979, p. 338.
[7] Ibid.
[8] MANNONI, Octave, Freud; El descubrimiento del inconsciente, Ediciones Nueva Visión SAIIC., Buenos Aires, 1987, pp. 139 – 140.
[9]
FREUD, Sigmund. Obras completas de Sigmund Freud. Volumen XVIII – Más
allá del principio de placer, Psicología de la masas y análisis del yo, y
otras obras (1920-1922). 1. Más allá del principio de placer (1920).
Traducción José Luis Etcheverry. Buenos Aires & Madrid: Amorrortu
editores.
[10] FREUD, Sigmund, «Hay
en todo ser vivo la tendencia a regresar al estado anterior de no-vivo,
‘todo ser vivo muere necesariamente por causas internas”». En Más allá del principio de placer (1920), Amorrortu editores, Buenos Aires (234).
[11] FROMM, Erich (1975). Anatomía de la Destructividad Humana. México: Siglo XXI Editores, 1989.
[12] FREUD, Sigmund, El malestar en la cultura, Alianza Editorial, Madrid, 2004.
[13] VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, Negociación, culpa y crueldad: de Nietzsche a Freud, En Revista LÉXICOS Nº 9, UE, 2007, http://lexicos.free.fr/Revista/numero9articulo2.htm
[14] Ibid, p. 80.
[15] MANNONI, Octave, Freud; El descubrimiento del inconsciente, Ediciones Nueva Visión SAIIC., Buenos Aires, 1987, pp. 139 – 140.
[16]
El sentimiento de culpabilidad se incuba progresivamente en la
conciencia del «yo», como estructura diferenciada del «ello», cuando
entran en conflicto sus imperiosas tendencias, con las impositivas y
represoras exigencias del «super-ego», como estructura diferenciada del
«yo»: «El sentimiento de culpabilidad, afirma en El Malestar en la Cultura,
es la percepción que tiene el “yo” de la vigilancia que se le impone,
es su apreciación de las tensiones entre sus propias tendencias y las
exigencias del “super-ego”».
[17] FREUD, Sigmund, El malestar en la cultura, en Obras completas, Editorial Biblioteca Nueva, Madrid 1968, vol. III p.50-51.
[18] FREUD, Sigmund, El malestar en la cultura, 1930, p. 64.
[19] FREUD, Sigmund, (1916:339).
[20] FREUD, Sigmund.: Obras Completas, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1995, Vol.14: Algunos tipos de carácter dilucidados por el trabajo psicoanalítico (1916): Los que delinquen por sentimiento de culpabilidad. II – Los que fracasan cuando triunfan, pp. 323 – 337.
_____,___ (1916), Algunos tipos de carácter dilucidados por el trabajo Psicoanalítico. En S. Freud, O. C., Bs. As.: A. E., XIV.
[21] TRUFFAUT, François. El cine según Hitchcock, Alianza Editorial, Madrid, 2002, p. 98.
[22] HORNEY, Karen, La personalidad neurótica de nuestro tiempo, Editorial Paidós, Buenos Aires (Argentina), 1971. p. 13
Adolfo
Vásquez Rocca. Doctor en Filosofía por la Pontificia Universidad
Católica de Valparaíso; Postgrado Universidad Com- plutense de
Madrid, Departamento de Filosofía IV, mención Filosofía
Contemporánea y Estética. Profesor de Postgrado del Instituto de
Filosofía de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso;
Profesor de Antropología y Estética en el Departamento de Artes y
Humanidades de la Universidad Andrés Bello UNAB. Profesor de la
Escuela de
Periodismo, Profesor Adjunto Escuela
de Psicología y de la Facultad de Arquitectura UNAB Santiago.
–Miembro del Consejo Editorial Internacional de la ‘Fundación
Ética Mundial‘ de México. Director del Consejo Consultivo
Internacional de ‘Konvergencias‘,
Revista de Filosofía y Culturas en Diálogo, Argentina. Miembro del
Consejo Editorial Internacional de Revista
Praxis –Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional
UNA, Costa Rica. Miembro del Conselho Editorial da Humanidades
em Revista, Universidade Regional do Noroeste do Estado do Rio
Grande do Sul, Brasil y del Cuerpo Editorial de Sophia
–Revista de Filosofía de la Pontificia Universidad Católica del
Ecuador–. –Secretario Ejecutivo de Revista Philosophica
PUCV. –Asesor Consultivo de Enfocarte
–Revista de Arte y Literatura– Cataluña / Gijón, Asturias,
España. –Miembro del Consejo Editorial Internacional de
‘Reflexiones
Marginales‘ –Revista de la Facultad de Filosofía y Letras
UNAM. –Miembro del Comité Editorial de International
Journal of Safety and Security in Tourism and Hospitality,
publicación científica de la Universidad de Palermo. –Miembro
Titular del Consejo Editorial Internacional de Errancia,
Revista de Psicoanálisis, Teoría Crítica y Cultura –UNAM–
Universidad Nacional Autónoma de México. –Miembro de la
Federación Internacional de
Archivos Fílmicos (FIAF) con sede en Bruselas, Bélgica.
Director de Revista
Observaciones Filosóficas. Profesor visitante en la Maestría en
Filosofía de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. –
Profesor visitante Florida
Christian University USA y Profesor Asociado al Grupo
Theoria – Proyecto
europeo de Investigaciones de Postgrado –UCM. Eastern
Mediterranean University – Academia.edu. Académico
Investigador de la Vicerrectoría de Investigación y Postgrado,
Universidad Andrés Bello. –Investigador Asociado y Profesor
adjunto de la Escuela Matríztica
de Santiago –dirigida por el Dr. Humberto Maturana. Consultor
Experto del Consejo
Nacional de Innovación para la Competitividad (CNIC)– Artista
conceptual. Crítico
de Arte. Ha publicado el Libro: Peter
Sloterdijk; Esferas, helada cósmica y políticas de climatización,
Colección Novatores, Nº 28, Editorial de la Institución Alfons el
Magnànim (IAM), Valencia, España, 2008. Invitado especial a la
International Conference de la Trienal
de Arquitectura de Lisboa | Lisbon Architecture Triennale 2011.
Traducido al Francés – Publicado en la sección Architecture
de la Anthologie: Le
Néant Dans la Pensée Contemporaine. Publications du Centre
Français d’Iconologie Comparée CFIC, Bès Editions, París, ©
2012.
ADOLFO VÁSQUEZ ROCCA PH.D.
Freud y Kafka: Criminales por sentimiento de culpabilidad _ Dr. Adolfo Vásquez Rocca
Adolfo E. Vásquez Rocca, Adolfo Vásquez Rocca, Adolfo Vásquez Rocca Arquitectura, Adolfo Vásquez Rocca Biografía, Adolfo Vásquez Rocca Blog, Adolfo Vásquez Rocca Doctor en Filosofía, Adolfo Vásquez Rocca Facebook, Adolfo Vásquez Rocca Filosofía Contemporánea, Adolfo Vásquez Rocca PHD Filosofía Contemporánea, adolfo vásquez rocca wikipedia, Adolfo Vásquez Rocca YouTube, Aisthesis, ANARQUISTA ROMÁNTICO, Análisis Filosófico, Animal de ficciones, Antropología, Antropología Filosófica, Antropología Filosófica y Estética, Antropología médica, Antropología y Estética, Antropología y Filosofía Contemporánea, Apuntes de Filosofía del Arte, Apuntes sobre Arte Contemporáneo, Arquitectura, Art and Painting Rosi Lopez, Artículos y Textos de Filosofía, Arte, Arte Trilogía 'Esferas' de Peter Sloterdijk, ARTE - CINE INDEPENDIENTE, Arte - Dr. Adolfo Vásquez Rocca, Arte - Estética Ideas -FILOSOFÍA DEL ARTE, ARTE - Programas Académicos, Arte Artistas Y Postmodernidad, Arte Comunicaciones Y Teoría, Arte Conceptual, Arte conceptual - 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ARTE CONTEMPORANEO, Curso de Filosofía Contemporánea, Dada, Dano-Ex, Danza Contemporánea, Deconstrucción, Definicion de arte contemporaneo, Departamento Arte y Humanidades, Departamento de Artes, Departamento de Artes y Humanidades, Departamento de Artes y Humanidades UNAB, Departamento de Filosofía IV, Departamento de Filosofía UCM, deportes, digital journalism, Dirección de POstgrado, Dirección de Tesis, Director de Tesis, Directorio de Publicaciones, Directorios de Filosofía, Directorios internacionales, Directorios Internacionales de Filosofía, discurso estético, Diseño, Doctor en Filosofía, Doctorado en Estética, Doctorado en Filosofía, Doctorado en Filosofía Contemporánea, Doctorado y Magister En Filosofía, Documenta de Kassel, Dr Adolfo Vásquez Rocca, Dr en Filosofía, Dr. Adolfo Vásquez Rocca relacionado con la genialidad, Dr. Peter Sloterdijk, Educación Consultor Experto, educacion, El Arte como Filosofía, El Arte Contemporáneo en La Posmodernidad, EL ARTE DE LA FILOSOFIA, EL ARTE EN LA POSTMODERNIDAD, El arte y la ciudad., El carácter estético-ficcional del conocimiento, el concepto de Arte, El giro estético de la epistemología, El objeto estético, El Pop-art, El Sistema De Las Artes, electronica, Emociones, Ensayos de Teoría del Conocimiento IB, Entrevistas Peter Sloterdijk, Epistemología, Epistemología y Lógica, ESCANER CULTURAL || portada - Revista Virtual de Arte, Escatología, Eschatology, Escuela Contemporánea de Humanidades, Escuela de Arquitectura, Escuela de Bellas Artes, Escuela De Bellas Artes - De Artes Aplicadas, Escuela de Bellas Artes de Viña del Mar, ESCUELA DE CINE, Escuela de Filosofía - Estética y Filosofía del Arte, Escuela de Postgrado Filosofía y Humanidades, Escuela de Psicología, EScuela de Psicología. Doctor en Filosofía, Escuela Matríztica, Escuela Matríztica de Santiago, Escuela Superior de Arte y Arquitectura MÁSTER EN ART, Esferas, ESTÉTICA, ESTÉTICA FILOSOFÍA Y TEORÍA DEL ARTE, ESTÉTICA Y CINE, ESTÉTICA Y FILOSOFÍA CONTEMPORANEA, ESTÉTICA Y FILOSOFÍA DE LAS ARTES, ESTÉTICA Y FOTOFRAFÍA DE ARTE, ESTÉTICA Y POSTMODERNIDAD, Estética - Filosofía del Arte, Estética Arquitectura, Estética Arte y Hermeneútica, Estética Diseño, Estética Diseño - FILOSOFÍA Y ARTE CONTEMPORÁNEO, Estética en Revista Observaciones Filosóficas, Estética Filosófica, Estética Filosofía, Estética Fotográfica - Fotografía Arte, Estética y Arte, Estética y Crítica de la Modernidad, Estética y epistemología, Estética y Filosofía del Arte, Estética y pensamiento Contemporáneo, Estética y política, Estética y Teoría del Arte, Estética y Teoría del Arte Revista Observaciones Fil, Estéticas y prácticas postmodernas., ESTETICA-ARTE-EXPRESION-FOTOGRAFICA, ESTETICA-DISEÑO-ARTE-CONTEMPORANEO, Estudios Culrurales, Estudios Filosóficos Comparados, estudios-avanzados. postgrado-en-filosofía, etica-mundial, Existencialismo, experiencia estética, Exposición de Arte, Exposición virtual de Rosi Lopez, Exposiciones de Arte, Factory, Facultad de Arquitectura, Facultad de Arte, Facultad de Arte y Filosofía, Facultad De Artes, Facultad de Artes - Universidad, Facultad de Filosofía Universidad de Cuenca Ecuador, Facultad de Filosofía y Educación, Facultad de Humanidades, Fenomenología, Filme, Filosófica y Estética contemporánea, Filosfía Y Arte, FILOSOFÍA ARTE FILOSOFÍA - ARTE Y FILOSOFÍA, FILOSOFÍA DEL ARTE MODERNO, FILOSOFÍA E IMAGEN CINEMATOGRÁFICA, FILOSOFÍA Y ARTE CONTEMPORÁNEO, FILOSOFÍA Y TEORÍA DEL ARTE - FILOSOFÍA CONTEMPORÁN, Filosofía, Filosofía Arte Y Epistemología, Filosofía Universidad de Arte, Filosofía - Arte y Filosofía- Imágenes, Filosofía alemana, Filosofía analítica, Filosofía Arte y Ciencia, Filosofía Contemporanea – Transversales, Filosofía Contemporánea, Filosofía contemporánea Dr. Adolfo Vásquez Rocca, Filosofía Continental, Filosofía de la Biología, Filosofía de la Ciencia, Filosofía de la Educación, Filosofía de Nietzsche, Filosofía Del Arte, Filosofía del arte - Concepto filosófico | Filosofía, Filosofía Del Límite, Filosofía existencialista, Filosofía FRancesa, Filosofía Moderna, Filosofía moderna y contemporánea, Filosofía Política, Filosofía y Antropología, Filosofía y artes narrativas, Filosofía y Culturas en Diálogo, Filosofía y Estética, Filosofía y Estética Contemporánea, Filosofía y Literatura, Filosofía y sociología del gusto, filosofía-posmoderna, filosofía-postmoderna., Filosofia arte movimientos Literarios Culturales, Filosofia Contemporanea Arte Contemporaneo, FILOSOFIA DEL ARTE 2, Filosofia Y Arte, Filosofia Y Arte Posmoderno, Filosofos Contemporáneos, Fluxus, Fondecyt, Foro de Arte en Arte y Filosofía, FOTOGRAFÍA DE ARTE, Foucault, FOUCAULT Michel, FRANCIS BACON, Francis Bacon - pintor, FRANCIS BACON Y DELEUZE, Francis Bacon. 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Web del Autor: http://www.danoex.net/adolfovasquezrocca.html
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Vásquez Rocca, Adolfo, “Freud y Kafka: Criminales por sentimiento de culpabilidad: En torno a la crueldad, el sabotaje y la auto-destructividad humana”, En EIKASIA, Revista de la Sociedad Asturiana de Filosofía SAF, Nº 55 – marzo, 2014 – ISSN 1885-5679 – Oviedo, España, pp. 73 – 92. http://www.revistadefilosofia.org/55-04.pdf
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Vásquez Rocca, Adolfo, “Freud y Kafka: Criminales por sentimiento de culpabilidad: En torno a la crueldad, el sabotaje y la auto-destructividad humana”, En EIKASIA, Revista de la Sociedad Asturiana de Filosofía SAF, Nº 55 – marzo, 2014 – ISSN 1885-5679 – Oviedo, España, pp. 73 – 92. http://www.revistadefilosofia.org/55-04.pdf
Vásquez Rocca, Adolfo, “Freud y Kafka: Criminales por sentimiento de culpabilidad: Crueldad, Neurosis y Civilización”,
En ERRANCIA, La Palabra Inconclusa– Revista de Psicoanálisis, Teoría
Crítica y Cultura, Nº 3 © 2012, Universidad Nacional Autónoma de México
UNAM
http://www.iztacala.unam.mx/errancia/v8/PDFS_1/TEXTO%20POLIETICAS%202%20ERRANCIA%208.pdf
En Poliéticas del Cuerpo: http://www.iztacala.unam.mx/errancia/v8/polieticas_2.html
Vásquez Rocca, Adolfo, “Freud y Kafka: Criminales por sentimiento de culpabilidad: En torno a la crueldad, el sabotaje y la auto-destructividad humana”, En Revista Almiar –Margen Cero– Nº 71 | noviembre-diciembre 2013, Madrid.
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Bibliografía:
ADOLFO VÁSQUEZ ROCCA PH.D.
En Poliéticas del Cuerpo: http://www.iztacala.unam.mx/errancia/v8/polieticas_2.html
ARTE Y PSICOPATOLOGÍA
Dr.
Adolfo Vásquez Rocca
“GENIALIDAD,
MELANCOLÍA Y DELITO; LA ÉPOCA CRIMINAL DE LO MONSTRUOSO”
Culpa
y Psicopatía. Freud
La
repetición. Impulso y psicopatía.
Las
descompensaciones por frustración.
Cosificación.
Neurosis y Psicopatía.
Adoctrinamiento
y psicopatía.
Persona
versus cosa.
Egocentrismo.
Sobrevaloración y Seducción
Mentira.
Actuación. Fascinación.
Coerción.
Parasitismo. Relaciones utilitarias.
Insensibilidad.
Crueldad. Intolerancia a la Frustración
Fuente (original)
Dr. Hugo Marietan
Características
psicopáticas. Los conceptos que se van a abordar son el fruto de
largos años de investigación sobre este tema en la teoría, pero
por sobre todas las cosas en la practica clínica: con la observación
de psicópatas, de complementarios, de hijos o parejas de psicópatas,
de padres, hermanos. Muchas ideas que leerán no serán encontradas
en la literatura sobre el tema, precisamente porque es el resultado
de concluir en base a la observación en lugar de tratar de forzar un
conocimiento teórico a la realidad clínica. La idea es que ustedes
puedan detectar los psicópatas o sus efectos sobre la familia. Y
aquí mismo va algo que he concluido hace poco tiempo sobre la
familia y el psicópata y que les puede ser de utilidad. En el grueso
de los casos de psicópatas, la psicopatía se ejerce fuera de la
familia. Puede resultar un padre particular o esposo distinto, pero
la mayor radiación psicopática es hacia afuera. Pero en un
porcentaje chico esa psicopatía se ejerce en la misma familia. A
veces este accionar es explícito, florido y no hay mayores
dificultades de detectarlo; otras es solapado y se lo descubre por
sus efectos siguiendo el siguiente principio: “cuando en una
familia la mayoría de sus miembros presentan trastornos
psicopatológicos graves, hay un psicópata” Por lo general es el
padre, la madre o un conviviente adulto (abuela, tía, etcétera). Va
como ejemplo el de una familia que consulta por una crisis psicótica
de la hija, el hermano está internado en una clínica de
recuperación de drogadictos, el padre en permanente descompensación
ansiosa pero se presenta colaborador y preocupado, al igual que la
madre, en el tratamiento de su hija. La madre parecía llevar con
resignación semejante peso, hasta que poco a poco, a lo largo de
tres meses, se fueron detectando los rasgos psicopáticos: jugadora
compulsiva, manipuladora, mentirosa pertinaz pero hábil, robaba
dinero a la madre, a sus hijas a su propia madre. Pero si no se
estaba atento parecía simplemente una madre sobrellevando un
problema. Todos giraban en torno a ella, nadie podía salir de esa
órbita, como un sol negro tomaba la energía de todos y no los
dejaba desarrollarse. Cuando tratemos los casos de familia
abundaremos sobre este caso y otros semejantes. El otro principio es
de gran utilidad semiológica y lo descubrí tratando a algunos
psicópatas que me hicieron concluir que: “los psicópatas pueden
presentar rasgos neuróticos”. En la literatura se menciona que los
neuróticos pueden presentar rasgos psicopáticos, esto en cierto
sentido es real, en su momento discutiremos que hay enormes
diferencias cuali y cuantitativas en estos rasgos en uno y otro. Pero
el hecho que los psicópatas presenten rasgos neuróticos es una
fuente permanente de confusión por dos motivos, primero porque hasta
el momento no hay un gran conocimiento sobre el psicópata que yo
llamo “cotidiano”, aquel que no es un delincuente, asesino o
violador, que no presenta una psicopatía como para salir en los
diarios. Puede ser un profesional, un empresario, un empleado, una
maestra, un ama de casa y ejerce su psicopatía en un grupo reducido.
Segundo, y como consecuencia de lo primero, si presenta rasgos
neuróticos, es diagnosticado si o sí como neurótico y se tardan
años (a veces nunca se los descubre) en darse cuenta que están
frente a un psicópata detrás de una cortina de humo neurótica.
Empezaremos con el tema de hoy que es el siguiente: Caracterización
y discusión de rasgos: Descriptor de psicopatía 1) Satisfacción de
necesidades distintas: a) Uso particular de la libertad Necesidades
distintas A principios del 2003 debía hacer algunas reparaciones de
albañilería en uno de mis consultorios por lo que contraté a un
recomendado de la joven encargada de la limpieza. Vino al día
siguiente, muy temprano, un hombre de unos 35 años. La tarea era
bastante pesada y el hombre menudo, pero habilidoso. Pasado el
mediodía mandé a comparar un sándwich, de esos de pan francés que
desbordan milanesa, generoso en tomate y lechuga. Se lo llevo, el
hombre agradece y mientras lo come muy lentamente y sin que yo se lo
pidiera me cuenta una historia: “Yo, hasta hace tres meses, estuve
preso durante un año en una de las cárceles más bravas. El pan de
este sándwich es tres veces más grande de lo que comía en la
celda. Estaba en las celdas comunes junto a otros veinticinco presos
más, a la mañana temprano los guardias dejaban un cesto con pedazos
de pan y todos nos abalanzábamos para agarrar un pedazo en medio de
empujones, codazos y trompadas. Si te tocaba algo, bien, sino a
esperar hasta el mediodía. A eso de las doce se abría otra vez la
puerta y dejaban una olla grande por lo general con polenta
aguachenta y allí íbamos todos sobre la olla, como animales,
tratando de meternos unos bocados. A la cuchara común que teníamos
provista le doblábamos el mango para hacerla tipo cucharón, de esa
manera se caía menos polenta en medio de los forcejeos. Y eso se
repetía a las cinco y a la cena. Vivíamos con hambre. Pero con
mucho hambre; dolía el estómago, para calmarlo tomábamos agua. Por
un rato pasaba y luego otra vez. Sólo pensábamos en comer y en
defendernos de los otros y en cuidarnos del capo (cada celda tenía
su jefe, un preso, de los pesados, que a su vez tenía su jefe en
otras celdas, si algo andaba mal en nuestra celda -mal según lo que
consideraban mal ellos- la ligaba nuestro capo). Pensábamos en
comer, soñábamos con comida, y hubiéramos hecho cualquier cosa por
comer. Ocupaba toda nuestra cabeza y esas cuatro a cinco cucharadas
de polenta pasaron a ser algo exquisito. Había otras maneras de
conseguirse comida, pero había que tener plata o tarjetas para
llamar por teléfono o pastillas o cigarrillo o droga; con alguna de
esas cosas uno conseguía que el de la cocina te de un poco de comida
o un sándwich. Se escondía entre la ropa la comida y se la comía a
escondidas, sino te la sacaban a trompadas. Lo mismo pasaba cuando te
traían comida los familiares: el capo elegía lo que a él le
gustaba y después te daba la encomienda que tenías que defenderla
de los otros presos, por lo general te quedabas con un pedazo de algo
y el resto lo comían los que arrebataban. De chico era pobre, era
escasa la comida, pero nunca pasé tanto hambre como en la cárcel.
Había otros sectores, estaba el sector VIP, pero para estar allí
hacía falta mucha plata y mantenerse con plata, porque si se te
acababa, te bajaban a las celdas comunes y ahí no contabas el
cuento. Odiaban a los del VIP. El otro sector era el de los Testigos
de Jehová, los religiosos, allí estabas protegido (se cuidaban
mucho entre ellos), pero tenías que hacer buena letra, ellos te
elegían y te ponían a prueba un mes. En realidad te podían echar
en cualquier momento y cuando volvías a los comunes te daban una
paliza de aquellas. Con los Testigos tenías que levantarte a las
cinco de la mañana todos los días, rezar una hora para agradecer el
pan que veían una hora después. A las seis llegaba la canasta con
el pan y ellos repartían pedazos iguales para todos, comías en
silencio y luego otra hora de rezos para agradecer lo que comiste. A
las once otra vez a rezar una hora por la polenta, que era la misma
cantidad, pero sin forcejeos. No había violencia, pero teníamos que
cuidarnos de no meter la pata porque nos echaban. Si recibíamos una
encomienda teníamos que repartirla entre todos en partes iguales. O
sea que nos moríamos de hambre igual, pero sin trompadas. Mis
familiares contactaron con un abogado muy piola que me sacó
enseguida, ahora trabajo gratis para él, hasta pagarle la deuda,
creo que en dos años voy a estar a mano. Tuve suerte, los que
cayeron conmigo todavía están presos”. A veces en las clases
sobre psicopatía es difícil transmitir la idea de necesidad. Yo me
valgo de narraciones como estas para dar un acercamiento al concepto
porque es muy raro que el auditorio, estudiantes de medicina,
médicos, psicólogos, etcétera, puedan comprender, en sentido de
Dilthey, lo que es sentir una necesidad; en general para ellos
hambre, por ejemplo, es el apetito o tener ganas de comer algún tipo
de alimento y ambos son postergables hasta una hora conveniente. Por
otro lado, el hecho de que exista suficiente cantidad de alimento a
disposición es una idea que tranquiliza. Muchos de los que escuchan
o están leyendo esto, comen “porque es la hora de comer”. El
hambre es una necesidad de alimento que cuanto más pasa el tiempo
sin satisfacerla más ocupa la mente. Llega un momento, como contaba
el preso, que es en lo único que se piensa. Al pasar de los días el
hambriento va dejando atrás sus capas de civilización con tal de
conseguir llevarse algo comestible a la boca, hasta contactar con su
esencia animal, y allí no hay leyes comunes, sólo la de sobrevivir.
Aún así hay diferencia entre un común y un psicópata. La
necesidad extrema de un común puede ser entendida por otros, si
alguien roba para comer y sus circunstancias “lo justifican”, se
puede llegar a la idea de que robó “porque no le quedaba otra; yo,
en su lugar, hubiese hecho lo mismo (empatía)”. Pero ocurre que el
psicópata tiene necesidades especiales, es decir, por fuera de las
necesidades compartidas por los comunes. Y esa necesidad ‘especial’
tiene la misma fuerza para impeler a la acción que una necesidad
común, el hambre por ejemplo. Al ser distinta la necesidad pierde su
capacidad de empatía, los comunes, el grueso de la población, no
pueden comprenderla. Pongamos un ejemplo: la necesidad de matar.
Todos tenemos la capacidad de matar si las circunstancias especiales
nos colocan en la alternativa: él o yo, o mi familia o ellos,
etcétera, si es una cuestión de defensa extrema, de sobrevivencia.
Pero no tenemos la necesidad de matar. Hay un tipo de manifestación
de psicopatía, el asesino, que experimenta esa necesidad. El debe
cumplimentar esa necesidad, debe matar. En estos tiempos de
inseguridad grave en Argentina ocurren
robos a mano armada muy frecuentemente. Los robos a mano armada en
Argentina, en esta época de inseguridad grave, son frecuentes. La
enorme mayoría de ellos, si no hay resistencia de parte de la
víctima, se resuelve con la entrega del dinero. Hay casos en que la
victima es herida o muerta si el asaltante está drogado o interpreta
que hay resistencia, o que lo va a reconocer, etcétera. Pero hay un
pequeño porcentaje en que la víctima no se resiste, entrega todo, e
igual resulta muerta, porque se topó no con un simple asaltante sino
con un asesino, alguien que necesita matar. Este último caso es muy
difícil de entender para el común, y esto es así, porque evalúa
con códigos comunes, con una escala de valor compartida, un hecho
que tiene su raíz en algo especial, por fuera de su rango de
razonamiento. La repetición Evaluemos otra característica de la
necesidad: la repetición. Volvamos a nuestro ejemplo del hambre. Hay
una secuencia: tenemos hambre, ingerimos alimento, pasa el hambre.
Tiempo después, volvemos a tener hambre y repetimos la secuencia. Es
decir, el hambre no es un hecho circunstancial o transitorio, sino
que está instalado en nosotros, es permanente. Al ser saciado
amaina, desocupa nuestra mente, pero está. Cuando los parámetros
fisiológicos así lo determinan, vuelve a ocupar nuestra mente y
accionamos en busca de alimento. Una y otra vez. La necesidad se hace
presente en nuestra mente y repetimos las acciones para
satisfacerlas. A cualquiera le resulta sencillo asimilar así y con
este ejemplo, el concepto de repetición de un accionar. Pero si en
lugar de hambre colocamos como necesidad matar, ya no es
comprensible. Yo era amigo de un compañero de estudio de medicina.
El era de esos pocos que desde primer año ya sabía que iba a
especializarse en cirugía. Estudiaba anatomía con pasión, pedía
permiso para quedarse hasta tarde disecando cadáveres. Cuidaba sus
manos con esmero y, justo es decirlo, tiene un pulso envidiable. Nos
graduamos y hasta el día de hoy nunca me perdonó que me dedicara a
la psiquiatría, especialidad que le merecía un calificativo que no
repito para no ofender. Cierta vez lo fui a visitar a una de sus
guardias de cirugía. Lo encontré pálido, sudoroso, muy inquieto,
se veía muy mal. Le pregunté qué le pasaba, se resistió un poco,
pero en honor a nuestra amistad, me tiró la planilla de operaciones.
Estaba vacía. “Te das cuenta lo que me pasa, no tengo a quién
cortar, eso me tiene mal”. Eso me dejó de una pieza y recién hace
pocos años, después de estudiar estos temas, logré entender aquel
episodio. Él tenía una necesidad, “tenía hambre de cortar” y
en esa guardia no podía satisfacerla; sólo le quedaba la esperanza
de una emergencia. Él es un cirujano brillante, y sé que muchos
cirujanos no lo entenderán, pero sé también que algunos de ellos
se sentirán aliviados de saber que hay otros que sienten, como
ellos, estas necesidades. Uso particular de la libertad Existen
distintos tipos de acercamiento al concepto de Libertad, aquellos que
la consideran una facultad relacionada con la inteligencia y la razón
y otros que la asimilan a una capacidad para decir sí o no (Sastre).
De las posturas nihilistas recortamos la de B. Spinoza: “los
hombres se engañan al creerse libres; y el motivo de esta opinión
es que tienen conciencia de sus acciones, pero ignoran las causas por
las que son determinadas; por consiguiente lo que constituye su idea
de libertad, es que no conocen causa alguna de sus acciones.(Ética,
2º parte, proposición XXXV). Las personalidades psicopáticas
tienen un particular sentido de la libertad. Ser libre, en sentido
pragmático, es poder hacer sin impedimentos. Poder optar. Las trabas
a la expansión de la acción, pueden ser internas o externas. A las
primeras la llamamos inhibición o represión a las segundas presión
ya sea social o del medio en sí. Si seguimos el hilo de razonamiento
que nos trajo hasta aquí, el concepto de necesidad, y sobre todo el
de necesidades especiales, rápidamente intuiremos que para las
acciones comunes nos basta con un rango acotado de libertad; no
ejecutamos acciones especiales para las tareas rutinarias y comunes,
en consecuencia no ampliamos nuestro concepto de libertad para
llevarlas a cabo, ni es necesario que nos reprimamos. Cumplimentar
una necesidad especial requiere a su vez del ejercicio de una
amplitud del sentido de libertad, de un desapego de las inhibiciones
comunes, un apartarse de las represiones estándar. Un ampliar el
accionar a tal expansión que lleve a los actos útiles para
satisfacer la necesidad especial. Esta mente se abre paso sin los
escollos represivos que normalmente inhiben las acciones de los
comunes. Debe permitirse hacer más allá de lo permitido. Debe
ejercer una libertad particular que abarque los confines de su
necesidad especial. Y este permitirse hacer debe estar a su vez libre
del reproche interno, de lo que llamamos culpa, de lo contrario no
sería ‘libertad’, sino ‘penosa obligación’, llegando al
absurdo de matar por necesidad y luego llorar sobre el cadáver,
derrumbado por la culpa. El psicópata debe caminar sobre cadáveres
con la tranquilidad interna, tal vez con la satisfacción, de haber
hecho lo que debía: satisfacer su necesidad, ajeno al sentimiento de
reproche de los comunes. El psicópata es una persona que se atreve a
cosas que el común no, la ley del psicópata es: “todo es
posible”. Aquí debemos establecer una diferencia esencial con el
neurótico. El psicópata expande su sentido de libertad, el
neurótico lo acota. El neurótico usa su neurosis para no hacer. Usa
el dolor y el temor al dolor para amansar a su esencia animal, para
ponerle freno y que no se manifieste. Usa la culpa para intentar no
repetir alguna falla en su represión. Tiene terror a destrabar
secuencias internas de acciones que no pueda controlar. Y está en
constante desarmonía consigo mismo por intentar armonizar con los
demás. El neurótico armó con sus prejuicios un cerco pequeño a su
libertad, pero sueña que lo agrandará algún día, tal vez después
de un análisis o de algún pase mágico, de algo proveniente del
afuera, en un mañana, en otro lugar. El psicótico no puede ni
acotar ni expandir su libertad por carecer de pragmatismo, de darle
un sentido útil a sus acciones en relación al exterior, por no
controlar las variables que le permitan un ajuste aceptable a su
medio. Por no poder controlarse a sí mismo, comprenderse mínimamente
y, en consecuencia, controlar sus acciones. El individuo normal
negocia su libertad. Es conciente que tiene ambiciones, necesidades,
deseos, y es conciente de la presión del medio a sus proyectos. Y
negocia, entrega una parte de su libertad a cambio de conseguir
objetivos armonizados con el medio. Avanza hasta que encuentra el
límite. Y ahí permanece. A veces da unos saltitos más allá del
borde, pero vuelve enseguida. Envidia sanamente a aquellos que
transgreden sin mayores daños, como el caso del cajero del banco que
salió corriendo con tres millones debajo del brazo y dejó una
notita: “no se preocupen, fui yo”. Si desea dar su opinión o
aporte escríbame a consultashm@gmail.com o click AQUI Entrega 16 La
culpa Caracterización y discusión de rasgos: 1) Satisfacción de
necesidades distintas: b) Códigos comunes y códigos propios:
Introyección de las normas, sorteo de las normas, remordimiento y
culpa. Concepto sobre culpa y responsabilidad. Códigos comunes y
códigos propios Los valores comunitarios tienen su origen en las
necesidades y las posibilidades que brinda el medio para
satisfacerlas. La suma de experiencias individuales y del grupo va
formando aquellos sedimentos de patrones de conductas deseables que
constituyen los valores. Estos valores son transmitidos del entorno
al individuo a través de la familia, la escuela, el grupo social.
Desde el punto de vista social los individuos ya nacen inmersos en
una atmósfera de valores. Como el pez nace ya rodeado de agua. Por
lo que va asimilando, haciendo la analogía con la química, como en
un proceso osmótico los valores de la comunidad. De tal manera que a
través del solo estar en un grupo éste le trasmite sus valores, sus
costumbres, sus modos de hacer. El humano es un copiador de gestos,
conductas, vocablos. El ‘deber ser’ le viene del otro en una
atmósfera de valores. Es por eso que el individuo incorpora desde su
inicio como integrante del grupo, los valores, como incorpora el
alimento a su organismo. No son procesos intelectuales que se
discuten o cuestionan, que haya que aprenderlos a determinada edad:
están allí, son esos y punto. Estos valores comunitarios son
introyectados, asimilados y luego pasan a ser parte del propio
individuo. Pasan a convertirse en "sus valores". Esto le
permite tener una conducta ajustada y no discordante con su entorno,
porque “sus valores”, tautológicamente, se corresponden con los
“valores comunitarios”. Un individuo ajustado a su grupo social
se mueve con soltura, con espontaneidad, porque conoce y está
inmerso en la rutina social; pocas cosas del accionar común le
resultan extrañas. Sabe e intuye qué debe o qué no debe hacer. No
cuestiona las normas, no se pregunta ¿por qué yo debo hacer esto?
Simplemente transcurre. Un individuo proveniente de una cultura no
occidental, lejos de las comunicaciones modernas, consideraría
absurdas, ridículas o graciosas muchas de nuestras “serias”
costumbres y se preguntaría, asombrado, ¿por qué estas personas
hacen esto? Y si tomara al azar a alguno de nosotros y nos hiciera
esa pregunta, seguramente no sabríamos fundamentar nuestra conducta,
es más nos asombraría que alguien pregunte algo tan obvio: esto hay
que hacerlo porque sí, porque se hizo siempre. Es decir, hay
costumbres que están tan “solidificadas” que no dan margen para
el cuestionamiento. Esta es también la fuente de la empatía, del
comprender al otro: si nos criamos juntos, si entendimos y sentimos
los mismos valores, si vivimos
experiencias semejantes, yo puedo comprender el por qué de la
mayoría de sus conductas. Esta solidificación de los valores
comunitarios en el individuo lo hace previsible. Sabemos que ante una
situación determinada el grueso de la población tendrá un tipo de
conducta previsible. Por supuesto que hay un rango de ajuste, y
también un rango de desajuste tolerado. Son aquellas pequeñas
desviaciones a los "valores bases" que distingue a un
individuo de otro. Es decir que en toda sociedad existe la
posibilidad de tolerancia a pequeñas desviaciones a las normas.
Responsabilidad y culpa La comunidad, el hecho de pertenecer a un
grupo, significa para el individuo un resguardo, un sistema de
seguridad. En ese grupo, él va a tener un deber, una responsabilidad
y deberá seguir un código. A cambio de eso el grupo, a su vez, lo
protege de circunstancias que pueden ser riesgosas para un individuo.
El deber, entonces, es la normativa consensuada de un grupo, y el
individuo debe responder a esa normativa con la obediencia. A ese
responder del individuo frente al grupo nosotros le damos el nombre
de responsabilidad. La responsabilidad es un hecho extrínseco,
objetivable; se sabe si tal individuo cumplió o no con su deber, si
ha sido responsable o no. La no obediencia de un deber es pasible del
reproche de los otros integrantes de la comunidad. Si se ha
transgredido un código común, la comunidad se siente con el derecho
al reproche. Luego están los principios personales, los códigos
propios de cada individuo, eso es interno y solamente él tiene en
cuenta, para sí mismo, si ha cumplido o no con sus principios. El
código personal, los propios principios, son absolutamente
subjetivos. No cumplir con esos códigos individuales genera ese
displacer interno que llamamos culpa. Así en ocasiones, se puede
faltar al deber, ser irresponsable desde el punto de vista objetivo y
desde el punto de vista de la mirada del grupo hacia el individuo.
Pero, para él, si ese acto o esa acción que cometió tiene una
justificación personal, privada, coherente con su código personal,
no manifiesta para sí mismo culpa, no se siente culpable. Ponemos
como ejemplo el caso de un padre que mata al violador y asesino de su
hija: es responsable ante la sociedad por homicidio, pero es probable
que para sus códigos internos haya hecho lo que debió hacer y no se
sienta culpable. Como otro ejemplo agregamos el de algunos asesinos
pasionales, celotípicos, que, torturados por la duda de la fidelidad
de su pareja llegan al quiebre, a la certeza de la infidelidad y
deciden acabar con su infierno eliminando a la pareja; única
solución que encuentra en su delirio. Después del asesinato se
sienten aliviados, liberados, sin culpa: “Es lo que había que
hacer”, dicen algunos. Aquí también se da la paradoja de ser
responsables ante la sociedad por el homicidio y a su vez no sentirse
culpable porque la acción ejecutada emanaba de una armonía interna
que, aunque patológicamente, la justificaba. El psicópata y las
normas Existen, por un lado la ley, las normas, y por otro lado las
ambiciones del individuo. Las ambiciones individuales deben encajar o
seguir las reglas de juego, los códigos de la sociedad para
conseguir un equilibro adaptativo. Hay límites a la ambición. La
sociedad tolera ciertos errores, pero no la ostentación del error.
La sociedad tiene una limitación y un permiso que es explícito y
corresponde a las normativas, a las leyes. Luego hay un permiso
tácito, implícito, que no está escrito, que hace que se toleren
algunas desviaciones a la norma. ¿Por qué al psicópata no le
importa sortear las normas? Porque sobredimensiona sus posibilidades,
su ingenio o su suerte por un optimismo ingenuo: "esta vez no me
van a agarrar", o "esto me va a salir bien" (es su
aspecto lúdico), o por un costo - beneficio aceptado. Es decir, por
asumir un riesgo que puede tener una consecuencia grave, pero que el
resultado de esa acción vale el llevar adelante el riesgo. Ser
optimista es fantasear en una proyección virtual hacia el futuro con
un resultado positivo. El optimismo está relacionado con la
ensoñación. Ésta es parte del trabajo psíquico que consiste en
utilizar la imaginación como campo de proyección de posibles
acciones a realizar. El psicópata no transgrede las normas.
Transgredir es valorar (conocer y sentir) las normas y a pesar de
ello sortearlas. El psicópata ve a las normas como un obstáculo a
sus ambiciones. La norma no le genera el temor inhibitorio que a la
mayoría de las personas. La norma tiene un enunciado y un
significado por sí (explícito) y por la amenaza (implícita) que
implica su no seguimiento. Es decir, en toda ley hay una amenaza, una
apelación a las consecuencias negativas que pueden ocurrirle al
individuo de no seguirlas. Subyace una prohibición, un daño a
futuro para aquel que no la cumpla. Toda ley, toda norma, genera
temor e implica la posibilidad de castigo. La ley está hecha para
domar, para doblegar y para condicionar las conductas instintivas de
los individuos y entornarlas con el siguiente lema "Si quieres
pertenecer a este grupo, estas son las reglas. Si se cumplen las
reglas estás dentro, si no las cumples estás fuera". El
psicópata tiene la particularidad de estar dentro del grupo y de
sortear alguna de sus normas pero no todas, de lo contrario sería
desplazado del grupo. ¿Hasta cuándo sucede esto? Hasta que en algún
momento se extralimita fuertemente y es "descubierto y
señalizado". Un personaje poderoso, ya fallecido, seguía un
concepto sobre el poder. Él decía "el poder es tener
impunidad, es hacer sin temer las consecuencias". Culpa y
psicopatía Para avanzar un poco más en este difícil tema paso
transcribir un fragmento de una clase para los médicos del Curso
Superior de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de la UBA,
dictado en el Hospital Borda: “Para sentir culpa uno debe sentirse
responsable de la acción, debe sentir que ha fallado. Cuando se
evalúa que son los otros, el medio o las circunstancias que lo han
hecho fallar, entonces no hay culpa. ¿Por qué un psicópata no
tiene culpa en sus acciones psicopáticas? Alumno: Se considera al
otro como una cosa y no como una persona. A: Tiene distinta escala de
valores. Marietán: ¿Por qué tiene distinta escala de valores? ¿De
dónde viene? ¿Lo trajeron de Estambul? ¿Cómo puede ser que tenga
otra escala de valores si nació con nosotros, jugó al fútbol con
nosotros, estaba en nuestra escuela y se conocían nuestros padres?
A: lo que pasa es que el egocéntrico está más atento a su propia
necesidad y no a la del grupo. M: Hay muchos que son así y son los
egoístas. Se justifican, pero ellos saben que han cometido algo
vergonzoso. No por eso son psicópatas. Recuerden que los psicópatas
son pocos. No confundan la psicopatía con los egoístas, con los
neuróticos, con los ambiciosos, que son otras variedades dentro de
la especie. ¿Por qué no tienen culpa los psicópatas para sus
hechos psicopáticos? Los valores morales vienen de afuera y el
individuo los introyecta. El individuo está inmerso en esos valores.
¿Por qué un individuo cumple una norma? A: Para evitar el castigo,
por empezar. M: Usted está hablando de que se es bueno a la fuerza,
usted está en contra de Sócrates, en contra de Rousseau (El hombre
nace bueno y la sociedad lo hace malo). Se cumple una norma porque se
cree que en el fondo de la norma hay algo bueno para todos, para el
grupo. No hay recompensa suficiente que pueda hacer que uno cumpla
una norma, que la siga lealmente, dignamente, sabiendo que va hacia
el mal. Uno cumple la norma porque cree, en el fondo, que esta norma
es para el bien común. Uno cumple una norma porque responde a un
bien común, y es lo dado. Como la sociedad es un resguardo del
individuo, entonces se da la retroalimentación, yo cumplo la
normativa y la sociedad me protege a mí, a mis hijos, etcétera.
Porque cumplir las normas corresponde a lo que se llama el bien
común. Cuando el individuo comete un acto que es transgresor, siente
culpa. ¿Por qué? Porque él transgrede la ley o la norma, pero
pasando a través de la norma, porque la tiene introyectada. Sabe
interiormente que lo que está por hacer es malo y le genera ese
displacer interno llamado culpa. Y no solamente lo sabe, sino que lo
siente. No solamente sabe la letra, sino también tiene introyectada
la melodía, la música de la norma. Uno atraviesa la norma, la
transgrede, pero como resultado obtiene la culpa. Sabe y siente que
está haciendo algo mal. El psicópata conoce la norma pero no la
tiene introyectada, entonces la bordea. Para él la norma es un
obstáculo, es una piedra a saltar. No la tiene introyectada. Conoce
la letra pero no tiene la música, no tiene la melodía, el
sentimiento, no la siente. Rodea la norma como un obstáculo. Conoce
la norma, porque cognitivamente no es un abandonado de Dios, pero no
conoce el sentimiento, no le da importancia al bien común, tal vez
no crea que exista el bien común. Por eso la típica respuesta
cuando se le dice "¿Por qué hiciste esto?, si no es bueno, no
es normal, no está bien". Entonces él contesta "¿quién
dice que no es normal? ¿qué, dos o tres viejos (como decía un
paciente mío) se juntaron para decir, esto es malo y esto es
bueno?". Uno, que lo tiene introyectado ni se lo pregunta. La
mayoría de nosotros ni se lo plantea. Lo toma como un acto "casi
religioso", un acto de fe, sin razonamiento, sin hacer análisis.
Las cosas son así y punto. Uno no tiene que hacer esto, no tiene que
hacer lo otro, ya se sabe que hay qué hacer y qué no. No hace falta
andar explicitando y analizando en cada momento, en cada acción, si
es buena o mala. A: En realidad, ésta búsqueda del bien común
tiene fundamentalmente mayor peso en lo moral. M: La moral es la
forma explícita y simplista de hablar de esto, que es mucho más
profundo, una cosa más implícita. Está introyectada y es algo que
se vivencia muy de adentro. A: Una persona altruista ¿puede
estar encubriendo un egocentrismo psicopático secreto? M: el
altruista es aquel que, manifiestamente, tiende a accionar en pro de
la comunidad o de los otros. Ahora, la motivación que lo lleva a eso
puede ser muy amplia. Tal vez el altruista sea una persona buena.
Está esa posibilidad también. No pensemos que detrás de todo
altruista hay una sublimación en el sentido de Nietzsche: "Cuidado
con los altruistas y con los caritativos que se están lavando a sí
mismos", decía Nietzsche, en Genealogía de la moral. Pero
existen los altruistas que son buenos, es decir, también tenemos que
creer que existen los buenos. Es cierto que de acuerdo a nuestra
experiencia los buenos parecen pocos. De esa manera, si el psicópata
no tiene internalizados los valores, ahí sí se entienden dos cosas:
¿Por qué no existe el sentimiento de culpa, de vergüenza en los
hechos psicopáticos? Vergüenza es la manifestación social de la
culpa o del ridículo. La culpa es de uno con uno mismo, en cambio la
vergüenza es la manifestación social de la culpa. ¿Por qué no
aprende ni con argumentación, ni con ciertas experiencias? Porque
para él lo que está haciendo está bien. Es egosintónico con su
accionar. Si se entiende esto es fácil entender lo demás. Para él,
lo que está haciendo es correcto de acuerdo a su valoración de las
cosas, es correcto para su propio código. Entonces, si es correcto y
sale mal, el responsable no es él, sino que son los otros. Es la
defensa aloplástica. Y es así que el psicópata vuelve a intentarlo
otra vez”. ¿El psicópata siente culpa? Esta es un pregunta
infaltable en todo curso sobre psicopatía, y la respuesta es sí. El
psicópata siente culpa como cualquier otro ser humano, no carece de
ese sentimiento. Y como todos se siente culpable cuando ha roto, ha
salteado, algunos de sus códigos, de sus principios. Y sufre, como
todos, por ello. Se siente culpable y mal y puede autocastigarse
severamente por esa “falta” que ha cometido. El error en el
concepto “los psicópatas no sienten culpa”, tan difundido en la
literatura, reside en no tener en cuenta esto: los psicópatas se
sienten culpables, como cualquier otro humano, cuando transgrede sus
principios, sus códigos. Y no se sienten culpables cuando sus
acciones psicopáticas están en armonía con sus códigos y
principios, cuando están cumplimentando sus necesidades especiales,
por más que, desde el común esas acciones sean aberrantes o
socialmente dañosas. Como ejemplo para tipificar este concepto les
narraré el caso de un hombre de 38 años, casado, buen padre de
familia, que vino a consultarme porque se sentía muy mal, muy
culpable, porque a raíz de desavenencias con su esposa debía
separarse y dejar a sus hijas. Le dolía la idea de que sus hijas se
criaran sin su padre y que él no haya encontrado la solución para
que eso no ocurriera. Estaba angustiado y sinceramente culpable de
esta situación. Esto fue a principios de los 80, él pertenecía a
las fuerzas de seguridad y en los 70 había formado parte del grupo
de torturadores, en esa solapada guerra civil que tuvimos los
argentinos. Yo le preguntaba, cuidadosamente, si no se sentía
culpable por aquellas torturas y él me contestaba con toda firmeza:
“Pero doctor, ése era mi trabajo y estábamos en guerra”. Es
decir sus acciones como torturador estaban en armonía interna,
seguían sus códigos, sus principios y, en consecuencia, no se
sentía culpable. Pero el hecho de dejar a sus hijas, de fallarle
como padre, eso sí lo hacía sentir culpable. No carecía de ese
sentimiento. Analizado desde el común este hombre “debería”
sentirse culpable por las torturas, y al no encontrar ese
arrepentimiento se llega fácilmente el erróneo concepto de “los
psicópatas no sienten culpa”. Pero esto es alejarse mucho del
entendimiento de la mente psicopática. Entrega 17: La repetición.
Impulso y psicopatía. Las descompensaciones por frustración. La
repetición: En clases anteriores comenté que una necesidad impele a
ser satisfecha. Generada, tal vez, por algún desequilibrio interno,
siguiendo el modelo de la homeostasis, se diagrama una acción
tendiente a obtener del medido externo el recurso que restablezca el
equilibrio interno. Puse como ejemplo cotidiano la señal “hambre”,
que deriva de la necesidad de alimento, que a su vez está motivada
por la “falta” de ciertos nutrientes (aminoácidos, hidratos de
carbono, lípidos, agua, sales, etcétera) que provocan el
desequilibrio homeostático. Incorporado el alimento se reestablece
el equilibrio interno, y en consecuencia la señal “hambre”
desaparece. Consumidos metabólicamente los nutrientes se produce
otro desequilibrio y el circuito se repite. Si la necesidad no es
satisfecha sus señales son cada vez más intensas hasta ocupar todo
el campo de conciencia y el trabajo de la mente se monopoliza tras el
objetivo de conseguir el alimento, en el caso de grandes hambrunas,
aún a costa de quebrar los principios culturales más elementales,
como la antropofagia por aislamiento. Este tipo de necesidad común
es una necesidad básica, típica, generalizada, es comprendida por
todos sin el recurso del razonamiento. A nadie llama la atención que
un individuo “repita” la acción de comer un par de veces al día
o más. A su vez, si prestamos mucha atención, veremos que cada
individuo se diferencia en su modo de comer no sólo por el tipo de
alimento que suele preferir sino por la manera de realizar esta
acción, tiene un “estilo”; el “comer” está imbricado con
una ceremonia, con un rito, que no es notado en general por lo
repetitivo, por lo cotidiano. Así observaremos que Juan prefiere
consumir más carne que vegetales, que la carne debe ser cocida en
aceite más que asada, que gusta de acompañarla con arroz, más que
con papas, que come rápido, que prefiere comer con una mesa bien
preparada y a una hora determinada, etcétera. Se “sabe” que Juan
come así y estas acciones están tan automatizadas por el hábito
que pocos tienen en cuenta que Juan tiene un “perfil” para comer,
que el “qué” (comer), debe ser acompañado por el “cómo”
(el rito) en una armonía sin estridencias. Toda mujer que comienza a
convivir con un hombre nota estas diferencias, luego la repetición
las convierte en automáticas y dejan de notarse: se “sabe” como
hay que prepararle la comida a Juan. Estos conceptos de
desequilibrio, necesidad, repetición, perfil, aplicados a hechos
cotidianos parecen obvios, fácilmente asimilables. Sin embargo
aplicados a las “necesidades especiales” de los psicópatas se
vuelven indigeribles para el intelecto común. Si el lugar del verbo
“comer” colocamos matar, violar, estafar, dominar, como acciones
tendientes a satisfacer una necesidad, y si agregamos que esas
acciones están imbricadas en un rito, en un “cómo”, la
incomprensión es aún mayor. Decir, simplemente, que la necesidad
del Caníbal Alemán consistía en comer carne humana, provoca
desconcierto, sin embargo, en esencia, es sólo eso. Entonces, ¿cuál
es la diferencia entre un psicópata y un hombre común? Lo atípico
de la necesidad y la manera peculiar de satisfacerla.
Cuantitativamente es una diferencia, pero cualitativamente ¡qué
diferencia! Impulso y psicopatía: Clásicamente entendemos como
impulso al tipo de acción que es ejecutada sin mediar razonamiento.
Los actos impulsivos suelen ser ejecutados en medio de un marco
emocional intenso. Podemos decir que a veces el individuo impregnado
de ira tiene un estrechamiento de conciencia y ejecuta casi
automáticamente acciones, por lo general agresivas. Pasado el
momento, cuando se reestablece el equilibrio la persona se asombra de
lo que ha sido capaz de hacer y, a menudo, se arrepiente.
Recientemente me contaba la esposa de un colega que, impregnada de
celos, fue a buscar a su marido a una guardia con el bebé en brazos
para, en medio de pacientes, médicos, enfermeros, gritarle a voz en
cuello los insultos más gruesos para que todos se enteraran de lo
infiel que era. Luego, en frío, me comentó que no sabía por qué
lo había hecho. Que había encontrado un par de teléfonos
‘sospechossos’ y que eso desencadenó la acción, que se
desconocía, que ella no era así, que sabía que debía cuidar el
trabajo de su esposo, pero que no pudo controlarlo, que no podía
parar y que, después de esto, se tenía miedo. Aquí se ve
claramente el estrechamiento de conciencia en este tipo de acto
impulsivo, acompañado de un automatismo de acciones y de la
consiguiente intensidad afectiva. Existen otros tipos de impulsos,
menos complejos, y parecidos a los reflejos, donde una acción
sorpresiva desencadena una reacción compleja. Así contaba una
persona que mientras manejaba su automóvil paró en un semáforo, a
la par se detuvo otro conductor que comenzó a insultarlo
desaforadamente por una maniobra brusca unas cuadras atrás, una
pavada. Esta persona cuenta que miraba esa cara enrojecida que
propalaba insultos y que, sin pensarlo, salió de su coche, abrió el
baúl, sacó la llave cruz que se usa para cambiar una rueda, y
procedió a golpear el otro coche, rompiendo el parabrisas, la
ventanilla, abollando la chapa. Luego guardó la llave en el baúl,
se subió al auto y desapareció. Éste es habitualmente un hombre
pacífico y sereno y aún hoy no se explica cómo fue capaz de hacer
lo que hizo. Es un hecho aislado en la vida de esta persona..
Dejamos, a propósito, sin describir los impulsos que tienen una base
orgánica manifiesta, como es el caso de las epilepsias y otros
trastornos psicomotores. Ahora, si comparamos estas nociones de
impulsos con el mito aplicado a las psicopatías y tal como lo
menciona, entre otros, el DSM IV, falla en el control de los
impulsos, nos damos cuenta que este rasgo no puede aplicarse a la
mayoría de los psicópatas en sus acciones psicopáticas. Si
pensamos en las acciones del Caníbal Alemán, todo el tiempo de
latencia que se toma para elegir al humano que comerá, la ceremonia
previa, la claridad de conciencia, el trabajo que se toma en descuartizarlo
y guardar carne en el freezer, filmar por las dudas algunas escenas,
no creemos que esto pueda ser considerado como una falla en el
control de los impulsos. Tampoco en el caso del abogado salteño que
violaba sistemáticamente a niñas, se puede decir que poseía falla
en el control de sus impulsos. Lo mismo en el de la joven auxiliar de
medicina que, sabiendo que su sobrinito de año y medio podía morir
intoxicado con la ingesta accidental de un antidepresivo, decidió
callar. Y en los cientos de casos de asesinos seriales que planifican
pacientemente sus actos, que siguen con meticulosidad de cazador a
sus víctimas para, en el momento en que ellos consideran oportuno,
asestar su acción psicopática. Por todo lo expuesto creo que este
rasgo, “falla en el control de los impulsos”, no debe ser
considerado como importante para describir una psicopatía. Desde
luego esto no quiere decir que los psicópatas carezcan de actos
impulsivos en situaciones especiales como las de cualquier otro
humano, cuando lo emocional lo impregna. Y esto se da, con mayor
frecuencia, cuando no puede conseguir su objetivo, cuando algo le
sale mal, como una reacción emocional ante la frustración. Las
descompensaciones por frustración He aquí el talón de Aquiles de
los psicópatas. Este es su punto vulnerable. Aquí es donde sus
máscaras se caen y no pueden dejar de mostrarse como son y, por
sobre todas las cosas, pierden su poderoso control sobre sí mismo, y
el control sobre su entorno. Se desequilibran. Y ese desequilibrio
puede seguirse de una rápida recomposición o profundizarse y
derivar en un estado muy parecido a las psicosis. Los clásicos
llamaban, a este extremo, las psicosis breves de los psicópatas. Es
en este estado de descompensación donde el psicópata comete los
actos más burdos, donde se descuida, donde se delata, donde es presa
fácil. Es por eso que, en muchas ocasiones, los investigadores que
han luchado mucho tiempo por atrapar a un psicópata muy hábil, que
les ha impresionado por su inteligencia, por su estrategia, se
sorprenden cuando los capturan por realizar actos tan torpes que
hasta difícilmente un aficionado haría. Esta es una de las
paradojas que ha confundido a tantos, hasta hacerlos pensar que el
psicópata (supongamos un asesino serial) “quiere ser atrapado”.
Saliendo del terreno de los asociales, muchos psicópatas
‘cotidianos’, ante las frustraciones, caen en crisis muy
semejante a las depresivas y son traídos al consultorio psiquiátrico
por los familiares o , más raramente, son ellos quienes consultan.
Sin embargo estas crisis no dejan de ser raras, atípicas, fuera del
patrón de las crisis depresivas comunes. Un joven de 21 años, tras
sufrir una frustración, manifiesta una profunda depresión y una
noche rompe parte del mobiliario de la casa, amenaza con matarse con
un cuchillo Tramontina (esta marca de cuchillos hogareños va a pasar
a la historia del crimen). Llegan enfermeros y médicos de emergencia
pero él los mantiene a raya amenazando con cortarlos y tirando
puñaladas al aire. Nadie se acerca. Pasa el tiempo de manera
angustiosa. De pronto la abuela, de casi 80 años, salta sobre él y
se traba en lucha hasta sacarle el cuchillo ante la mirada asombrada
de todos. Es internado. Pasan 4 días y organiza entre los internados
una protesta por el tipo de comida. Al quinto día le dan el alta. No
hay rastros de la depresión. Rápidamente se dan cuenta ustedes que
no se trató de una depresión grave, sino una reacción depresiva
intensa y atípica (con gran carga de agresividad y ‘vitalidad’)
provocada por una frustración: la de no conseguir el dinero para ir
a un recital de un artista, Charly García. Esto, que es una simpleza
para el común, era de una significativa importancia para él,
fanático del compositor, de acuerdo a sus códigos propios. También
supera una “crisis histérica”, diagnóstico que razonablemente
se puede tener en cuenta por la ‘puesta en escena’, por el
resultado magro de su amenaza (no se cortó el cuello, ni hirió a
nadie); pero sus antecedentes de drogadicción, parasitismo,
agresividad (en una ocasión sacó una botella de cerveza de su casa
y fue hasta la casa de sus abuelos, a varias cuadras de distancia, y
la arrojó contra el ventanal haciéndolo añicos, porque no le
habían entregado un dinero que, a su entender, le correspondía), y
otros rasgos que se describen más adelante, lo encuadran en la
psicopatía. Como contrapartida era tenido por muy buen amigo por sus
compañeros. El tema de la internación, inevitable en esos momentos
donde es “peligroso para sí y para terceros”, suele mostrar
otras característica de este tipo de psicópatas: tras una
resistencia inicial -caracterizada por la rebeldía y una actitud
reivindicatoria- luego, al verse superado, cambia de táctica: al
darse cuenta que de persistir en esa conducta lo único que logra es
prolongar su estadía. Éstos son los pacientes que “mejoran
milagrosamente” en muy corto tiempo de una depresión intensa, que
al cabo de una semana hacen que nadie entienda por qué está
internado un tipo tan vital, de tan buena conducta y colaborador.
Esta metamorfosis se da también en algunos psicópatas asociales que
son encarcelados cuando se dan cuenta que una buena conducta como
interno, muestras de arrepentimiento, ser un “preso modelo”,
etcétera, le acorta su tiempo de prisión. En ambos casos,
nuevamente en sus contextos, vuelven a las andadas otra vez. Con
estos ejemplos se vuelve a demostrar el autocontrol, el control del
los impulsos, el egocentrismo, la manipulación, la seducción (es
una persona que ‘convence’ que está para ser dado de alta...),
la actuación, y la paciencia, el esperar tras un objetivo. En
ocasiones pacientes psicópatas internados luego de una crisis, son
retirados por los familiares “bajo su responsabilidad”, no por
considerar que está superada la crisis sino por el temor a las
represalias una vez que haya sido externado por los médicos y vuelva
al hogar. Recuerden que los psicópatas crean un sistema en la
familia nuclear basado en el temor, en cuyo centro está el psicópata
y el resto gira en rededor. Y muchas veces esta situación permanece
en secreto para la familia extensa y los amigos. Una señora de 48
años consulta por un síndrome depresivo intenso, con fuerte
ideación suicida, deja una carta repartiendo sus bienes,
manifestando en ella que no se siente querida y no desea ser una
carga para la familia, y otros argumentos efectistas. Es internada.
Batalla contra médicos y enfermeros porque no está conforme con
nada en el lugar de internación. Ningún familiar se explica por qué
se deprimió, pero una larga conversación con el psiquiatra fue
revelando las claves. Ella era la persona dominante en su núcleo
familiar, hasta que su hijo mayor se casa un una joven más dominante
y astuta que ella y la familia comenzó a girar sobre la nueva líder.
Destronada, frustrada y sin encontrar las armas para luchar contra
“la nueva”, cae en crisis. No puede decir los verdaderos motivos
por temor a perder a su hijo y a sus futuros nietos. Al mes de
internada se hizo amiga de todos los médicos y enfermeros, conseguía
los permisos de salida cuando ella quería y lideraba un grupo de
pacientes. No manifiesta ningún apuro por salir del sanatorio.
Encontró un nuevo reino, y mantenía a su familia angustiada,
girando a su alrededor en pos de que recupere su “salud”. Entrega
18: Cosificación. Neurosis y Psicopatía. Adoctrinamiento y
psicopatía. Persona versus cosa. Egocentrismo. Sobrevaloración.
Empatía utilitaria. Manipulación. Seducción Cosificación En las
clases anteriores habíamos mencionado con insistencia que el rasgo
“cosificación” es uno de los rasgos capitales en la psicopatía
y consiste en quitarles el rango de persona al otro, descalificarlo,
minimizarlo hasta vivenciarlo como una “cosa”. Entonces, la
cosificación del otro, es quitarle los atributos que hacen a las
personas semejantes a uno. Es una postura psíquica, profunda, de
valores, sobre el otro. Podemos aventurarnos a decir que el psicópata
nace con una mirada cosificadora, con un pensamiento cosificador del
otro. Los demás son, para él, “cosas” a ser utilizadas para sus
propósitos. Así como para sacar un clavo, utilizamos una tenaza y
una vez utilizada, la tiramos en el cajón de herramientas, así hace
el psicópata con las personas, las usa y cuando no le sirven las
deposita en el cajón de herramientas ya usadas. Cosifica. Neurosis y
Psicopatía No hablamos aquí del “uso” de las personas que todos
hacemos habitualmente: por integrar una red social, necesitamos de
los otros y nos valemos de ellos. Inclusive podemos tener acciones de
abuso de los demás, y aún perjudicarlos. Pero siempre, en nuestra
mente, interactuaremos de persona a persona; si hacemos algo negativo
hacia otro ser, por empatía, pagaremos con culpa esa acción, aunque
a veces la culpa no se manifieste tan concientemente, sino a través
de múltiples expresiones como la desazón, el desdén o la descarga
psicosomática. Aquí, en lo psicopático, hablamos de otro tipo de
uso, de una calidad distinta, de un uso con impunidad mental, sin
costos afectivos. Hay neuróticos que forman sistemas altamente
abusadores de los otros, donde la mentira, la manipulación, el
dominio a través de la dependencia y la escenificación de la
enfermedad crean un yugo aún más opresor que el psicopático, sin
embargo, el neurótico paga un alto precio psíquico por esto al
limitar sus grados de libertad con la sintomatología neurótica.
Este constituye uno de los puntos esenciales en la diferenciación
entre psicopatía y neurosis: el cosificar con impunidad afectiva
(psicópata) y el de abusar con costo afectivo, con culpa
(neurótico). Adoctrinamiento y psicopatía El psicópata es un
cosificador nato, sin embargo, se puede adoctrinar a personas comunes
y lograr que cosifiquen a otros, que le quiten los atributos de
persona. Este es el proceso cosificador que se da, por ejemplo, en toda
guerra. El enemigo es una cosa a ser exterminada, para los dos
bandos. Esto nos pasó en el 82 en la guerra por las Malvinas, donde,
una vez declarada la guerra, a medida que pasaban los días, los
ingleses iban dejando de ser personas para ser enemigos a eliminar.
Hasta Richard, el vecino amigo con el que jugábamos tenis o fútbol
hasta hace unas semanas, se convertía paulatinamente en un inglés
peligroso. En estos momentos de inseguridad grave que vive Argentina
se da una doble cosificación: por un lado los delincuentes usan de
“mercadería” a las personas en los secuestros y hasta regatean
por el precio de la devolución de un ser humano y, de no conseguir
sus propósitos económicos, pueden llegar a eliminarlos como en el
lamentable caso de Axel Blumberg. La otra cosificación la realiza la
mayoría de la población, que ve a los delincuentes no como a
personas, sino como cosas peligrosas que deben ser eliminadas. Y es
probable, de seguir este estado de cosas, que aparezca un líder que
lleve adelante este proceso de eliminación, con una tácita
aprobación de la población mayoritaria. Como ocurrió, bajo otras
circunstancias, por otras razones, en los años setenta. Con estos
ejemplos quiero aclarar que el proceso mental de cosificar está
presente en todo humano. Y puede ser “activado” bajo
circunstancias, individuales o masivas, especiales. Sin embargo en el
psicópata este artificio mental está permanentemente activado.
Además el común debe tener como incentivo un hecho externo
desencadenante y perturbador. Por otro lado la cosificación es
llevada delante de manera consensuada al menos por el grupo de
pertenencia y buscando un objetivo común. El psicópata es un
individuo que cosifica y con el único objetivo de beneficiarse a sí
mismo. La otra variación, y esto lo acentuamos en todos los rasgos,
es la “calidad” de la cosificación, el arte en ejercerla por
parte del psicópata. Descripción foto diario Clarín (Diario
Clarín, 25/10/98) Situación límite: El asaltante apunta con la
pistola martillada en el cuello del rehén cosificado como escudo y
atadas sus manos con alambre. Obsérvese el aumento de la base de
sustentación del delincuente, las cejas levantadas y ojos abiertos
que denotan máxima alerta; la postura obligada y de indefensión del
rehén que tiene los párpados edematizados por las heridas. La
actitud arriesgada del policía, sólo protegido por los centímetros
de la columna en donde se apoya, está respondiendo más a pautas de
adoctrinamiento que al instinto de supervivencia; véase la postura
de la mano derecha, abierta y palmas arriba, de apoyo al discurso
persuasivo y la pistola al cinto, no visible en ese ángulo por el
delincuente, quién momentos después se entregó. Tres vidas penden
de este complejísimo juego psicológico de decodificaciones donde la
mínima interpretación errónea es mortal. (Tapa del diario Clarín,
6/11/98, foto: Pablo Bianchi, www.clarin.com.ar) Persona versus cosa
Esa es la disyuntiva que se presenta en un hombre que abre la puerta
de su casa y siente detrás de él a alguien que le dice "quedate
quieto y entrá, o te mato". En ese momento la víctima no puede
dimensionar en toda su magnitud que el que está detrás lo va a
matar, lastimar o hacer un daño tremendo dentro de su casa. Entonces
se enfrentan, por un lado alguien que tiene un claro objetivo y que
está haciendo su trabajo (el delincuente), porque ese es su trabajo
y eso que está frente a él (la víctima) es un estorbo, una cosa.
Fíjense las distintas psicologías, el psicópata está haciendo su
trabajo, y para él la cosa (la víctima) es un obstáculo que si
molesta lo mata sin problema. Y, por otro lado, la persona que se
siente agredida (la víctima), que mira atrás y ve a otra persona
armada (el delincuente). Hay una distancia psicológica
impresionante, que se da en el grueso de la población. Muy pocos son
los agredidos que van armados, y menos aún los que usan las armas
para enfrentarse al delincuente. Son muy pocos los que reaccionan
así, tal vez otro como ellos. Pero generalmente esta distancia
psicológica (persona – cosa; persona – persona) es determinante,
y el delincuente lo sabe. Yo tuve varios pacientes que eran dueños
de PyMES. Generalmente son empresas familiares, que además anexan
algunos empleados. Cuando se empieza a producir la crisis de recesión
(que venía desde antes de De la Rua, año 2000, 2001) ellos veían
que los gastos fijos de la empresa se mantenían pero que la
producción iba cayendo por debajo de los costos fijos. Y entonces
cuando llegaban a esa condición sabían que caían barranca abajo. A
estas alturas debían tomar la decisión económicamente adecuada que
es bajar los gastos fijos, y bajar los gastos fijos incluía echar a
Juan González, a una persona, no una cosa. Entonces se aferraban a
dos principios: no aceptaban que se les caía la empresa y segundo no
querían echar a Juan González. Y ese fue el error. Lo he visto en 5
o 6 pacientes míos. ¿Qué hacía esta gente? Cuando veían que los
costos y los ingresos eran equivalentes, solicitaban un préstamo,
porque la situación era tan atípica que apostaban a la esperanza.
Decían "esto va a pasar", "Ahora no hay trabajo,
pero...". Cuando la situación económica empeoraba, y los
ingresos eran aún menores, se encontraban sin poder pagar los gastos
fijos ni el préstamo. Llegaba un momento en que el banco lo
condicionaba de tal forma con los intereses que el empresario tenía
que pedir la quiebra. Así esta persona venía a verme en esta
situación, quebrado emocionalmente, quebrado económicamente, sin la
fábrica y con todos los empleados desocupados. Y decían, “hice lo
que pude para salvar la empresa y qué quiere, no me daba el corazón
para echar a Juan González, trabajó veinte años conmigo, no podía
hacerle eso”. Por lo general también se resentía el sistema
familiar, todos suelen ser muy apegados al trabajo, y muchas veces
descuidan el tema familiar. Ellos adquieren otras compensaciones
(afectiva, económica, de status) y cuando el soporte económico cae,
se quiebra todo el sistema familiar porque pone al descubierto los
huecos afectivos que eran llenados por la concentración en un
sistema de vida holgado. Así como estos empresarios no querían
echar a Juan González, tampoco se resignaban a cambiar su estilo de
vida desahogado (colegio privado, autos, clubes, etcétera) por una
“economía de guerra”, con lo cual todo se agravaba. Un
empresario menos sensible, y con más razón un psicópata, hubiera
previsto mucho antes eso, y hubiera echado a los diez empleados
antiguos y tomado mano de obra más barata. También hubiera achicado
los gastos en todas las áreas y quizás sobrevivía a la feroz
crisis. Pero el neurótico no lo puede hacer a eso sin un alto costo
afectivo, porque trata con personas. En cambio el psicópata las usa.
Egocentrismo: Todo psicópata trabaja, siempre, pero siempre, para sí
mismo. Cuando da es porque está manipulando o espera recuperar esa
“inversión” en el futuro. La filantropía, auténtica, no figura
en su ser. Suele pasar que este accionar intensamente egoísta esté
disfrazado con tanta habilidad que las otras personas no lo capten
nunca o mucho tiempo después de haber sufrido el accionar
psicopático. Recibo muchas consultas por correo electrónico sobre
psicopatía y es reiterada la pregunta: ¿Cómo es posible que no le
importe la familia, que sólo haya pensado en él, que no haya
pensado en sus hijos? Los familiares quedan perplejos ante la falta
de parámetros afectivos tan básicos para el común como es el amor
y la entrega a los hijos, o al menos tenerlos en cuenta. Y a partir
de allí se abre todo el espectro de ejemplos sobre el ejercicio del
egoísmo. Sobrevaloración Suelen hipervalorar su potencialidad para
conseguir cosas. Los hay francamente megalómanos donde el “todo es
posible” se les aparece sin impedimentos. Pero hay los que sobre
valoran sus aspectos pesimistas y son “la peor basura”. Empatía
utilitaria Tienen habilidad especial para captar la necesidad del
otro, esto no se puede lograr sin empatía. Pero no es la empatía de
colocarse en lugar del otro de igual a igual, sino que es una mirada
en el interior de “la cosa” para saber sus debilidades y obrar
sobre ellas para manipular. Manipulación Se refiere al manejo de la
otra persona, a que accione de acuerdo a la voluntad del psicópata.
Aquí tenemos que hacer una división virtual en cuanto a lo que
lógicamente se quiere hacer y lo que irracionalmente desea hacer.
Una de las capacidades del atípico es la captación de las
necesidades del otro. La cosificación permite explicar varias de las
acciones de los psicópatas. Vemos que son egocéntricos,
manipuladores, utilizan a los demás para conseguir sus propios
objetivos. Sólo se puede manipular a alguien si primero se lo ha
seducido, si se lo ha captado. Nadie puede manipular a alguien que no
se deje manipular. Nadie puede hacerle hacer algo que el otro no
quiera hacer. Aquí tendríamos que hacer una división virtual en
cuanto a lo que uno lógicamente quiere hacer y lo que
irracionalmente desea hacer. Desde el punto de vista de la lógica
del individuo, de los parámetros de las cosas que se deben hacer,
uno dice "yo no quería", "me vi obligado a hacer tal
cosa". Pero desde el punto de vista irracional, tal vez no sea
así. Aquí está una de las cosas nucleares de la psicopatía con
relación a los otros. Yo creo que el psicópata apunta a esto, puede
o tiene la facilidad de captar aquellas necesidades irracionales de
los otros. En el caso de un "estafado", en realidad está
trabajando con la ambición del otro, porque le ofrece una
"pichincha", una cosa que en situaciones normales sería
muy difícil de adquirir. O sea, el psicópata trabaja sobre esa
parte de la ambición del otro y después, evidentemente, lo engaña.
Recuerdo el caso de un viajante que vendía en las provincias
máquinas registradoras a un precio muy por debajo del real (hecho
que era comprobable para el comprador); pero
al panadero le vendía una máquina específica para el almacenero y
viceversa. Al tiempo el comprador lo llamaba desesperado porque la
registradora no le servía y él, muy amablemente y como un favor se
la cambiaba "por otro modelo" a un precio mucho más alto.
En la manipulación hay un grado de libertad del manipulado que se
somete a esto, es distinto de la coerción, que es cuando se utiliza
la fuerza o un mecanismo de fuerza en un sentido físico o
psicológico para que el otro direccione hacia un objetivo. Aquí se
usa el temor en todo su gradiente. Veamos lo que comenta la “novia”
de un psicópata: “Siempre obtiene lo que quiere, para él no hay
cosas imposibles, contrariamente a mí que me cuesta trabajo todo.
Por ejemplo, él quiere un certificado analítico de la facultad:
habla con alguien de cooperadora o alumnado y lo obtiene en el día y
gratis; yo necesito lo mismo y tengo que hacer una cola de 30
minutos, pagar $3 y esperar 15 días. Él decide salir a bailar: se
sube a su auto, llega a la puerta del boliche, va directamente a la
puerta, saluda al patovica y entra -gratis-, por supuesto, y de paso
a la salida se va con una copa de champagne en la mano. Yo quiero
salir a bailar: me tengo que tomar un colectivo - o un taxi - o ir
caminando, hacer otra cola de 30 minutos, llegar a la puerta rogando
que me dejen entrar o que no me hagan pasar el mal momento de pedirme
documentos (porque parezco re pendeja), pagar los rigurosos $10 e
irme cuando mis amigas quieran -para compartir el taxi. A él le
llegan 10 infracciones con el auto: levanta el teléfono, habla con
alguien y se las perdonan. A mi me llega una multa por no sacar a
horario la basura: tengo que pagarla y punto (como corresponde, no
digo que esté mal). Él tiene ganas de pasar el día al aire libre:
se sube a su auto y el resto de la tarde navega con su velero
mientras toma unas cervecitas bien frías y escucha buena música. Yo
estoy harta de estudiar en mi departamentito diminuto: tengo que
llamar a alguna de mis amigas, rogarles que quieran hacer algo,
embadunarme de pantalla solar porque no soporto el sol y a ellas lo
único que les gusta es eso, tomarme un colectivo con un recorrido de
1 hora, llegar a la Florida y sentarme a tomar mates en la sombra
abajo de un árbol mientras ellas se calcinan al sol mientras por la
orilla del río pasan navegando los veleros divinos en uno de los
cuales seguramente está el. Es decir estando con él soy parte de su
mundo perfecto donde todo es accesible, sencillo y realizable”.
Otro ejemplo: “Mi madre ha estado jugando con todos nosotros.
Porque cuando se dan esas discusiones entre hermanos, yo no entendía
que mi madre no intentara poner calma, apaciguara los ánimos,
saliera en defensa de todos, no, se mantenía al margen y si se la
enfrentaba decía que ella en asuntos de hermanos no se metía. Ahora
me sonrío al pensar que los asuntos de los hermanos estaban
provocados por ella. Con qué sutileza utilizaba y utiliza aun hoy la
manipulación, sobre todo entre nosotros cuatro. Veo cómo mi madre
ha intentado separarnos a unos de otros, cómo para conseguir sus
fines era mejor que nosotros estuviésemos separados, sin hablarnos,
para así poder decir y hacer a su antojo y cuando podíamos estar
juntos y yo daba mi versión de los hechos, ella ya había dado la
suya y además había adelantado cuál iba a ser la mía, con lo
cual, corroboraba "que ella tenía razón" y yo era una
mentirosa que además no tenía mucha imaginación”. Seducción Es
una relación bidireccional entre el psicópata y el otro, donde la
propuesta del psicópata encuentra eco en las apetencias del otro. Es
decir, el psicópata propone el contrato y el otro lo firma. Contaba
un amigo que una vez caminando por la calle Sarmiento, en Buenos
Aires, se le acercó un hombre de unos cuarenta años, con un bolso
en la mano y un aparato reproductor de mini disc en la otra. Le dijo
que vendía aparatos de rezago de la Aduana, y le ofrecía vendérselo
a 100 pesos (el costo real era de 600). Le mostraba el aparato y se
lo hizo escuchar, era maravilloso, pero no contaba con los 100 pesos.
“Mirá, yo tengo que vender esto hoy, vos cuanto tenés”, “Tengo
sólo 30 pesos en estos momentos”. “Bueno, hagamos una cosa, yo
te lo doy ahora y, otro día, cuando me veas por el barrio me das los
otros 70 pesos”. Acordaron así y, frente a la vidriera de un
negocio le dice, “te doy uno nuevo, este lo uso para mostrar”, y
le dio un paquete. “Guardalo que no te lo vean, hay que tener
cuidado, a ver si te lo afanan”. Este amigo, emocionado con la
compra, llegó a su casa y al abrir el paquete se encontró con medio
pan de jabón. No lo tomó a mal, se rió durante más de media hora,
de él mismo. Este tipo de personalidad tiene como rara habilidad
captar las necesidades del otro. Esta capacidad determina otro rasgo
importante, que es la seducción, llevando así a los demás a entrar
en un circuito psicopático. El psicópata les demuestra que le son
necesarios, pero que él le es mucho más necesario a ustedes.
Entonces se da un circuito entre el psicópata y la otra persona. Se
establece un circuito mutuo para suplir las necesidades. Este
concepto lo desarrollaremos en las conclusiones al referirnos a la
comunicación que establece el psicópata con los patrones
irracionales de su víctima. Si agregamos a esto que son inteligentes
y manipuladores, nos damos cuenta de que es muy difícil resistirse a
ellos. Relacionarse con un psicópata es un viaje de ida con retorno
complejo. Si desea dar su opinión o aporte escríbame a
consultashm@gmail.com o click AQUI Entrega 19: Mentiras La mentira,
para el psicópata, es una herramienta de trabajo. La mentira es
desvirtuar la verdad ex profeso, con un objetivo "en mente",
con el objeto de conseguir algo. La mentira siempre apunta a algo. Se
miente para evitar un castigo, se miente para conseguir una
recompensa, se miente para engañar a otro. Detrás de la mentira
siempre hay un rédito y esto lo diferencia de la fabulación, que
también es una transgresión a la verdad, pero por el mero hecho de
satisfacer el ego. Es lo que utiliza el fanfarrón. El psicópata
suele mentir, pero hay que distinguir la mentira banal de la mentira
psicopática. El psicópata utiliza la mentira como una herramienta
de trabajo más, está tan acostumbrado a mentir que es difícil
captar cuando miente; son los que mienten mirando a los ojos y con
una actitud relajada. No es que el psicópata mienta
circunstancialmente y ocasional o esporádicamente para conseguir
desligarse de alguna situación común o estándar. Sabe que está
mintiendo, pero no le importa, no tiene la resonancia o displacer que
uno siente cuando miente. Yo no lo llamaría mentira patológica.
Nosotros le damos mucha importancia a las palabras y si estamos
frente a un mentiroso ¿cuál es el valor de esas palabras? ¿Cuál
es el grado de verdad de esas palabras? Tiende a cero. Si utilizamos
la sobrevaloración de las palabras, caemos fácilmente en el
circuito psicopático. Por eso no sirven las escalas de
autoevaluación, ni el interrogatorio o la anamnesis. El psicópata
dice lo que conviene decir o lo que se espera que conteste. El valor
de lo que dice el psicópata debe ser colocado entre paréntesis. Si
ustedes quieren evaluar al psicópata, lo importante es lo que hace.
Evaluamos al psicópata a través de la conducta, de la acción. El
psicópata puede mentir con la palabra o con el cuerpo cuando actúa
o simula, y adapta la actuación a la persona que quiere captar. Así
me contaba una madre que su hijo de 15 años le pedía las cosas con
lágrimas en los ojos para enternecerla, y al padre, que se
desesperaba por conseguir el afecto del hijo, lo manejaba con enojos
y haciéndose el ofendido. . Ejemplo: “De entrada me mintió. Me
dijo que se llamaba "Juan" (que es el nombre de su hermano)
cuando en realidad se llama Ernesto. Que tenía 28 años cuando en
realidad tenía 25. Que tenía novia y que luego me dijo no ser así,
argumentando haber mentido para que yo no me enamorara de él (al
final, en estos días, me vengo a enterar que era verdad lo primero,
es decir que sí tenía novia). Y luego niega todo: cuando lo
confronté y le dije que era mentira todo lo que me había dicho me
dijo que él nunca había dicho eso, que yo había escuchado mal.
Miente, miente y miente. Puede tener puesta una camisa blanca y te va
a jurar -mirándote a los ojos y sin siquiera pestañar- que es color
roja. Y sus argumentos son tan creíbles que, nuevamente, me deja
confundida respecto de mi salud mental”. Otro ejemplo: “Mi
hermana tenía una amiga en una ciudad a cinco minutos del pueblo
donde ella trabajaba, con la que pasaba algún fin de semana, cuando
no quería conducir de noche. Y un buen fin de semana, para
compensar, decidieron pasarlo en el pueblo. Bueno, ahí acabó la
amistad de mi hermana y su estancia en el pueblo. Mi madre nos llamó
a todos y cada uno de nosotros para decirnos que las había pillado
juntas en la cama, que era lesbiana, y fue un rumor que se oyó hasta
en el pueblo. No solamente fue terrible que fuese mentira, lo
terrible era que mi madre decía que por eso dejara de ser su hija o
mi hermana o la hermana de los demás. A mi me importaba un bledo que
fuese o no lesbiana, a mi lo que realmente me importaba era lo que
podía sufrir mi hermana, y cuando ésta me dijo que no era cierto,
yo sé que me estaba diciendo la verdad. Para el resto de la familia
aún queda la duda, y ya no digo en el pueblo”. Otro ejemplo:
“Nuestra hija mayor se inscribe para Química y habla con mucho
entusiasmo de los maestros, las materias etc. Al concluir el año
escolar resulta que no iba a clases y no le ponen ninguna
calificación. Dice que quiere cursar otra carrera y se inscribe en
Física, que sueña con ser una gran científica, hace planes se
inscribe, nos continúa pidiendo dinero para libros, inscripción
etc. Y vuelve a pasar lo mismo. Dice que quiere estudiar otra cosa y
se inscribe en Filosofía y Letras, que es, ahora,
realmente lo que quiere. Finalmente yo pienso que eso es lo que le
conviene ya que le encanta la lectura y escribir y todo esto. Se
inscribe, nos cuenta cómo le va, que sus maestros son muy buenos,
que la quieren mucho, de las tareas, etc. Y actualmente ya tengo
acceso a su boleta de la universidad por Internet (cosa que ella no
sabe) y acabo de ver que está inscripta pero no va a clases, no
tiene calificaciones finales. He pensado que quizá tenga algún
trastorno de la personalidad, dado su conducta desde niña. Que no
muestra remordimientos por los daños causados a sus hermanos, las
mentiras sin razón de ser, siempre dice mentiras, es muy
egocéntrica, nunca le ha gustado seguir normas, no hace proyectos
reales, dice que va a hacer algo de su futuro, hace planes pero todo
es mentira y después dice “es que estaba equivocada y no es eso lo
que quiero, apóyenme a realizar lo que yo quiero”. Y seguimos con
ella y nos sigue mintiendo. No es fácil porque ya es adulta y no
acepta que esté mal. Ni de niña pudimos con ella, dado su carácter
muy firme, convincente, maduro (para su edad), pero ahora que está
grande y haciendo retrospectiva me doy cuenta, y no sé que hacer”.
Actuación Actuar es mentir con el cuerpo. El mitómano es un
psicópata que deja que la fantasía se despliegue en la acción,
esto es, el mitómano realiza o actúa su fantasía o mentira en el
terreno de la realidad, se vale de su fantasía para modificar la
realidad. Mientras el fantasioso puro se contenta con su mundo de
fantasía el pseudólogo fantástico, o mitómano, miente con
determinada finalidad y la mentira tiene un carácter marcadamente
activo, lleva adelante su mentira y trata de conseguir con ello algún
fin, para lo que se requiere una enorme imaginación y una gran
capacidad histriónica, son actores natos y de una gran calidad lo
que hace que consigan cierto éxito. Además es muy importante la
forma en que se manejan, en general son personas muy cuidadosas de
los lugares donde se mueven y ejercen su acción y tienen un manejo
de lo verbal y de lo gestual que las hacen encantadoras. Un ejemplo
de farsante se descubrió hacia 1995, a raíz de un juicio de mala
praxis. Se trata del caso del falso médico neurólogo que logró
ejercer durante 16 años en un prestigioso hospital metropolitano de
Buenos Aires, habiendo dado sólo unas pocas materias de medicina. A
pesar de su escasa preparación inicial en medicina, a través de los
años fue ganando un sólido prestigio en el Hospital, a tal punto de
ganar por concurso varios ascensos, dejando atrás a muchos de los
verdaderos médicos. ‘Era brillante’, reconoció uno de ellos
luego de enterarse y, en el colmo de admiración decía “es como si
mañana nos enteramos que Barnard no estudió cirugía”. Era fuente
de consulta de los otros especialistas y presidió un Congreso de la
especialidad, y hasta escribió un libro en colaboración. Los que
trabajaban con él decían que era muy seductor, con una labia
tremenda; que tenía una personalidad irresistible y carismática, lo
que le permitió atajos en el desarrollo de su ‘carrera’; que era
feliz cuando violaba las reglas de lo establecido. Cuando allanaron
su casa encontraron dos títulos falsificados el de médico y el de
especialista en neurología, junto a varios recetarios a su nombre.
Cuando la policía le pidió la matrícula, titubeó y finalmente
reconoció que no tenía título. Admitió con mucha tranquilidad que
era un falso médico, además comentó, como al pasar, que ya había
tenido otros inconvenientes por este tema. Fascinación Alteración
de la conciencia ligeramente inferior a la sofrológica, la hipnosis,
producida por el psicópata a determinadas personas. Este punto
resultará, sin dudas, inquietante. Hemos visto que en la seducción
el psicópata necesita que el otro esté de acuerdo, que cierre el
contrato, para ello usa la persuasión y su “encanto”, pero el
otro debe prestarle su voluntad, debe darle su consentimiento. Por
eso decimos que la seducción es bidireccional. En el caso de la
coerción se ejerce una violencia, física o psíquica para dominar
al otro. Es unidireccional, va del psicópata a su víctima, y este
no tiene un grado de libertad razonable para no seguir los deseos del
psicópata. Pongamos en caso de que un delincuente, mediante un arma,
obligue a entregar dinero. En el caso de la fascinación se mueven
otros mecanismos, más profundos, menos explícitos que los
anteriores y por sobre todas las cosas se produce una alteración de
la conciencia del tipo de la hipnosis, pero más leve. La voluntad de
la persona se ve rendida ante la del psicópata, sin oponer
resistencia alguna y sin tener claridad de su propio accionar. Desde
luego que este estado de fascinación se da en personas sensibles a
llegar a este estado. Y no es necesario un largo contacto con el
psicópata. Para que se comprenda este punto pasaré a narrar el caso
de una de mis pacientes que consulta por distrés, y que durante el
lapso del tratamiento conoce a un hombre divorciado, como ella, y
luego de unos meses, pasa a convivir con ella y su hijo. En ocasión
de un curso de perfeccionamiento se encuentra con una amiga del
secundario, con quien habían sido muy unidas, de esas amigas que
aunque no se frecuenten, se sabe que cuentan con ella, que se siguen
queriendo. Es así que, café por medio, descargan los consabidos
recuerdos del secundario y, como hacía más de cinco años que no se
veían, la invita a cenar a su casa. Mi paciente deja a su hijo con
su ex marido y se prepara a recibir a su amiga. Llega y le presenta a
su nueva pareja. En la cena comienza una charla informal y luego la
conversación se va polarizando entre la amiga y el concubino sobre
el tema del Reiki. “Comencé a sentirme un poco molesta porque me
estaban marginando. Cuando terminó la cena ellos seguían hablando
animadamente. En un momento dado él me dice: “le voy a explicar
las técnicas de Rike a tu amiga, voy a ocupar el cuarto de tu hijo y
vos te vas a ver televisión al dormitorio”. ¿Y usted que hizo? ,
le pregunté. “Y, me fui al dormitorio” ¿Y ellos? “Se fueron
al cuarto de mi hijo” ¿Y luego? “Yo me quedé en el dormitorio
viendo televisión, pasaron unas dos horas y sentí ruido en el
living y me levanté. Mi amiga se estaba preparando para irse, me
dijo que se había hecho tarde y se fue rápido. Él me dijo que le
preparara un café. Tomó el café y nos fuimos a dormir”. Yo
esperé unos momentos y ella no hizo ningún otro comentario y le
pregunté: ¿qué la hizo levantarse de la mesa e irse al dormitorio
siendo que esto no es algo normal en un encuentro con una amiga? “No
sé, sólo me levanté y me fui”. ¿qué cree que hicieron su amiga
y su concubino en el cuarto de su hijo? “Como él sabe mucho de
Reiki creo que le estaba explicando algunas técnicas, pero no sé,
ahora que lo pienso, por qué me fui”. Habían pasados dos días de
este hecho y ella todavía no tenía clara conciencia de lo que había
pasado en su casa. Es interesante la triangulación que se da en este
caso, y las inhibiciones que tuvieron que sortearse para que se de
una situación así. Primero la capacidad de seducción del psicópata
(encuadraba perfectamente en esta descripción no sólo por esta
conducta sino por muchos rasgos que no comentaremos aquí) hacia la
amiga. Es una persona que conoce un par de horas antes y él captó
su necesidad de hembra, y en una situación altamente desfavorable
(estaba cenando con su pareja) decide realizar el coito, (luego, en
una conversación personal, él lo confirmó). Por otro lado la amiga
debe saltear sus represiones para, en la casa de su amiga, satisfacer
sus necesidades sexuales. Él despliega una de las características
marcadas del psicópata que es el aspecto lúdico, él apuesta a que
va a conseguir lo que quiere y sin riesgos, en esa situación
especialísima. ¡Y lo hace! Quince días después, ella cae en la
cuenta de lo que ha sucedido. Debo aclarar que mi paciente es una
profesional, que, amén de ser divorciada, no es inexperta en la
relación con los hombres. Digo esto porque varias lectoras pensarán
que es lela o directamente estúpida; no lo es, ni mucho menos. En la
relación con un psicópata se pueden dar estas u otras
circunstancias atípicas. Coerción Relación unidireccional entre el
psicópata y el otro, donde intervienen presiones instrumentales,
físicas o psicológicas que le impiden optar a la víctima. A
principios del año 2003 vino a consultarme una mujer de unos 30 años
por presentar ataques de pánico. Cuenta que la semana anterior al
volver de compras nota que la puerta de entrada no estaba con llave.
Como ella es distraída pensó que se había olvidado de cerrar la
puerta al irse. Así que no le dio importancia y entró. Dejó las
compras y fue a la cocina a lavar unos platos. Estaba en eso cuando
de pronto siente que alguien a sus espaldas la estaba mirando. Se
asustó porque sabía que su marido estaba en el trabajo, y se dio
vuelta y en el marco de la puerta de la cocina había un hombre que
le dijo: “No me mires y decime donde está la plata”. Ella le
dice que la única plata que hay está en su billetera. “Está
bien, ahora desnúdate”. El hombre no estaba nervioso y no gritaba,
tampoco ella vio arma alguna. Así que procedió a desnudarse. “Ahora
vas a la ducha y te bañás y no salgas hasta que yo te diga”. Así
lo hizo, se colocó debajo de la ducha. Ella sentía ruidos en el
living y el dormitorio. Pasado un buen rato se hizo silencio y ella
salió de la ducha y él apareció en la puerta del baño la miró y
le dijo “Ya te dije que no salgas de la ducha”. Ella se volvió a
meter debajo del agua. Esperó y esperó y finalmente se animó y
salió, no había nadie, sólo algunas cosas desordenadas. Cuando
terminó de narrar me dijo con un tono muy particular “No me violó”
y, tras una pausa, poco convincente, “Por suerte”. Este hombre
ejerce una coerción con el acento puesto en lo psicológico más que
en lo físico y sin armas. Crea un clima de violación, de gran
expectación sexual, para
terminar con un desprecio por la hembra, desprecio que es acusado no
por la parte lógica de esta mujer, sino por esencia femenina.
Parasitismo Utilización del otro como medio de subsistencia, aquí
el psicópata realiza la manipulación necesaria para conseguir sus
fines, pero sin presionar demasiado, como actúa un parásito en su
relación con el huésped. Escribe alguien que convivió con un
psicópata: “Cuando hablo de parásito, estoy hablando del
depredador, de aquél que una vez que ha "chupado" toda la
energía que hay disponible, se va relamiéndose el bigote. Creo que
una persona que ha tenido la experiencia de estar cerca de un ser
como éstos puede decir que es una experiencia física, ya no mental,
no, es una experiencia física de agotamiento y es al cabo de unos
días que uno puede sentirse más libre, mas suelto, se va el
agarrotamiento y se puede andar más ligero (la angustia mental es un
fardo muy pesado).” Yo tenía un compañero en la Facultad, era del
interior, y ya venía con la idea de conquistarse a una "veterana",
profesional, con buen pasar para que lo mantuviera durante toda la
carrera. Es así que se conquistó a una arquitecta de 30 años (el
no llegaba a los 20) y se mantenía económicamente gracias de esta
mujer. Años después, cuando se recibió ni siquiera esperó un
tiempo prudencial, simuló una crisis emocional y se fue a su
provincia, sin ningún tipo de contemplación”. Eso es un uso
parasitario de una persona. Relaciones utilitarias El psicópata
establece un tipo de relación para captar al otro y conseguir un
objetivo. Y una vez logrado, se desprende del otro sin el menor
miramiento o consideración. Como una herramienta que no usamos más.
Insensibilidad Escasa o nula repercusión emocional ante el daño
causado al otro, en los hechos psicopáticos. Permanece indiferente
ante el dolor ajeno. Lo cual no implica que, fuera de las acciones
psicopáticas, no se muestre sensible a otras personas, mascotas u
objetos “No tiene la menor idea de lo que es ponerse en el lugar
del otro y reconocer lo que esa otra persona está sintiendo. Él
trabaja en la Morgue, hace autopsias y dice no sentir absolutamente
nada por la gente allí presente (ya sean cadáveres o familiares de
los fallecidos que lloran y gritan desconsoladamente ante los
reconocimentos). Inclusive se ha ofrecido a participar de autopsias
de gente conocida suya (como amigos o hijos de amigos) que han muerto
de formas violentas y no se le mueve un pelo. Es más, lo he
acompañado a trabajar y he estado presente en la sala de autopsias,
mirándolo "en vivo y en directo" y es la persona más fría
que he visto en mi vida. No es sólo profesional, es frío.” Otro
ejemplo (desde México) “Cuando mi hija tenía 7 años nace su
hermanito... a ella no le hace gracia... siempre lo trata muy mal, de
indiferencia al principio y de agresiones no manifiestas. Por ejemplo
le decía yo que le diera de comer y no se lo daba decía que no
quería... a sus juguitos le ponía la mano para taparles el popote y
decía “mira mamá no quiere”. Ya más grandecito le metía el
pie para que se tropezara etc... Al principio nos parecía normal sus
celos, cuando nació su otro hermanito se mostraba indiferente con
éste aunque no de agresión. Conforme crecieron la niña decía
muchas mentiras y el hijo de en medio era muy nervioso, llorón, etc.
(estuvo en tratamiento por hiperactividad y baja tolerancia a la
frustración). Al concluir la escuela primaria, ella tenía muchas
amigas muy queridas que la visitaban y ella las visitaba. De la
fiesta de graduación no nos informó y no nos entregó la
invitación, después que nos enteramos le llamamos la atención y su
respuesta es que no quería ir ni ver a sus amigas... ya no volvió a
visitar a nadie. Nunca lloró, se enojó ni mostró ningún
sentimiento. Esto me pareció muy extraño. Pensé que iría a la
fiesta, lloraría etc., como todos lo hicimos alguna vez al concluir
un período escolar, pero no fue así”. Crueldad Puede ser
impiadoso, hacer padecer, dañar severamente a otros, sin repercusión
emocional displacentera. La mayoría de los torturadores de nuestra
última guerra civil, consideraban que simplemente estaban realizando
un trabajo. “Cuando mi hija ya tenía aproximadamente 15 o 16 años,
el de el medio 9 y el menor 6 años, éste último nos dice que su
hermana trata muy mal a su hermano... (cuando no estábamos,
trabajamos los dos), que lo golpea con la pared, lo pellizca, lo
viste de mujer, lo amenaza, etc. (cuando presentaba golpes nos decía
que se había caído). El otro niño se atreve a hablar y nos dice
que es así, que siempre lo ha tratado así, pero tiene miedo de su
hermana.” “Dr. Marietán: Hace muchos años que hemos llorado la
insensibilidad de mi hija y sus mentiras, primero pensando que era
apenas una niña, después que eran problemas de adolescente... pero
ya va a cumplir 22 (disculpe, es un desahogo poder hablar de esto que
nos agobia, porque los familiares cercanos no comprenden y en muchas
ocasiones hemos mentido para "cubrir" su conducta, incluso
ante sus hermanos, actualmente de 12 y 15 años). Hubo una época que
adoraba a Marilyn Manson y a su cuarto lo pintó morado con muchos
cuadros de él, y a sus hermanos les daba miedo entrar y ella gozaba
cuando lloraban. Un hámster hembra que tenía con ella como un año
y que le trajo pareja y tuvieron crías "se le olvidó” darles
de comer y se murieron todos, hasta yo los lloré, y ella no. También
un perrito que teníamos y atropellaron. De hecho nunca la he visto
que llore por situaciones así, las únicas veces que ha llorado es
porque le hemos hablado muy duramente y ha llorado y dicho que no la
queremos (con mucho coraje y gritando). Hace casi 4 años sufrí un
accidente grave, estuve 4 meses inmovilizada y el médico me dijo que
probablemente quedara parapléjica; fue algo muy duro. Mi esposo
lloraba conmigo, mis hijos también, ella no. Siempre fue insensible
y lo que me dijo en una ocasión fue que ella también tenía
problemas de salud y nadie se molestaba por ella, que le molestaba
que yo quisiera llamar la atención. De hecho esa fue la gota que
derramó el vaso, y cuando me recuperé decidí que lo más sano es
que estuviéramos separadas y quizá "cambiara". Pretexté
un cambio de ciudad por mi trabajo y mi esposo me apoyó y él
también buscó ese cambio. Pensé que iba sufrir cuando nos
separáramos, pero lo tomó muy tranquila. He llorado mucho por estar
separadas, pero cuando estamos juntas sufro más ¿Qué le debo decir
a mis otros dos hijos? Ellos ya preguntan por qué su hermana es así.
Gracias por su atención, el poder decir todo esto me alivia un poco,
no es nada fácil”. Tolerancia a situaciones de tensión Permanecer
impasible u obrar fríamente ante situaciones de alta tensión en las
que un ‘normal’ se paralizaría, descontrolaría o accionaría
inadecuadamente. Esta característica posibilita que realice acciones
de alto riesgo y, paradójicamente, arriesguen o pierdan la vida. A
diario vemos ejemplos tanto en policías o delincuentes de este tipo
accionar. También en los negocios o la política hay muestras de
este rasgo. El caso Yiya Murano Fuente: Reincidentes Argentinos
http://comunidades.calle22.com/comunidades/1130/com1130con6.asp Su
verdadero nombre era María de las Mercedes Bernardina Bella Aponte.
Nacida en la provincia de Corrientes (Argentina) en el año 1930.
Acusada de haber envenenado a tres mujeres y llevada a juicio por
homicidio, Yiya Murano nunca confesó. Fue absuelta en primera
instancia, el juez alegó que había dudas insalvables. Tres años
después, la Cámara de Apelaciones evaluó los indicios de manera
diametralmente opuesta y la condenó a cadena perpetua. Año tras año
Yiya presenta pedidos de indulto y de conmutación de pena porque
insiste en su inocencia. Hace poco, sus reclamos fueron escuchados
por el presidente de Argentina, Carlos Menem y su pena fue reducida a
25 años de prisión. Se presenta en los programas de televisión y
sigue alegando su inocencia, aunque su personalidad manipuladora
quedó al descubierto por las declaraciones de su hijo Martín
Murano, y de su actual esposo de apellido Chiodi (Ej: ella anunció
que estaba felizmente casada y que su marido la aceptaba por
considerarla inocente, sin embargo al otro día su marido pidió
presentarse en el mismo programa y confesar que eso era mentira, que
si bien se casaron nunca jamás habían convivido y ella nunca le
había confesado nada acerca de su pasado y su estancia en la cárcel,
alegando que su marido era golpeador y ella lo había matado por
accidente, mientras se defendía). Carmen Zulema del Giorgio
Venturini, su prima segunda, tentada por las promesas de jugosos
intereses, entregó a Yiya un montón de dinero no muy significativo,
con el propósito de que lo invirtiera. Luego del éxito de su
primera inversión decidió hacer otra. Su vecina Nilda, hizo lo
mismo y una amiga de ésta, Leticia Fornisano de Ayala también se
sintió atraída y decidió invertir. Yiya aumentaba desmedidamente
su amistad hacia estas y sobre todo, las visitaba con mayor
frecuencia. El sábado 10 de febrero de 1979 Nilda Gamba comenzó a
sentir dolores agudos en el estómago y náuseas. El médico que la
atendió le pronosticó intoxicación y ella recordó (al médico)
haber tomado el té con Yiya. Yiya se ofreció a cuidarla. Por la
noche, empeorando, entró en estado de coma y el domingo fallecía.
Yiya buscó al doctor Tomer, el primero que la atendió, con el fin
de que firmara el certificado de defunción. El médico se negó
alegando que él no había sido el último en atenderla. Ante tal
inconveniente, Yiya se dirigió al medico de la cochera, quien sí
aceptó el trámite a cambio de una propina. La causa de muerte según
el certificado fue: paro cardíaco no traumático, fórmula que evita
la autopsia. Un mes y medio antes, durante tres días no se supo nada
de Nilda. Se hizo la denuncia a la policía y cuando forzaron la
puerta encontraron a Nilda tirada en el piso, víctima de un coma
diabético.
Aquella vez fue
Yiya la persona que vio a Nilda por última vez antes de que se
descompusiera. Puede que haya sido un intento de envenenamiento que
no resultó, o tal vez lo del coma diabético haya sido verdad. Días
más tarde cuando debía devolver el dinero a Chicha, Yiya fue a su
casa a tomar el té y a tranquilizarla. Según ella convinieron en
encontrarse esa misma noche. Cuando Yiya y las otras amigas fueron a
buscarla, nadie contestaba. El 22 de febrero los vecinos del edificio
denunciaron a la policía que del departamento ocupado por Chicha
salía un olor penetrante y que nadie contestaba el timbre. Al forzar
la puerta encontraron el cadáver sentado frente a la TV, a su lado
restos de pescado, una taza con un poco de té. También en este caso
el médico de la funeraria extendió el certificado de muerte:
infarto de miocardio no traumático. El 24 de marzo, Mema del Giorgio
Venturini sintió náuseas y un profundo malestar. Desfalleciente, se
arrastró hacia el pasillo del edificio, pero presa del vértigo
perdió el equilibrio y cayó haciendo ruido, el cual escucharon los
vecinos y acudieron a socorrerla. En ese momento llegaba Yiya quien
preguntó a los vecinos si Mema había dicho algo antes de perder el
conocimiento. De camino al hospital en la ambulancia, al fallecer la
víctima le preguntó al medico si sería necesaria la autopsia.
Cuando Diana Maria Venturini, hija de Mema, intentaba poner en orden
las pertenencias de su madre descubrió que faltaban unos Pagarés
que habían sido extendidos como garantía de los depósitos de Yiya,
ante este hecho, indagó al portero del edificio quien recordó
haberle dado las llaves del departamento a Yiya, minutos después de
ocurrido el incidente, con el propósito de hacer unas llamadas a los
familiares (las cuales nunca se hicieron). Ya en su domicilio y con
la mente más despejada Diana comenzó a hacer conjeturas. Puesto que
otras 2 personas a quienes Yiya debía dinero habían muerto en
circunstancias similares a las de su madre, decidió hablar del caso
con la policía. A partir de eso, el juez ordenó la exhumación de
los cadáveres para realizarles las autopsias pertinentes. En el caso
de Nilda y Chicha, inhumadas en tierra, esa tarea no arrojaría
resultados decisivos ya que en el proceso de descomposición de los
cuerpos una de las sustancias que se forman es el clorhidrato de
cianuro. Esto impide establecer si la sustancia esta allí por causas
naturales o por haber sido injerida en vida. En cambio, en el cadáver
de Mema pudo determinarse con exactitud que en sus vísceras había
restos de cianuro alcalino y así se consideró que se trataba de
muerte por envenenamiento. A los tres años de estar detenida, salió
en libertad. ¿Cómo explicar la decisión de la justicia cuando
nadie dudaba de su culpabilidad? Primero: Yiya nunca había
confesado, segundo, si bien todas las pruebas apuntaban en su contra,
no hubo testigos directos de los crímenes, y por último, que la
querella se basaba en que otra persona no podría haber sido, pero
demostraba incapacidad en probar la autoría de la imputada. Yiya
estuvo muy cerca de cometer el crimen perfecto que tanto admiraba.
Las mujeres habían sido asesinadas con una sustancia que, una vez
muertas, era producida por el cuerpo en estado de descomposición.
Sólo la agonía de Mema le había dificultado las cosas. Después de
tres años de libertad, la Cámara de Apelaciones la considera
culpable, ante este fallo, Yiya planea fugarse. La Cámara calificó
que los hechos constituyen homicidio calificado por ser cometidos con
veneno reiterado en tres oportunidades. También se la condenó por
el delito de estafa al patrimonio de estas mujeres. Desde el punto de
vista médico, de acuerdo con el informe forense, Yiya presenta ´una
personalidad polifacética en la que se destacan componentes
histéricos, paranoides y perversos, y es precisamente en base al
tipo de personalidad que estiman los médicos que posee peligrosidad
social´. Se consideró probado en la causa que el cianuro que llevó
a la muerte a Mema Venturini y a Nilda Gamba fue colocado en vasos de
agua, como parte de remedios, que éstas tomaban sin dudar, en razón
de la confianza que tenían con Yiya. En cuanto al caso de Chicha
Ayala, el tribunal sostuvo que el cianuro tuvo dos vehículos
posibles: el té o las pasas. Se sabe o supone que el cianuro estaba
en los saquitos de té, ésta es una manera de que nadie sospeche de
ella por que las mujeres vivían solas, eran de avanzada edad y
cuando morían no hacía falta que Yiya estuviese presente. Entrega
20. La responsabilidad legal del psicópata ¿Cuál es la utilidad
del psicópata para el grupo? Consideraciones sobre la psicopatía.
Conclusiones Con esta entrega finalizamos este curso sobre
psicopatía, es más que probable que continuemos con otro curso
durante este año para hablar de los distintos casos de psicopatía,
ya sobre la base de este curso. Quiero agradecer a todos los que
participaron y a aquellos que me enviaron sus inquietudes y dudas,
también a los directivos de Sandoz y GTV y a las autoridades de las
instituciones que me avalaron. Espero haberles sido de utilidad en
este primer paso de este complejo tema de la psicopatía. Gracias a
todos. La responsabilidad legal del psicópata Genovés(3) se plantea
el interrogante ¿el psicópata es responsable de sus actos? Y para
ello establece tres pruebas para estimar el grado de responsabilidad
de una persona en sus acciones criminales: 1. No puede ser declarado
a priori insano, si no es con un peritaje previo. La regla principal
es que un imputado está cuerdo hasta que se demuestre lo contrario.
Si nos basamos estrictamente en lo legal, los psicópatas son
responsables, ya que conocen perfectamente las normas, al igual que
todos los demás. En cambio si nos referimos a lo estrictamente
moral, el prejuicio se vuelve más ambiguo, porque el psicópata
carece de apego emocional y sentido de culpabilidad. 2. Impulso
irresistible. Esta regla afirma que el sujeto puede conocer la
diferencia entre el bien y el mal, pero tener el impulso irresistible
de cometer el acto. Esto no es compartido por todos, ya que algunos
encuentran ambigüedad en la definición de irresistible al impulso.
Impulso implica espontaneidad (incapacidad para demorar la
gratificación) y en algunos casos el psicópata prepara
cuidadosamente su crimen durante largo tiempo antes de cometerlo. 3.
Se propone que el sujeto no es responsable criminalmente si su acción
delictiva es producto de su enfermedad o su tara mental. En Estados
Unidos, por ejemplo, en el modelo del Código Penal de 1962, se
expone que una persona no es responsable de una conducta criminal, si
en el momento de realizar tal conducta tiene disminuidas sus
capacidades fundamentales para ejercer la criminalidad por la
conformidad de su conducta con la ley, como resultado de un trastorno
o tara mental. O sea que hay tres posibilidades en teoría que la ley
ofrece en los tribunales mundiales y son las siguientes: a)
Responsabilidad total: castiga a un individuo anormal del mismo modo
que al normal; b) Responsabilidad atenuada: no hay solución
plausible, ya que después de una corta estancia en prisión
encuentran mejores condiciones para volver a delinquir. c) Exención
de responsabilidad: equipara al psicópata como un enajenado debiendo
ingresar a un hospital psiquiátrico. En Estados Unidos, el Tribunal
Supremo (sentencia de abril de 1988) dice que el concepto estadístico
de considerar la psicopatía como una desviación del comportamiento,
tiende en la actualidad a ser sustituido por una anomalía
estructural de la personalidad y por ello como auténtica enfermedad
mental, tal y como la consideraba la Organización Mundial de la
Salud. Y en su virtud reduce la pena por homicidio en dos grados
quedando rebajada a cuatro años de prisión. En Argentina El hecho
de no ser consideradas personas enfermas, abre una polémica dentro
del campo de la medicina legal. La postura actual es no considerarlos
personas enfermas. En ocasiones ciertas conductas los ponen en
contacto con el sistema judicial (robos, violaciones, homicidios,
etcétera). Pueden discernir y entender la criminalidad de sus actos
y dirigir sus acciones, en consecuencia son responsables por lo que
hacen. No entrando en las condiciones de inimputabilidad del artículo
34 del C. P. (no son enfermos) siendo, por lo tanto, punibles. El
doctor Vicente Cabello, médico legista argentino, sustenta otra
postura. Opina que ante toda psicopatía debe investigarse
exhaustivamente la posibilidad de una noxa cerebral. Considera que
son personas enfermas, la conducta que tienen no es porque sí, sino
que es producto de su enfermedad, en consecuencia, para esta escuela,
son inimputables.(16) ¿Cuál es la utilidad del psicópata para el
grupo? Podemos especular el por qué de la existencia de los
psicópatas, cuál es su valor social. Tal vez estas personas sean un
reaseguro de la especie, del grupo. Ante una emergencia alguien debe
responder con características no habituales para hacer frente a la
situación totalmente anómala, imprevista o extraña. Así, en un
caso de guerra, aquel que es tildado de desalmado, cruel e insensible
es el héroe. Es aquel que va al frente, que asume riesgos que el
grueso no, se arriesga, y lleva adelante acciones que la mayoría no
se animaría a realizar, es el comando de un grupo de guerra. O sea,
esa potencialidad que es totalmente desfavorable en tiempo de paz, y
puede llevar a esta persona a desarrollar conductas muy agresivas a
su entorno, (delincuencia, criminalidad, etcétera), es la misma. que
en situaciones anómalas se ajusta perfectamente a los requisitos de
emergencia que tienen que solucionar. Los psicópatas serían parte
de la reserva del grupo en caso de emergencia, pero en estados
normales son absolutamente chocantes para la sociedad. Estas
personalidades atípicas pueden tener cierta adaptación a la
sociedad, como el caso del psicópata insensible que puede convertirse
en un arrojado policía, un buen militar, un torturador, un
gobernante para tiempos de crisis, un talentoso deportista, un
excelente cirujano. La anticipación del peligro, el miedo, no los
inhibe para la acción. Y son, en consecuencia, refractarios al
condicionamiento adversivo. También el psicópata es al que le
encargamos hacer el trabajo “sucio”: es al que llaman para
torturar, para eliminar masas de gente de un país, para hacerse
cargo de la “represión brutal” contra una fracción
revolucionaria o los delincuentes, o es el revolucionario al que
alientan los que desean un cambio radical en un país; es el militar
al que le hacen quemar una aldea, o lo hacen infiltrar como espía en
el bando contrario, es el policía al que llaman para que se tirotee
con los delincuentes, es el abogado al que contratamos para que con
sus artimañas nos haga zafar de un delito, o al político que lo
dejamos que modifique todo el sistema económico, es el empresario
que con sus manipulaciones, amenazas, coimas y sobornos dejamos
enriquecer. Y luego, superada la crisis o la emergencia, y a veces,
los juzgamos por criminales o estafadores o transgresores. A modo de
conclusión Consideraciones sobre la psicopatía Los valores tienen
su origen en las necesidades sociales. La suma de experiencias
individuales y del grupo van formando aquellos sedimentos de patrones
de conductas deseables que constituyen los valores. Estos valores son
transmitidos del entorno al individuo a través de la familia, la
escuela. Conceptos externos al individuo son introyectados,
asimilados y luego pasan a ser parte del propio individuo. Pasan a
convertirse en "sus valores". Esto le permite tener una
conducta ajustada y no discordante con su entorno. Por supuesto que
hay un rango de ajuste, y también un rango de desajuste tolerado.
Son aquellas pequeñas desviaciones a los "valores bases".
Es decir que en toda sociedad existe la posibilidad de tolerancia a
pequeñas desviaciones a las normas. La comunidad, el hecho de
pertenecer a un grupo, significa para el individuo un resguardo, un
sistema de seguridad. En ese grupo, él va a tener un deber, una
responsabilidad y deberá seguir un código. A cambio de eso el
grupo, a su vez, lo protege de circunstancias que pueden ser
riesgosas para un solo individuo. El deber, entonces, es la
responsabilidad del individuo frente el grupo, es un hecho
extrínseco, objetivable; se sabe si tal individuo cumplió o no con
su deber, si ha sido responsable o no. Luego están los principios
personales, los códigos propios de cada individuo, eso es interno y
solamente él tiene en cuenta, para sí mismo, si ha cumplido o no
con sus principios. El código personal, los propios principios, es
absolutamente subjetivo. No cumplir con esos códigos individuales
genera culpa. Así en ocasiones, se puede faltar al deber, ser
irresponsable desde el punto de vista objetivo y desde el punto de
vista de la mirada del grupo hacia el individuo. Pero, para él, si
ese acto o esa acción que cometió tiene una justificación
personal, privada, coherente con su código personal, no manifiesta
para sí mismo culpa, no se siente culpable. Existen, por un lado la
ley, las normas, y por otro lado las ambiciones del individuo. Las
ambiciones individuales deben encajar o seguir las reglas de juego,
los códigos de la sociedad para conseguir un equilibro adaptativo.
Hay límites a la ambición. La sociedad tolera ciertos errores, pero
no la ostentación del error. La sociedad tiene una limitación y un
permiso que es explícito y corresponde a las normativas, a las
leyes. Luego hay un permiso tácito, implícito, que no está
escrito, que hace que se toleren algunas desviaciones a la norma.
¿Por qué al psicópata no le importa sortear las normas? Porque
necesita satisfacer sus “necesidades atípicas”. Porque
sobredimensiona sus posibilidades, su ingenio o su suerte por un
optimismo ingenuo o lúdico: "esta vez no me van a agarrar",
o "esto me va a salir bien", o por un costo - beneficio
aceptado. Es decir, por asumir un riesgo que puede tener una
consecuencia grave, pero que el resultado de esa acción vale el
llevar adelante el riesgo. Ser optimista es fantasear en una
proyección virtual hacia el futuro con un resultado positivo. El
optimismo está relacionado con la ensoñación. Ésta es parte del
trabajo psíquico que consiste en utilizar la imaginación como campo
de proyección de posibles acciones a realizar. El psicópata no
transgrede las normas. Transgredir es valorar (conocer y sentir) las
normas y a pesar de ello sortearlas. El psicópata ve a las normas
como un obstáculo a sus ambiciones. La norma no le genera el temor
inhibitorio que a la mayoría de las personas. La norma tiene un
enunciado y un significado por sí (explícito) y por la amenaza
(implícita) que implica su no seguimiento. Es decir, en toda ley hay
una amenaza, una apelación a las consecuencias negativas que pueden
ocurrirle al individuo de no seguirlas. Subyace una prohibición, un
daño a futuro para aquel que no la cumpla. Toda ley, toda norma,
genera temor e implica la posibilidad de castigo. La ley está hecha
para domar, para doblegar y para condicionar las conductas
instintivas de los individuos y entornarlas con el siguiente lema "Si
quieres pertenecer a este grupo, estas son las reglas. Si se cumplen
las reglas estás dentro, si no las cumples estás fuera". El
psicópata tiene la particularidad de estar dentro del grupo y de
sortear alguna de sus normas pero no todas, de lo contrario sería
desplazado del grupo. ¿Hasta cuándo sucede esto? Hasta que en algún
momento se extralimita fuertemente y es "descubierto y
señalizado". Un personaje poderoso, ya fallecido, seguía un
concepto sobre el poder. Él decía "el poder es tener
impunidad, es hacer sin temer las consecuencias". El psicópata
es siempre otro, no hace un insight, es decir, no hay un darse
cuenta. Él no es consciente de su propia psicopatía. ¿Es el
psicópata un inmaduro que se quedó en la etapa adolescente de su
desarrollo? A veces, algunos psicópatas dependientes parecen
contestar sí a esta pregunta, o algún tipo de asunción de riesgo
"infantiloide" parece confirmar este punto. Los psicópatas
son refractarios a los estímulos, tanto a los estímulos negativos
(castigos, penas, contra argumentaciones a la acción en apelación a
las normas), como también, y esto es poco notado, son refractarios a
los estímulos positivos (cariños, recompensas, suavización de las
penas, apelaciones a lo afectivo). El psicópata no modifica su
conducta por ninguno de los dos estímulos, ni positivos ni
negativos. La mentira, para el psicópata, es una herramienta de
trabajo. La mentira es desvirtuar la verdad ex profeso, con un
objetivo "en mente", con el objeto de conseguir algo. La
mentira siempre apunta a algo. Se miente para evitar un castigo, se
miente para conseguir una recompensa, se miente para engañar a otro.
Detrás de la mentira siempre hay un rédito y esto lo diferencia de
la fabulación, que también es una transgresión a la verdad, pero
por el mero hecho de satisfacer el ego. Es lo que utiliza el
fanfarrón. El psicópata puede sortear todo tipo de normas, pero no
el 100% de las normas, sino sería rápidamente detectado y eliminado
del grupo. Puede sortear las normas, la ley social, y convertirse en
un delincuente, estafador o un revolucionario. Puede no cumplir las
leyes éticas, en general, de la sociedad o puede tener conductas
sexuales como la prostitución, la homosexualidad y cualquier otro
tipo de perversión. Dentro de las alteraciones de la ética, está
su particular relación con los otros seres humanos, que es la
cosificación del otro, que le permite utilizarlo como una cosa, como
un objeto de intercambio o de utilidad. Esta cosificación es lo que
explica, tal vez, llegar a torturar o matar al otro. Hay distorsión
en la forma de autoestimulación, por eso el psicópata a veces cae
en la droga y el alcohol. Algunas conductas psicopáticas pueden
parecen ilógicas (visto desde afuera), pero es perfectamente lógica
para el psicópata. Son lógicas distintas, son sistemas de
razonamientos distintos, códigos distintos y valores diferentes
basados en necesidades distintas. La conducta psicopática puede, ser
a veces, de mucha inestabilidad frente a estímulos objetivamente
pequeños (para el normal), o al revés, el psicópata puede
permanecer con una conducta de mucha estabilidad, a pesar de las
fluctuaciones del ambiente, es decir, puede permanecer sereno en
situaciones que desestabilizan a la mayoría. El fracaso lo derrumba.
Los momentos de crisis de los psicópatas son producidos por
frustraciones y fracasos. Siempre coloca la responsabilidad de su
fracaso o su frustración, en lo otro, en lo externo (defensa
"aloplástica"). El éxito del psicópata en el medio
social, no asegura que se estabilice. En ocasiones después de mucho
esfuerzo, destruyen todo lo que han hecho, por un acto banal. Esto es
desconcertante para el "normal" que observa esto, que ha
seguido toda la trayectoria y el accionar de la inteligencia de éste
hombre exitoso y sin embargo, por una tontería, destruye todo
andamiaje. Los casos resonantes de personajes internacionalmente
importantes, me eximen de más comentarios. Dentro de los tipos de
psicópatas, en su relación con el sistema, están: Los que
aprovechan el sistema, para sacar beneficio (estafadores menores,
algunos políticos, especuladores); Los que confrontan con el sistema
dentro del sistema (delincuentes, estafadores graves, criminales,
políticos extremistas, tanto de derecha como de izquierda); Aquellos
que quieren cambiar el sistema (los que se marginan, y desde la
marginación tratan de romper el sistema). Cualesquiera sea la
pertenencia del psicópata en estos tres grupos, siempre están
contra el orden establecido. Hay algo en el psicópata que le impide
aceptar el orden establecido. Así lo vemos al querellante fatigar
tribunales apelando una justicia que nunca termina
de convencerlo. Y si la "justicia" se demora o no es
suficiente ¿por qué no ser él mismo el que la ejecute? El
psicópata pude tener tres tipos de conductas: a) Accionar normal: es
su parte adaptada al patrón conductal normal. No se le "nota"
la psicopatía. b) Accionar psicopático: es la manifestación de sus
conductas psicopáticas. La ejerce sobre determinadas personas,
complementarios o víctimas. c) Tormenta psicopática: es la conducta
psicopática desestabilizada. De gran inestabilidad emocional y
tensión interna, que el psicópata trata de equilibrarla a través
del rito psicopático, grupo de conductas repetitivas (el patrón
conductual psicopático). Hay impulsos y automatismos. Intensa
descarga de la tensión interna sobre lo externo. No puede parar sus
acciones hasta lograr reestabilizarse. La forma que toma esta
desestabilización dependerá del tipo y grado de psicopatía. Aquí
es donde se producen los homicidios seriales o extremadamente
crueles, las violaciones, destrucciones y también los suicidios. Es
donde el psicópata de tipo asocial deja su sello, su marca personal.
El psicópata en general, se justifica a sí mismo en todas sus
acciones. Suele ser acusador y crítico. A la pregunta ¿por qué el
psicópata no sigue las normas? La respuesta es simple, porque las
normas no se ajustan a sus deseos. Este tipo de personalidades tienen
un particular sentido de la libertad. Ser libre es poder hacer sin
impedimentos. Poder optar. Las trabas a la expansión de la acción,
pueden ser internas o externas. Si estos seres minimizan sus trabas
internas (llámese represión, inhibición o remordimiento) sólo les
quedan las trabas externas. Si los impedimentos externos no están
corroborados por la propia lógica ni tienen el peso de los
sentimientos, a qué seguirlos. Se convierten en algo artificioso,
armado por otros. Un como sí lúdico. Un juego donde se conocen las
reglas, los obstáculos, pero en el fondo es todo fantochada. Es así
un jugador sin impedimentos que conoce los impedimentos. ¿No será
este uso particular de la libertad lo que lo hace seductor al apelar
a las libertades reprimidas del otro? Tal vez el psicópata busque
detrás de las máscaras, de la imagen, de la "persona", al
"animalito" deseoso y encerrado que todos llevamos dentro y
lo anime a participar en un juego ambivalente de satisfacciones y
angustias. Es campo de estudio del biólogo la variabilidad de la
especie humana (raro – común); del sociólogo el ajuste del
individuo en el grupo (adaptado – inadaptado); del moralista
(religioso, ético) valorar lo bueno y lo malo; del legista juzgar
las responsabilidades; del psicólogo las motivaciones de la conducta
individual. El médico debe limitarse a su estricto campo que
consiste en evaluar si una persona está sana o enferma. Y, el
psicópata, puede ser raro, inadaptado, malvado, delincuente o tener
una conducta incomprensible, pero no es un enfermo.
Hugo Marietan,
1994, actualizado a marzo de 2006, Buenos Aires, Argentina
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Editorial Ananké, Buenos Aires, 1996. 12b) Marietan, Hugo:
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Hammurabi, Buenos Aires, 1984.
Semiología psiquiátrica
Asesinos
seriales
Un investigador internacionalmente
destacado en el tema de la psicopatía, el Dr. Robert Hare, cree que es
poco probable que alguna vez se llegue a una teoría unificada sobre las
causas de la violencia en general, sin embargo plantea que nos estamos
acercando hacia una mayor comprensión de ciertos tipos de violencia
depredadora atribuibles a los psicópatas. Las respuestas no estarían
dentro de los factores sociológicos o de entorno sino más bien dentro
del individuo.
Tal y como el asesino Berdella demostró,
los psicópatas son arrogantes, narcisistas, superficiales,
manipuladores y grandilocuentes. No tienen consideración alguna por el
sufrimiento que pueden causar y en general no establecen fuertes
vínculos emocionales con los otros. El trastorno de la psicopatía
aparece en todas las culturas y se manifiesta tempranamente con
desordenes de conducta, cruel indiferencia y desordenes de déficit de
atención e hiperactividad. Aunque no todos los psicópatas violan la ley,
muchos manifiestan comportamientos antisociales como manipular
emocionalmente, agredir y ser crueles. La necesidad de poder y control
es lo que conduce el accionar de los psicópatas, quienes son sujetos que
ven el mundo en términos de dadores y tomadores, sintiéndose
justificados de ser los tomadores. Su violencia, como una vez dijo el
asesino serial Arthur Shawcross, es solo un negocio usual. En otras
palabras, su agresión es instrumental, no reactiva, y está encaminada
hacia alguna oscura ganancia.
En términos de tratamiento[1],
Hare nota que los agresores sexuales que son psicopáticos presentan
problemas especiales. Las agresiones de los agresores sexuales
psicopáticos —dice Hare citando la literatura médica— serán
probablemente más violentas y sádicas que las del resto de agresores
sexuales.
Los psicópatas también reinciden más,
diversifican sus crímenes, y fallan a la hora de aprender de los
castigos. Al parecer sufren de cierta angustia personal, aparecen mal
con sus actitudes y conducta, y buscan tratamiento solo cuando va con
sus intereses.
Aparentemente fallan en procesar las
emociones de la manera en que la gente normal lo hace, de forma tal que
no tienen empatía. Por ende, en ellos son débiles las inhibiciones
emocionales típicamente socializadas en relación a la agresión. Así,
cuando a Bob Bardella se le preguntó sobre su propósito luego del
segundo asesinato, él dijo que no tenía un propósito, al menos no
conscientemente. La primera vez era más que todo un asunto de no ser
atrapado, así que…¿qué diferencia habría realmente si mataba de nuevo?.
Adriane Raine, de la Universidad de Southern California, ha
interesado por mucho tiempo en los correlatos neurológicos del
comportamiento psicopático. Él ha encontrado déficits cerebrales en
diversas áreas que parecen contribuir a la violencia, específicamente el
sistema límbico (el centro emocional) y el cortex prefrontal. Dichos
déficits harían a los psicópatas menos sensibles a la estimulación
aversiva y menos capaces de tomar decisiones apropiadas en torno a la
agresión hacia los demás, así como también harían que éstos sean
impulsivos, arrojados y de
que comporten sensaciones fuertemente estimulantes. Consecuentemente
los asesinos predadores serían sujetos carentes de afecto y mucho más
propensos a atacar a extraños que la gente normal cuya violencia es más
reactiva y emocional.
Al evaluar los procesos emocionales en
el verdadero psicópata, Patrick Christopher hace eco de Raine y Hare
cuando afirma que el comportamiento predatorio del psicópata está
relacionado con una debilidad en el sistema defensivo del cerebro. Se
cree pues que, tanto en el psicópata como en la persona normal, las
emociones activan uno de los dos procesos básicos del cerebro,
produciendo así la aversión-evasión o el deseo-aproximación. En el caso
de los psicópatas, dice Patrick que el estímulo desagradable tiene que
ser, para los mecanismos de acción defensiva, lo suficientemente fuerte
como para activar un bloqueo o interrupción en el comportamiento de
búsqueda de la meta. En otras palabras, en ellos no hay ideas a largo
plazo sobre el aprisionamiento que podría detenerlos ni el dolor o la
angustia de sus víctimas: solo y únicamente los frena la posibilidad de
un castigo inmediato[2].
Ellos tienen una meta definida y usarán la fuerza y la violencia para
conseguirla a menos que esto pueda lastimarlos de alguna manera como,
por ejemplo, en el caso de que tuviesen, para conseguir su meta, que
intentar apuñalar a alguien mucho más fuerte y con la capacidad
suficiente como para vencerlos o causarles daños de suma gravedad.
Todavía más profundo resulta el que los
asesinos seriales utilizan la cadena de sus asesinatos como una forma de
dar sentido y propósito a sus vidas. Candice Skrapec, de la Universidad
Estatal de California en Fresno, ha tratado de comprender qué es lo que
conduce a los asesinos seriales y ha encontrado necesidades humanas
básicas, aunque exageradas[3].
A partir de entrevistas, ella ha descubierto que los asesinos seriales
masculinos de tipo predador se sienten víctimas y, en consecuencia, su
ira les lleva a devolver el golpe y a hacer pagar a otros[4]. En definitiva ellos se sienten libres de sus propios códigos morales y acreditados para hacer lo que están haciendo.
Complementariamente, los asesinos
seriales alimentan sus ímpetus con las oscuras fantasías que les hacen
sentirse más grandes de lo que en realidad son, siendo así fantasías que
parecen completarlos. De ese modo, representando y fomentando esas
oscuras fantasías ellos escapan de cuestionar su autoconcepto y de
enfrentar con ello su imagen de impotencia, sintiéndose así especiales
por hacer algo que pocas personas podrían hacer. Así, asesinar
incrementa su sensación de vitalidad, lo cual produce una euforia que es
seguida por una sensación de calma o alivio de la tensión. Por otro
lado, el que los medios de comunicación den atención a sus asesinatos es
algo que afirma y refuerza el sentimiento de poder que existe en ellos.
Siguiendo con esto de la relación entre
los asesinatos y la búsqueda de significado existencial, se tiene que,
si bien la agresión no es difícil de sexualizar, aún así la depredación
sexual no es el motivo original en los asesinos seriales. Y es que en
ellos se expresa el asesinar como algo que envuelve algo más grande que
la mera muerte: la necesidad de destruir por completo, necesidad ésta
vinculada al limitado rango con que los asesinos evalúan la realidad,
juzgando todo como blanco o negro y, a consecuencia de eso, actuando de
forma tal que sus actos tienden a seguir la ley del “todo o nada”.
Por último, en los asesinos seriales el
asesinato reconstituye un sentido del yo fragmentado, transformándolo en
un todo integrado. Tal y como postuló Skrapec, al fin y al cabo lo que
exteriormente parece un comportamiento ofensivo es, en realidad y en ,
un comportamiento defensivo. En este marco, se tiene que los asesinos
seriales experimentan el enojo como vacío (sensación de vacío
existencial), por lo cual exteriorizan su agresividad para sentirse
mejor e incluso para, a través de esas experiencias que viven al
exteriorizar su enojo-agresividad, concebir una sensación de sentido y
significado en sus vidas…
.
.
NOTA: El artículo expuesto es el producto de la reescritura de un texto de Crime Library d
[1] Tratamiento psiquiátrico y psicológico, o médico en términos generales
[2]
Esto quiere decir que el psicópata no se detiene considerando daños
posibles (para él) a mediano o largo plazo, sino únicamente a actual o
corto plazo.
[3]
En otras palabras, necesidades humanas básicas que, sin variar en su
naturaleza, se presentan amplificadas e intensificadas a nivel del
protagonismo que tienen en la del sujeto.
[4] Es pues en este afán revanchista donde
el llamado mecanismo de desplazamiento, aunque evidentemente, en la
cadena de asesinatos donde tantos inocentes pagan, puede terminar
pagando quien realmente infringió el daño real o imaginario al asesino:
así, como ejemplo de esto último está Edmund Kemper, quien asesinó a su ya que la odiaba pues ésta lo castigaba injustamente de pequeño.
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ADOLFO VÁSQUEZ ROCCA
Eastern Mediterranean University – Academia.edu
Pontificia Universidad Católica de Valparaíso
Universidad Complutense de Madrid
Universidad Andrés Bello UNAB
Pontificia Universidad Católica de Valparaíso
Universidad Complutense de Madrid
Universidad Andrés Bello UNAB
E-mail: adolfovrocca@gmail.com
___________________________
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Romanticismo
oscuro ("Dark Romanticism", en inglés) es un subgénero literario
estadounidense surgido en el siglo XIX a partir del movimiento
filosófico denominado trascendentalismo. Las obras de este subgénero,
pues, se vieron muy influidas por el trascendentalismo, aunque no
comulgaban con sus ideas. El romanticismo oscuro, a grandes rasgos, se
manifiesta mucho menos optimista que aquél acerca de la condición
humana, la naturaleza y la divinidad. Los autores más representativos de
la corriente son: Edgar Allan Poe, Nathaniel Hawthorne, Herman
Melville, y también se adscriben a la misma la poetisa Emily Dickinson y
el poeta italiano Ugo Foscolo.
La expresión romanticismo oscuro proviene por un lado de su condición pesimista y por otro de la influencia del primigenio movimiento romántico. Su nacimiento se produjo a mediados del siglo XIX, como se ha dicho, a partir del trascendentalismo. Éste se originó en Nueva Inglaterra a cargo de intelectuales de renombre como Ralph Waldo Emerson, Henry David Thoreau y Margaret Fuller, y cosechó gran prestigio más o menos desde 1836 hasta finales de los 1840s. El movimiento tuvo gran influencia en distintas áreas, como la literatura, a medida que los escritores iban imbuyéndose de su doctrina.4 Mientras tanto, ciertos autores, entre ellos los citados Poe, Hawthorne y Melville, encontraron las ideas trascentalistas demasiado optimistas o egoístas, y reaccionaron contra ellas a través de sus obras poéticas y prosísticas; ésta sería la tendencia que daría origen al "Dark Romanticism".
El
trascendentalismo influyó a los autores del romanticismo oscuro de
manera diferente, de ahí que la crítica haya señalado las distintas
maneras que tuvieron estos autores de romper con esa corriente. En
primer lugar, los románticos oscuros confían muy poco en la perfección
como una cualidad innata del ser humano, idea clave de los
trascendentalistas. Como consecuencia, sus personajes son propensos al
pecado y a la auto-destrucción, ya que no poseen inherentemente ni la
gracia divina ni la sabiduría. G. R. Thompson expresa este desacuerdo,
afirmando que mientras que el pensamiento trascendentalista concibe un
mundo en que la divinidad es inmanente «los románticos oscuros adoptan
imagénes del mal antropomorfizado en forma de demonios, vampiros,
fantasmas o monstruos». En segundo lugar, aunque ambos grupos sostienen
que la naturaleza es una fuerza profundamente espiritual, el
romanticismo oscuro la contempla bajo una luz siniestra, al contrario
que el trascendentalismo, que ve en la naturaleza una especie de
mediador orgánico y universal con la divinidad. Para estos románticos,
al contrario, el mundo natural es sombrío, decadente y misterioso, y sus
revelaciones para el hombre son de carácter maligno o infernal.
Finalmente, mientras que los trascendentalistas abogan por la reforma
social en su caso, sus contrarios con frecuencia proponen personajes que
fracasan una y otra vez en sus intentos de mejorar sus vidas. Thompson
resume de la siguiente forma las características del subgénero:
La
incapacidad del hombre caído por comprender plenamente los inquietantes
guiños de un reino sobrenatural que aún parecía no haber llegado; la
constante perplejidad ante los fenómenos metafísicos e inexplicables; la
propensión a una conducta perversa o inmoral, sin regla ni medida, y un
sentido de culpa sin nombre combinado con la sospecha de que el mundo
externo no es más que una ilusión de la mente: tales son los elementos
principales que opusieron los románticos oscuros a la corriente
principal del romanticismo.
La
novela gótica, muy popular en Inglaterra a fines del siglo XVIII y
principios del XIX, es conocida por su incorporación de elementos
comunes con el romanticismo oscuro. Nació con la obra de Horace Walpole
El castillo de Otranto en 1764. Las obras góticas aspiran comúnmente a
inspirar terror, a través de la incorporación de elementos macabros y
sobrenaturales, casas encantadas, etc. Los críticos suelen referirse a
«puestas en escena muy melodramáticos y tramas totalmente predecibles».
En general, son elementos comunes la oscuridad y lo sobrenatural, y los
personajes perturbados o vampiros, pero la novela gótica tiende más al
terror, mientras que el romanticismo oscuro se fija preferentemente en
el misterio sombrío y el escepticismo sobre la condición humana. Sin
embargo, la novela gótica influyó poderosamente en autores como Poe.
Autores
del romanticismo temprano inglés como Lord Byron, S. T. Coleridge, Mary
Shelley, John Shek y John William Polidori se han asociado
frecuentemente a ambas corrientes. Sus relatos y poemas reflejan a
menudo casos de inadaptación social, grandes tormentos anímicos y la
incertidumbre sobre si la naturaleza humana salvará o destruirá a los
protagonistas.
Tradicionalmente
se considera a los ya mencionados Edgar Allan Poe, Nathaniel Hawthorne y
Herman Melville como los autores centrales del romanticismo oscuro.
Poetas y Escritores Malditos
¿Qué
son los poetas malditos?¿Dónde se origina esta denominación? Expresión
creada por Verlaine [como una suerte de homenaje al poeta Arthur
Rimbaud], la noción ya es toda una institución en el ámbito poético y
hace referencia una actitud de incomprensión social frente al artista.
Originada en tiempos románticos, invito a preguntarnos si este concepto
no es más bien una mistificación autodestructiva que debe ser superada
por una visión vigorosa, saludable y lúcida.
El
uso de la expresión “poetas malditos”, ante la influencia de la obra de
Verlaine, se extendió a todos los dominios nacionales y pasó a designar
así a todo aquel escritor talentoso, poco importase su nacionalidad,
que presentase un dejo de incomprensión social y una cierta tendencia
provocativa (léase autodestructiva por el consumo de drogas o alcohol) y
cuyos textos, dado su alto nivel de codificación poética, fuesen de
oscuros significados.
La obra que más mentes esquinadas concentró por primera vez fue Los poetas malditos, del poeta francés Paul Verlaine, publicado por primera vez en 1884. En él participaron autores como Rimbaud (Una temporada en el infierno,1873),
Mallarmé o Pauvre Lelian (anagrama del propio Verlaine). Este concepto
de “maldito” lo inició precisamente Verlaine con esta obra, pero a su
vez había sido inspirado un poema de Baudelaire llamado Bendición, que
se encuentra al principio de Las flores del mal.
Son escritores
que han sido considerado malditos: Arthur Rimbaud (al que también se le
considera representante del movimiento simbolista), Stéphane Mallarmé
(también colocado entre la vanguardia francesa), Marceline Desbordes
Malbore una poetisa un tanto “gótica” demasiado triste y demasiado
deprimida que quizá por ello mereció la distinción de Verlaine de
incluirla como única mujer entre los poetas malditos. Tristán Corbiere,
desconocido hasta que Verlaine lo incluyó en sus poeta, un simbolista
que sería reconocido pronto gracias al grupo en donde fue incluido.
Auguste Villiers de L’Isle-Adam, un poeta que encontraba especial gusto
en lo macabro y que se convirtió en un talento del teatro y la narración
simbolista. Y el mismo Verlaine.
Oscar Wilde, en Inglaterra, aparece como representante de la misma corriente, entre otras obras suyas, con El retrato de Dorian Gray
(1891). Su protagonista, un joven al que apasiona la apariencia y está
enamorado de su propia belleza excepcional, trata de conservar la
juventud para siempre. Su destino, sin embargo, será trágico. También en
Inglaterra, Walter Pater publicó en 1887, Retratos imaginarios, que
suele situarse a la cabeza de esta corriente literaria. En la obra
resultan fundamentales los elementos estetizantes, que se concretan en
un ideal de culto a la belleza absoluta y una atmósfera de libertad
material y espiritual en polémica contraposición con la vulgaridad del
mundo burgués.
Mary Shelley, la autora de Frankenstein,
sufría frecuentes ataques de melancolía, alucinaciones y sueños
letárgicos. Lord Byron podía cambiar de humor en pocos minutos, como
buen ciclotímico que era, y también era aficionado a aullar sin motivo.
Charles Baudelaire, autor de Las flores del mal, un compendio de poesía
que bascula entre lo venéreo y lo necrofílico, sufrió frecuentes crisis
nerviosas, neuralgias y vértigos que le dejaban postrado en la cama.
Virginia
Woolf, Allen Ginsberg y Sylvia Plath también fueron desequilibrados
mentales, y algunos de ellos suicidaron, como se suicidó David Foster
Wallace, uno de los mejores escritores norteamericanos contemporáneos (a
pesar de que solo tiene una novela publicada, La broma infinita).
Hacia
el final de la Primera Guerra Mundial muchos escritores y artistas
empezaron a creer que la civilización había fracasado, que la fría razón
sólo había servido para amordazar el instinto, que finalmente se había
desencadenado con toda su furia, como una bestia que sólo puede vivir en
libertad. En un club artístico de vanguardia llamado Cabaret Voltaire,
nació entonces una lucha contra la razón, la lógica, la disciplina y el
refinamiento burgués. ¿Cuál era la mejor forma de combatir todos esos
defectos que perturbaban la verdadera naturaleza del ser humano, el ser
animal? Pues aplaudiendo el instinto, el caos, la provocación, la
desobediencia y la irracionalidad.
Emile Cioran Por Adolfo Vasquez Rocca | Universidad Complutense de Madrid
En
Cabaret Voltaire, los artistas se reunían para leer poesía y hablar de
tonterías, para gritar, para aullar como lo hizo Byron, para bailar sin
ritmo, al azar, generando una completa y absoluta cacofonía. Hasta que
un día, el organizador del Cabaret Voltaire, Hugo Ball, anunció que iba a
publicar una pequeña revista titulada Dadá. Uno de los que frecuentaban
el club, un poeta llamado Tristan Tzara, quedó tan enamorado de la
palabra que empezó a escribir poesía sin sentido en su nombre. Había
nacido el dadaísmo. El antiarte. La guerra contra el formalismo. El
canto al absurdo.
Adolfo Vásquez Rocca La Metáfora Viral en William Burroughs
Finalmente,
el lugar más icónico que vio el nacimiento de muchos autores
suburbiales y rarunos fue la librería del editor Lawrence Ferlinghetti:
City Lights Bookstore. Abierta en 1953 en San Francisco, es de visita
obligatoria si estáis mínimamente interesados por la Generación Beat y
el movimiento contracultural: allí se editó Aullido y otros poemas, de
Allen Ginsberg, y hoy en día sigue editando a los autores más
underground.
II.- Los célebres escritores malditos
John Kennedy Toole se suicidó a los 32 años porque no había podido publicar su novela La conjura de los necios,
que póstumamente resultó ser una de las grandes obras maestras de la
literatura norteamericana. J.D. Salinger alcanzó un éxito mundial con El guardián entre el centeno,
y se retiró a vivir al campo en absoluta soledad diciendo que todo lo
que quería en la vida era escribir para sí mismo. Son ejemplos de las
inusuales vidas que se esconden detrás de algunas de las grandes obras
literarias del siglo XX. A veces pasa que, detrás de una buena historia
de ficción, hay otra real que es aún mejor.
John Kennedy Toole
En 1976 el prestigioso filósofo y
escritor Walker Percy estaba siendo prácticamente acosado por una mujer
mayor y enlutada, que cada vez que podía encontrarle agitaba delante de
su cara un montón de hojas manuscritas.
La mujer era Thelma Ducoing, cuyo hijo
de 32 años había introducido una manguera en el tubo de escape de su
coche, la había colocado en la rendija que dejaba la ventana del
conductor y había encendido el motor tras escribir una nota de suicidio.
Percy, hastiado, le exigió a la mujer que le diese una razón por la que
él debía leer la novela de su hijo muerto. Ella le contestó: "porque es
una gran novela".
Y lo era. El señor Percy, como más tarde miles de lectores de todo el mundo, cayeron hechizados por la historia irónica, desternillante y a la vez repugnante de Ignatius J. Reilly, un esperpento literario totalmente original e incómodo, una mezcla sublime entre Don Quijote, Max Estrella y Tomás de Aquino.
Toole escribió una novela que destila una magia extraña, en la que la risa se combina con una sensación de tristeza y abandono que, de algún modo, consigue que el lector empatice con semejante personaje.
Las razones por las que Toole decidió acabar con su vida podrían residir en una fatídica identificación de la asfixiante vida de Ignatius con la suya propia. El escritor...
El escritor era el
hijo único de una pareja mayor ya resignada a no tener descendencia y
cuando John nació, su madre Thelma se implicó tanto en la educación de
su retoño que acabaría reprimiéndole con su comportamiento
sobreprotector.Y lo era. El señor Percy, como más tarde miles de lectores de todo el mundo, cayeron hechizados por la historia irónica, desternillante y a la vez repugnante de Ignatius J. Reilly, un esperpento literario totalmente original e incómodo, una mezcla sublime entre Don Quijote, Max Estrella y Tomás de Aquino.
Toole escribió una novela que destila una magia extraña, en la que la risa se combina con una sensación de tristeza y abandono que, de algún modo, consigue que el lector empatice con semejante personaje.
Las razones por las que Toole decidió acabar con su vida podrían residir en una fatídica identificación de la asfixiante vida de Ignatius con la suya propia. El escritor...
Adolfo Vásquez Rocca Filosofía Contemporánea
Tras licenciarse en Literatura Inglesa, Toole escribió el primer borrador de La conjura de los necios mientras cumplía servicio militar. Pero cuando regresó a su Nueva Orleans natal, su actitud había dado un giro radical: se había aficionado demasiado al alcohol y vestía de forma excéntrica, casi calcando al protagonista de su obra. Algunos biógrafos atribuyen su caída a la frustración de no encontrar dónde publicar la novela, aunque otros apuntan a una probable homosexualidad ahogada por el trato de su madre.
En enero de 1969, tras una fuerte
discusión con Thelma, él se montó en el coche y viajó solo, cruzando el
país durante meses. Cuando se encaminaba de nuevo hacia Nueva Orleans,
encontraron su coche y su cadáver cerca de Mississippi. Junto a él
estaba la nota de suicidio, que su madre destruyó y cuyo contenido no se
llegó a aclarar.
Probablemente azotada por el remordimiento, Thelma dedicó el resto de su vida a realizar el sueño frustrado de su hijo.
Probablemente azotada por el remordimiento, Thelma dedicó el resto de su vida a realizar el sueño frustrado de su hijo.
La historia podría acabar ahí, pero no
está de más destacar que desde que se publicó el libro, varios
productores han intentado llevar la historia a la gran pantalla. Pero la
mala suerte de Toole parece haberse contagiado a su legado, porque
todos los intentos de crear una película se han visto interrumpidos:
John Belushi, el primer actor que iba a encarnar a Ignatius, murió de
sobredosis un día antes de la reunión con el resto del equipo.
Los otros actores que se consideraron para el proyecto (John Candy y Chris Farley) también murieron antes de que se pusiera en marcha. Y cuando Will Ferrell estaba decidido a ser Ignatius en el cine, y el equipo iba a empezar a rodar en Nueva Orleans (donde se ambienta la novela), llegó el huracán Katrina y lo arrasó todo.
Los otros actores que se consideraron para el proyecto (John Candy y Chris Farley) también murieron antes de que se pusiera en marcha. Y cuando Will Ferrell estaba decidido a ser Ignatius en el cine, y el equipo iba a empezar a rodar en Nueva Orleans (donde se ambienta la novela), llegó el huracán Katrina y lo arrasó todo.
J.D. Salinger
Este escritor se codeaba con Hemingwey antes de que su rotundo éxito, El guardián entre el centeno,
saliera a la luz en 1951 y se convirtiera en best seller ese mismo año.
Su indudable maestría le ha asegurado un sitio en los planes de
estudios de millones de adolescentes que se sienten profundamente
identificados con Holden Cauldfield, el protagonista de la novela.
Salinger, ante la avalancha de lectores, dinero y, sobre todo, medios de comunicación, decidió hacer realidad uno de los pasajes de su libro, en el que Holden dice: "me gustaría encontrar una cabaña en algún sitio y con el dinero que gane instalarme allí el resto de mi vida, lejos de cualquier conversación estúpida con la gente".
Salinger, ante la avalancha de lectores, dinero y, sobre todo, medios de comunicación, decidió hacer realidad uno de los pasajes de su libro, en el que Holden dice: "me gustaría encontrar una cabaña en algún sitio y con el dinero que gane instalarme allí el resto de mi vida, lejos de cualquier conversación estúpida con la gente".
Salinger agrediendo a un fotógrafo en los 80. Fuente: El País |
También a los 32 años decidió
abandonar su vida en Nueva York, pero no tan radicalmente como Toole: se
compró una casa en medio del campo, en Cornish, al noreste de Estados
Unidos, y desde allí siguió escribiendo relatos que son verdaderos
ejemplos de literatura de calidad. Sin embargo hizo de su casa una
especie de acorazado que no quiso dejar, y fuera del cual no se le vio
nunca, hasta su muerte el año pasado, a los 91 años.
No se pronunció sobre la leyenda negra que adquirió El guardián entre el centeno después de que Mark David Chapman asesinase a John Lennon en 1980 y dijese que el ataque de locura que le había llevado a hacerlo había sido provocado por el libro. La única foto que se conoce, además de las de su anuario y las del servicio militar, es una en la que aparece golpeando al fotógrafo que se había metido en su propiedad. La única entrevista que concedió fue por teléfono al New York Times, y lo hizo, básicamente, para que le dejaran tranquilo.
No se pronunció sobre la leyenda negra que adquirió El guardián entre el centeno después de que Mark David Chapman asesinase a John Lennon en 1980 y dijese que el ataque de locura que le había llevado a hacerlo había sido provocado por el libro. La única foto que se conoce, además de las de su anuario y las del servicio militar, es una en la que aparece golpeando al fotógrafo que se había metido en su propiedad. La única entrevista que concedió fue por teléfono al New York Times, y lo hizo, básicamente, para que le dejaran tranquilo.
"Hay una paz maravillosa en no publicar. Es pacífico. Tranquilo. Publicar es una terrible invasión de mi vida privada. Me gusta escribir. Amo escribrir. Pero escribo sólo para mí mismo y para mi propio placer. La gente cree que soy una persona extraña y distante,pero todo lo que hago es intentar proteger mi trabajo."
Thomas Pynchon
Salinger no es el único ermitaño de la
literatura norteamericana. Pynchon ha escrito complejas y originales
obras que han cautivado a la crítica, y también vive en el más absoluto
secretismo. Lo único que se sabe de él es que fue alumno de Vladimir
Nabokov, que sirvió en la marina y que está casado con una agente
literaria de Nueva York. Y que escribe grandes obras difíciles de
clasificar, como V, La subasta del lote 49 o El arcoiris de gravedad.
Su afán de anonimato se vio roto en
1997, cuando un periodista de la CNN le encontró por la calle y le
fotografió. Pynchon accedió a una entrevista en la televisión (con el
rostro difuminado) a cambio de que no se publicasen esas imágenes.
Actualmente sigue escribiendo desde su escondite, haciendo guiños simpáticos como prestar su voz en la serie Los Simpson para doblar a su propio dibujo animado (que, por supuesto, apareció con el rostro cubierto con una bolsa).
Actualmente sigue escribiendo desde su escondite, haciendo guiños simpáticos como prestar su voz en la serie Los Simpson para doblar a su propio dibujo animado (que, por supuesto, apareció con el rostro cubierto con una bolsa).
Es curioso que todos estos casos se
hayan dado en la literatura contemporánea norteamericana, en la que
estos escritores u otros como Chuck Palahniuk (que se cree que pertenece
a la Cacophony Society, una organización que busca el absurdo y luchar contra la cultura imperante, inspiración de su famoso Club de lucha) parecen personajes sacados de sus propios libros.
Parafraseando al escritor Tomás
Blanco, en esta corriente literaria el único que tenía una vida normal
era Vladimir Nabokov, y luego escribía sobre mantener sexo con niñas de
doce años.
ARTE DE VANGUARDIA Y ARTE CONCEPTUAL
Wolf Vostell
El
artista Wolf Vostell (1932-1998) fue una de las figuras centrales del
movimiento que sería conocido como Fluxus, denominación común de una
serie de actividades de distintos artistas y grupos que en los años 60
se expresaron por medio de acciones y eventos realizados en distintos
entornos.
Nacido en Leverkusen, Alemania, Vostell estuvo en Checoslovaquia
durante la SegundaGuerraMundial, y luego se radicó en Colonia. Comenzó a
estudiar arte (pintura, fotografía y tipografía experimental) en la
Escuelade Artes y Oficios de Wuppertal a comienzos de los 50, época en
la que realizó su primer happening, y una serie de lo que denominó de-collages, obras en las que integraba trozos de afiches que desprendía con navaja de las paredes. Después
de estudiar en París, en 1958 viajó a España con su amigo y colega Karl
Ott. Llegaron a Guadalupe (cerca de Cáceres, capital de la región de
Extremadura) para estudiar varias telas de Zurbarán que forman parte del
acervo del Monasterio de Guadalupe. Allí conoció a la maestra Mercedes
Guardado, inicio de una relación que duraría hasta la muerte de Vostell,
en 1998.
Como parte del proceso de superación de la pérdida de su compañero durante cuatro décadas, Guardado escribió Mi vida con Vostell. Un artista de vanguardia.
El libro esta basado en recuerdos y material del archivo personal del
artista, y es una detallada compilación de la intensa actividad
artística desarrollada por Vostell durante una larga carrera.
Guardado cuenta en el prólogo que cuando comenzó a escribir se propuso
hacerlo sin anhelos literarios, quería que su texto fuera lo contrario
de una obra literaria. Luego de comenzar, la autora entendió que no
podía separar la recopilación de su vida privada de la artística, por lo
que decidió adoptar la premisa “Arte – Vida – Arte” tomada por Vostell
en 1961. En el libro se suceden las descripciones dehappenings,
conciertos fluxus, videos y otras acciones, los que no son
interpretados, ya que Guardado considera que eso lo podrían hacer mejor
los historiadores de arte, sirviéndose del libro como guía.
Teniendo en cuenta que Vostell fue un artista muy productivo, y que
su carrera cubrió casi toda la segunda mitad del siglo XX, la autora,
que considera que ha “dejado poco sin contar”, no podía haber escrito
menos que las seiscientas páginas de las que consta la biografía.
Detallados relatos de la vida familiar, así como de los reiterados
viajes a España, cuatro o cinco por año, se intercalan con recuentos
cronológicos de las innumerables actividades desarrolladas por Vostell y
otros artistas con los que colaboró.
COLONIA EN LOS 60.
Guardado y Vostell se casaron en Cáceres a comienzos de 1959. Poco
después se radicaron en Alemania, en Colonia, donde Vostell se dedicaría
de lleno a la actividad artística. Se inició como pintor, y aunque
durante su estadía en París comenzó a realizar los de-collages, continuó pintando paralelamente a la realización de conciertos, videos, instalaciones y happenings.
Una de sus primeras series de pinturas se llamó “Transmigración”,
en la que cortaba los lienzos para incorporar aparatos de televisión a
las obras. La construcción en 1961 del muro que dividió Berlín impactó a
Vostell, que usaría el hecho como motivo de muchas de sus obras.
Simultáneamente realizó varios happenings y participó en actividades colectivas en Colonia, Dusseldorf, París, Copenhague y Ámsterdam.
En 1962 conoció al artista fluxus George Maciunas, que en Alemania
contactó a Vostell y Nam June Paik, con lo que se fue conformando el
movimiento internacional Fluxus. En 1963 Vostell viajó a Nueva York,
donde conoció a Allan Kaprow, Yoko Ono yLa MonteYoung.
En esa época Vostell realizó su primera película,El sol en tu cabeza (1963),
de siete minutos de duración, en la que filmó imágenes de un programa
de televisión que luego distorsionó. Le interesaba estar al tanto de los
adelantos tecnológicos, y adquiría nuevas cámaras fotográficas y
televisores, más por los aparatos en sí que por el uso que les daba, y
en muchos casos los incluyó en sus esculturas.
Las actividades de Vostell se multiplicaron a ritmo vertiginoso
durante el segundo lustro de la década de 1960. En esa época realizó,
entre otras, la serie de pintura “Fenómenos”, y comenzó a realizar
fotomontajes. Otra amistad importante para Vostell fue la que inició con
Joseph Beuys, que también practicaba un arte participativo y de
contenido social.
BERLÍN Y MALPARTIDA.
Luego de realizar algunas actividades en Berlín, Vostell comenzó a
visitar la ciudad con frecuencia, y finalmente decidió radicarse allí
con su familia en 1970. Un año antes había incorporado el hormigón como
nuevo material en su trabajo. También comenzó a utilizar carrocerías de
autos en instalaciones de gran formato. En 1972 creó Desastres, un vagón de tren atrapado en un bloque de hormigón, y unos años más tarde combinó éste material con autos en obras como Dos Cadillacs en hormigón en forma de la maja desnuda de Goya (1987) y Volskwagen para zen (1988).
Gracias al reconocimiento como un importante artista Fluxus, la
vida en Berlín implicó un mejor pasar para Vostell, ya que tuvo
posibilidades de tener secretaria y asistentes. Las actividades
artísticas en Italia y España implicaron una serie de viajes con la
familia, y en 1976 Guardado y Vostell decidieron comprar una casa en la
localidad extremeña de Ceclavín, pueblo natal de Guardado. Cuando
llegaron a Malpartida, a doce kilómetros de Cáceres, el paisaje rocoso
del paraje Los Barruecos impresionó a Vostell de tal modo que lo declaró
“obra de arte de la naturaleza”, y decidió crear allí un lugar donde
combinar las formaciones naturales con obras de arte. El Museo Vostell
Malpartida fue inaugurado con la obra de Vostell V.O.A.EX. Viaje de (h)hormigón por la Alta Extremadura, que consistió en el propio Opel Kadett del artista ubicado entre las rocas y cubierto de hormigón.
Vostell también se dedicó a la gráfica, y trabajó con intervenciones, entre otrasAutorretrato (1980), una fotografía de sí mismo en la que escribió sobre la frente “Yo declaro la paz como la mayor obra de arte.”
CAE EL MURO.
Durante los años 80, las actividades, tanto exposiciones como
conciertos y acciones, se sucedieron en gran número, y Vostell y
Guardado, que siempre lo acompañaba, prácticamente no paraban de viajar.
La última década de la vida de Vostell trascurrió luego de la
reunificación de Alemania en 1989, que implicó la caída del Muro que
había dividido Berlín durante tres décadas. La destrucción del Muro,
como lo había sido su construcción, fue un motivo recurrente en la obra
de Vostell de esos años, por ejemplo La caída del muro de Berlín el 9-11-1989, un collage que luego reprodujo en offset.
Dos años después del fallecimiento de Vostell en 1998, Guardado se
radicó en España, y se dedicó a continuar las actividades del Museo en
Malpartida, así como a administrar la herencia artística de su compañero
de vida, ayudada por los hijos de ambos Rafael y David. Prueba de su
dedicación es este detallado recuento de las actividades de un artista
que fue testigo y protagonista de una corriente que contribuyó a cambiar
radicalmente la concepción del arte durante las últimas décadas del
siglo XX.
MI VIDA CON VOSTELL. UN ARTISTA DE VANGUARDIA, de Mercedes Guardado.La Fábrica Editorial, 2011. Madrid, 606 págs. Distribuye Océano.
EN TORNO A LA BELLEZA FÍSICA Y EL EFÍMERO ENCANTO DE LOS ESCRITORES MALDITOS Por ADOLFO VÁSQUEZ ROCCA PHD.
Poetas Malditos.
- ¿Qué son los poetas malditos? ¿Dónde se origina esta denominación? Expresión creada por Verlaine [como una suerte de homenaje al poeta Arthur Rimbaud], la noción ya es toda una institución en el ámbito poético y hace referencia una actitud de incomprensión social frente al artista. Originada en tiempos románticos, invito a preguntarnos si este concepto no es más bien una mistificación autodestructiva que debe ser superada por una visión vigorosa, saludable y lúcida.
- El uso de la expresión “poetas malditos”, ante la influencia de la obra de Verlaine, se extendió a todos los dominios nacionales y pasó a designar así a todo aquel escritor talentoso, poco importase su nacionalidad, que presentase un dejo de incomprensión social y una cierta tendencia provocante (léase autodestructiva por el consumo de drogas o alcohol) y cuyos textos, dado su alto nivel de codificación poética, fuesen de oscuros significados.
Dr. Adolfo Vasquez Rocca
<http://www.arealibros.es/literatura/poetas-malditos.html>
SOBRE PATRICIA HIGHSMITH Por Adolfo Vásquez Rocca
- Lo de que la belleza física es algo relativo está por ver. Realmente creo que esa teoría forma parte de esa idea tan americana de que nadie tiene por qué aceptar la más mínima frustración. De la misma forma que la enseñanza consiguió borrar del mapa el fracaso escolar -a cada estudiante hay que exigirle según sus posibilidades-, se inventó el ballet en silla de ruedas o los concursos de misses para mujeres gordas. La clave de la modernidad es que a nadie se le puede decir: tú para esto no sirves. Por supuesto se considera progresista el suponer la belleza como algo arbitrario, algo que depende del color del cristal con que se mira, cuando la realidad es que no ha cambiado tanto el canon desde que el arte representó de forma realista el rostro humano. En cuanto a la gordura, de la que la pintura ha dejado tan espléndidas muestras, ha sido la consecuencia más de la mala alimentación que de la estética. Hay científicos que afirman que un bebé siempre se sentirá más atraído por una cara agradable. Todo eso al margen de que hay feos atractivos, feos irresistibles; lo cual no quita para que por mucho que adecuemos el lenguaje a la corrección política siempre habrá guapos y feos. Además de la herencia genética, también nuestros rostros están expuestos a la vida que nos toca. Los lectores de Patricia Highsmith se quedarían asombrados si vieran sus fotos de juventud**. A Highsmith la recordamos por esas fotos de anciana de facciones durísimas, hinchadas probablemente por el alcohol. Sin embargo, en la biografía que sobre ella ha escrito Andrew Wilson, vemos algunas imágenes de los años cuarenta en las que aparece Patricia desnuda. Su imagen, tan dulce, tan bella, podría ser la de una actriz de hoy. Una compañera de universidad de la novelista decía: "Cuando la vi en sus últimas fotos no podía creer en lo que se había convertido...". Leyendo la biografía de Highsmith deduje que esa asombrosa transformación de su cara era consecuencia del alcohol y de esa personalidad atormentada que los lectores con propensión a la mitomanía atribuyen al genio, y que la propia Patricia achacaba a los complejos y la consideración de bicho raro que tenía sobre sí misma. A ella, que acabó siendo una mujer fea, le siguieron gustando hasta su muerte las mujeres hermosas./
* [La transformación de su cara fue consecuencia del alcohol y de su personalidad atormentada, "maldita".]
- Lo de que la belleza física es algo relativo está por ver. Realmente creo que esa teoría forma parte de esa idea tan americana de que nadie tiene por qué aceptar la más mínima frustración. De la misma forma que la enseñanza consiguió borrar del mapa el fracaso escolar -a cada estudiante hay que exigirle según sus posibilidades-, se inventó el ballet en silla de ruedas o los concursos de misses para mujeres gordas. La clave de la modernidad es que a nadie se le puede decir: tú para esto no sirves. Por supuesto se considera progresista el suponer la belleza como algo arbitrario, algo que depende del color del cristal con que se mira, cuando la realidad es que no ha cambiado tanto el canon desde que el arte representó de forma realista el rostro humano. En cuanto a la gordura, de la que la pintura ha dejado tan espléndidas muestras, ha sido la consecuencia más de la mala alimentación que de la estética. Hay científicos que afirman que un bebé siempre se sentirá más atraído por una cara agradable. Todo eso al margen de que hay feos atractivos, feos irresistibles; lo cual no quita para que por mucho que adecuemos el lenguaje a la corrección política siempre habrá guapos y feos. Además de la herencia genética, también nuestros rostros están expuestos a la vida que nos toca. Los lectores de Patricia Highsmith se quedarían asombrados si vieran sus fotos de juventud**. A Highsmith la recordamos por esas fotos de anciana de facciones durísimas, hinchadas probablemente por el alcohol. Sin embargo, en la biografía que sobre ella ha escrito Andrew Wilson, vemos algunas imágenes de los años cuarenta en las que aparece Patricia desnuda. Su imagen, tan dulce, tan bella, podría ser la de una actriz de hoy. Una compañera de universidad de la novelista decía: "Cuando la vi en sus últimas fotos no podía creer en lo que se había convertido...". Leyendo la biografía de Highsmith deduje que esa asombrosa transformación de su cara era consecuencia del alcohol y de esa personalidad atormentada que los lectores con propensión a la mitomanía atribuyen al genio, y que la propia Patricia achacaba a los complejos y la consideración de bicho raro que tenía sobre sí misma. A ella, que acabó siendo una mujer fea, le siguieron gustando hasta su muerte las mujeres hermosas./
* [La transformación de su cara fue consecuencia del alcohol y de su personalidad atormentada, "maldita".]
Adolfo Vásquez Rocca PHD.
Adolfo Vásquez Rocca Filosofía Contemporánea
Dr. Adolfo Vásquez Rocca
Eastern Mediterranean University – Academia.edu
REFERENCIAS:
-
VERLAINE, Paul , Los poetas malditos, ( Les Poètes maudits), París, 1884
-
RIMBAUD, A., Una temporada en el infierno,1873
-
PARRA, Sergio -periodista y escritor-, “Escritores malditos y sus malditas manías”, en Papel en Blanco, Barcelona, 2001
-
- Adolfo Vásquez Rocca Arte y Filosofía Contemporánea
-
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Adolfo Vásquez Rocca - Doctor en Filosofía
Doctor
en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso;
Postgrado Universidad Complutense de Madrid, Departamento de Filosofía
IV, mención Filosofía Contemporánea y Estética. Profesor de Postgrado
del Instituto de Filosofía de la Pontificia Universidad Católica de
Valparaíso; Profesor de Antropología y Estética en el Departamento de
Artes y Humanidades de la Universidad Andrés Bello UNAB. Profesor de la Escuela de Periodismo, Profesor Adjunto Escuela de Psicología y de la Facultad de Arquitectura UNAB Santiago. Profesor PEL Programa Especial de Licenciatura en Diseño,
UNAB – DUOC UC – En octubre de 2006 y 2007 es invitado por la
'Fundación Hombre y Mundo' y la UNAM a dictar un Ciclo de Conferencias
en México. –Miembro del Consejo Editorial Internacional de la 'Fundación Ética Mundial' de México. Director del Consejo Consultivo Internacional de 'Konvergencias', Revista de Filosofía y Culturas en Diálogo, Argentina. Miembro del Consejo Editorial Internacional de Revista Praxis –Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional UNA, Costa Rica. Miembro del Conselho Editorial da Humanidades em Revista, Universidade Regional do Noroeste do Estado do Rio Grande do Sul, Brasil y del Cuerpo Editorial de Sophia –Revista de Filosofía de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador–. –Secretario Ejecutivo de Revista Philosophica PUCV. –Asesor Consultivo de Enfocarte –Revista de Arte y Literatura– Cataluña / Gijón, Asturias, España. –Miembro del Consejo Editorial Internacional de 'Reflexiones Marginales' –Revista de la Facultad de Filosofía y Letras UNAM. –Editor Asociado de Societarts, Revista de artes y humanidades, adscrita a la Universidad Autónoma de Baja California. –Miembro del Comité Editorial de International Journal of Safety and Security in Tourism and Hospitality, publicación científica de la Universidad de Palermo. –Miembro Titular del Consejo Editorial Internacional de Errancia, Revista de Psicoanálisis, Teoría Crítica y Cultura –UNAM– Universidad Nacional Autónoma de México. –Miembro de la Federación Internacional de Archivos Fílmicos (FIAF) con sede en Bruselas, Bélgica. Director de Revista Observaciones Filosóficas. Profesor visitante en la Maestría en Filosofía de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. – Profesor visitante Florida Christian University USA y Profesor Asociado al Grupo Theoria – Proyecto europeo de Investigaciones de Postgrado –UCM. Eastern Mediterranean University - Academia.edu.
Académico Investigador de la Vicerrectoría de Investigación y
Postgrado, Universidad Andrés Bello. –Investigador Asociado y Profesor
adjunto de la Escuela Matríztica de Santiago –dirigida por el Dr. Humberto Maturana. Consultor Experto del Consejo Nacional de Innovación para la Competitividad (CNIC)– Artista conceptual. Crítico de Arte. Ha publicado el Libro: Peter Sloterdijk; Esferas, helada cósmica y políticas de climatización,
Colección Novatores, Nº 28, Editorial de la Institución Alfons el
Magnànim (IAM), Valencia, España, 2008. Invitado especial a la
International Conference de la Trienal de Arquitectura de Lisboa | Lisbon Architecture Triennale 2011. Traducido al Francés - Publicado en la sección Architecture de la Anthologie: Le Néant Dans la Pensée Contemporaine . Publications du Centre Français d'Iconologie Comparée CFIC, Bès Editions , París, © 2012
Publicaciones Internacionales Catalogadas en DIALNET Directorio de Publicaciones Científicas Hispanoamericanas
http://dialnet.unirioja.es/servlet/autor?codigo=1053859
DARK ROMANTICISMO; RELACIÓN CON LA LITERATURA GÓTICA Y LOS POETAS MALDITOS Dr Adolfo Vásquez Rocca
Adolfo Vásquez Rocca - Doctor en Filosofía
PETER SLOTERDIJK: ESFERAS, BIOPOLÍTICA Y NORMAS PARA EL PARQUE HUMANO POR ADOLFO VÁSQUEZ ROCCA PHD.
ADOLFO VÁSQUEZ ROCCA - DOCTOR EN FILOSOFÍA UCM
Director de Revista Observaciones Filosóficas
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que Alicia vio al otro lado del Espejo; Modelos
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ADOLFO VÁSQUEZ ROCCA PH.D. - INVESTIGACIÓN
http://www.danoex.net/adolfovasquezroccainvestigacion.html
Dr. Adolfo Vásquez Rocca - Eastern Mediterranean University - Academia.edu
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ADOLFO VÁSQUEZ ROCCA PH.D. - INVESTIGACIÓN
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Dr. Adolfo Vásquez Rocca - Eastern Mediterranean University - Academia.edu
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ADOLFO VÁSQUEZ ROCCA PH.D. - CURRICULUM ACADÉMICO ABREVIADO
Adolfo Vasquez Rocca Doctor en Filosofía
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DE LA LITERATURA GÓTICA A LOS POETAS MALDITOS Por ADOLFO VÁSQUEZ ROCCA
SEMINARIO I.- ARTE Y PSICOPATOLOGÍA: GENIALIDAD, MELANCOLÍA Y DELITO _ II.- FREUD Y KAFKA, ENTRE LA NEUROSIS Y LA CULPA _ Dr. ADOLFO VÁSQUEZ ROCCA FACULTAD DE PSICOLOGÍAADOLFO VÁSQUEZ ROCCA
Eastern Mediterranean University - Academia.edu
Adolfo Vásquez Rocca PH. D.
adolfovrocca@gmail.com
Publicaciones Dr. Adolfo Vásquez Rocca - UNIVERSIDAD COMPLUTENSE
Vásquez Rocca, Adolfo
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- William Burroughs, literatura ectoplasmoide y mutaciones antropológicas: Del virus del lenguaje a la psicotopografía del textoNº. 26, 2010, págs. 251-265
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CIne Arte _ Adolfo Vasquez Rocca y Andres Vasquez López - Escuela de Cine Universidad de Valparaíso U.V.
CIne Arte _ Adolfo Vasquez Rocca y Andres Vasquez López - Escuela de Cine Universidad de Valparaíso U.V.
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- Nº. 20, 2008, págs. 407-416
- Nº. 20, 2008, págs. 417-426
- Peter Sloterdijk: normas y disturbios en el Parque Humano o la crisis del Humanismo como utopía y escuela de domesticaciónNº. 19, 2008, págs. 293-308
- Nº. 19, 2008, págs. 309-316
- Nº. 18, 2008, págs. 315-322
- La metáforas del cuerpo en la Filosofía de Jean-Luc Nancy: Nueva carne, cuerpo sin órganos y escatología de la enfermedadNº. 18, 2008, págs. 323-333
- Nº. 17, 2008, págs. 145-150
- Nº. 17, 2008, págs. 151-158
- Nº. 17, 2008, págs. 159-170
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ARTE Y PSICOPATOLOGÍA: GENIALIDAD, MELANCOLÍA Y DELITO: FREUD Y KAFKA DR. ADOLFO VÁSQUEZ ROCCA
ROMANTICISMO OSCURO O ROMANTICISMO DARK: DE LA LITERATURA GÓTICA A LOS POETAS MALDITOS Por ADOLFO VÁSQUEZ ROCCA PHD.
Freud y Kafka: Criminales por sentimiento de culpabilidad _ Dr. Adolfo Vásquez Rocca
ARTE Y PSICOPATOLOGÍA: GENIALIDAD, MELANCOLÍA Y DELITO: FREUD Y KAFKA DR. ADOLFO VÁSQUEZ ROCCA
Vásquez Rocca, Adolfo, “Freud y Kafka: Criminales por sentimiento de culpabilidad: En torno a la crueldad, el sabotaje y la auto-destructividad humana”, En EIKASIA, Revista de la Sociedad Asturiana de Filosofía SAF, Nº 55 – marzo, 2014 – ISSN 1885-5679 – Oviedo, España, pp. 73 – 92.
http://www.revistadefilosofia.org/55-04.pdf
ARTE Y PSICOPATOLOGÍA: GENIALIDAD, MELANCOLÍA Y DELITO: FREUD Y KAFKA DR. ADOLFO VÁSQUEZ ROCCA
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Freud y Kafka: Criminales por sentimiento de culpabilidad
MargenCero
En torno a la crueldad, el sabotaje y la auto-destructividad humana
Dr. Adolfo Vásquez Rocca
Vásquez Rocca, Adolfo, “Freud y Kafka: Criminales por sentimiento de culpabilidad: En torno a la crueldad, el sabotaje y la auto-destructividad humana”, En Revista Almiar –Margen Cero– Nº 71 | noviembre-diciembre 2013, Madrid. http://www.margencero.com/almiar/vasquez-rocca-freud-y-kafka/
Adolfo Vasquez Rocca Says:
MargenCero
En torno a la crueldad, el sabotaje y la auto-destructividad humana